Cuando Ximena Tiznado (55) baja por la tarde desde su casa al negocio de la esquina a comprar cigarros, ve los botes partir y se pone a llorar. Vive en el sector de Pudeto Bajo, al comienzo de Ancud, y desde la calle por donde se sube a su casa se ven las embarcaciones y la entrada en el mar del río que da nombre al barrio.  

Tiznado llora porque perdió a dos de sus hijos en el mar. El primero fue Marco Parra, quién murió en 2008 a los 20 años, mientras trabajaba como buzo en un centro de cultivo de una extinta empresa salmonera, Congelados del Pacífico. Podría haber sido un caso aislado, pero no lo es: el nombre de Marco Parra es uno más en una larga lista de buzos que han muerto en centros de cultivo, trabajando para la gigantesca industria salmonera que funciona al sur de Chile.

Según la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante (Directemar), desde 2004 han fallecido 44 buzos realizando labores en salmonicultura y han ocurrido 199 accidentes. Hay años en que han ocurrido hasta siete muertes. Las cifras se mantienen, a pesar de los supuestos avances en materia de seguridad laboral que implementan las empresas: en 2021 murieron tres buzos en el rubro, y en 2022 murieron otros tres. Estos números son la cifra oscura bajo los sorprendentes porcentajes de crecimiento de la industria salmonera en Chile, que ha conquistado con fuerza el segundo lugar como sector exportador más importante del país, después del cobre.

Ladera Sur conversó con buzos, científicos y abogados expertos en el rubro, y accedió a los sumarios de investigación que abrieron la Armada y la Dirección del Trabajo en dos casos de buzos que murieron en centros de cultivo. Las entrevistas y los documentos apuntan en una sola dirección: los accidentes y muertes se producen por falta de fiscalización del Estado, por condiciones precarias de trabajo en los centros y por no respetar el reglamento de buceo.

Vista del Río Pudeto, Ancud
Vista del Río Pudeto, Ancud Créditos a Cristóbal Ríos Soto

“En verdad la faena no estaba autorizada”

A principios de agosto de 2008 Marco Parra salió al mar en la embarcación “Ángela”, que zarpó desde el puerto de Achao hacia Isla Meulín. Los tripulantes de la embarcación debían hacer extracción de mortalidad de salmones y reparación de mallas loberas en el centro de cultivo de la compañía Congelados Pacífico S.A.

Los centros de cultivo de salmones están, por lo general, en mar abierto, algunos muy alejados de los puertos y de tierra. Ahí están las balsas jaula donde se crían los salmones, a una profundidad aproximada de 20 metros. Éstas están dentro de una malla gigantesca que protege a los salmones de los ataques de los lobos marinos y que tiene medidas similares a una cancha de fútbol profesional, y puede llegar a una profundidad de 50 metros.

El lunes 11 de agosto de 2008, a las 12:10 horas, Marco Parra descendió con su equipo de buzo a 20 metros de profundidad para realizar la extracción de mortalidad de salmones. Pero la red pecera no estaba a 20 metros, sino a 21, así que tuvo que descender un metro más. La matrícula de buceo que tenía Marco —de buzo mariscador básico— sólo le permitía descender hasta 20 metros. Buceó media hora solo, sin compañía.

“Yo me encontraba en la plataforma de la jaula, cuando de pronto subió de golpe y dio un grito como de desahogo, fue un grito fuerte, desesperado, y quedó flotando (boca arriba)”, declaró uno de los buzos, compañero de Marco, al fiscal de la Armada que llevó a cabo el sumario por su muerte. Inmediatamente lo subieron al “Ángela” y partieron rumbo al hospital de Achao, donde llegaron a las 14 horas. Marco Parra murió una hora más tarde.

En el caso de la muerte de Marco Parra, la Armada abrió un sumario el mismo día de su fallecimiento, el 12 de agosto de 2008. El fiscal designado tomó declaración a los inculpados por el accidente que terminó con su muerte, iniciando el interrogatorio con Juan Alvarado Marilican, buzo mariscador básico que se desempeñaba como supervisor de buceo de Parra.

— ¿Tiene la bitácora del día de hoy?

No, Sr. Fiscal. No hago bitácora, sólo hago boletas de servicio para efectos de cobros. De hecho no existe Bitácora, nunca lo he hecho, además que es la primera vez que hago de supervisor. Llevo 17 años buceando y nunca había estado a cargo de buzos.

Juan Alvarado tampoco informó a los buzos que supervisaba sobre el plan de contingencia para faenas de buceo que tenía implementado Congelados Pacífico S.A. Es decir, si un buzo tenía un accidente, sus compañeros y el equipo no sabrían cómo proceder.

— ¿Por qué usted, como supervisor, autorizó a los buzos a realizar una faena a 21 metros?

—Por la mala costumbre que existe del buceo en la región.

El interrogatorio continuó con el capitán del “Ángela”. El fiscal preguntó si tenían el permiso de zarpe para efectuar la faena de buceo. Alvarado respondió que no tenían el permiso. Es decir, la nave “Ángela” no tenía permiso de la Armada para zarpar del puerto de Achao y dirigirse al centro de cultivo. Las preguntas del fiscal, una a una, recibieron las respuestas más irrisorias. Casi ninguno de los procedimientos que se deben realizar para efectuar una faena segura se hicieron el día que falleció Marco Parra.

El jefe del centro de cultivo, empleado directo de Congelados Pacífico S.A., declaró al fiscal no contar con la autorización de la Armada para llevar a cabo la faena. Sin embargo, la declaración que entrega más información sobre cómo se procede en las faenas de buceo es la de Fernando Calisto, dueño de la empresa subcontratista para la cual trabajaba Marco Parra. Cada una de sus respuestas es más increíble que la anterior.

— ¿Existe Contrato de Trabajo del Sr Marco Antonio Parra Tiznado (QEPD) y su empresa?

No, Sr. Fiscal. Por falta de tiempo, él entró a trabajar el día 07 de agosto y no alcancé a sacarle la firma. En buen chileno, por diversos motivos, “me pilló la máquina”.

— ¿La faena de buceo estaba autorizada por la Autoridad Marítima?

No Sr Fiscal, en verdad la faena no estaba autorizada.

— ¿Usted le exige al supervisor de buceo que tenga bitácora de buceo?

No, Sr. Fiscal. No le entregué bitácora de buceo, se me pasó.

— ¿Por qué los buzos de su empresa no trabajan con arnés?

Debido a que no tengo los medios para comprarlos, son muy caros.

— ¿Usted está consciente de que los buzos mariscadores básicos no deben bucear a más de 20 metros de profundidad, y sin embargo se encontraban trabajando a 21 metros?

Sí Sr. Fiscal, lo tengo claro, pero no tengo el dinero para comprar equipo semi autónomo mediano, ni menos para contratar a buzos mariscadores intermedios.

Según el certificado de defunción, Marco Parra murió por descompresión inadecuada, y no se pudo determinar lo que lo llevó a subir 21 metros sin hacer las maniobras necesarias. La Dirección del Trabajo determinó que se cometieron ocho infracciones a la ley en su muerte, y cursó ocho multas a Fernando Calisto por un total de $5.029.437 pesos de la época, equivalentes a $8.038.511 pesos de 2022.

Ese mismo año 2008 murieron otros seis buzos en centros de cultivo, según la Directemar, y hubo 16 accidentes, marcando el oscuro récord como uno de los años más fatales de la salmonicultura chilena. Este número contrasta con la producción y el éxito internacional de la industria: el sector exporta el 25% del salmón que se consume en el mundo, superado sólo por Noruega. En 2019 tuvo ganancias de 4.300 millones de dólares, y en 2021, según el Anuario Estadístico de Sernapesca, produjo un récord histórico de más de un millón de toneladas.

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Fotografía de Marco Parra colgada en la casa de sus padres Créditos a Cristóbal Ríos Soto

Profundidades negligentes

El informe “Salmones de sangre del sur del mundo”, publicado por el centro Ecoceanos en 2019, determinó los nombres, ocupaciones y causas de muerte de todas las personas fallecidas en el rubro entre esos años. Entre 2005 y 2007 fallecieron 42 trabajadores del sector, y entre 2013 y 2019 también murieron 42 trabajadores, la mayoría buzos.

La mayoría de las empresas subcontratistas emplean a buzos mariscadores básicos, cuya formación no es tan especializada y no pueden descender a más de 20 metros ¿Por qué lo hacen? Porque les sale más barato. El contratista de Parra aludió a esta razón ante el fiscal marítimo para justificar que Parra trabajaba a más profundidad de la permitida.

Jaime Ramírez (39) es buzo comercial con más de 10 años de experiencia trabajando en centros de cultivo, en diferentes empresas y regiones. Su experticia le permite realizar maniobras altamente complejas y descender a profundidades superiores a los 50 metros.

“Es muy recurrente que al buzo básico se le exija trabajar a más profundidad de la que está autorizado o capacitado. Algunas empresas -tanto mandantes como contratistas- por un tema de salario, optan por el buzo básico, que es menos remunerado”, explica.

“La autoridad marítima, que es la principal responsable de fiscalizar y que se den cumplimiento a las mismas normas que ellos han establecido, muchas veces hace vista gorda o hay poco interés de su parte para fiscalizar estos temas”, agrega Ramírez.

La Armada debe autorizar todas las faenas que se realizan en los centros de cultivo de salmones. Al hacerlo revisan las matrículas de buceo de los buzos que tripulan las embarcaciones. Si se escarba un poco, se sabrá inmediatamente que casi todas las labores de buceo en centros de cultivo se realizan a más de 20 metros de profundidad, ya que las mallas peceras y loberas llegan hasta 30 y 50 metros, respectivamente. Si la Armada sabe esto ¿Por qué autoriza faenas donde la mayoría de buzos tiene matrículas de buzo mariscador básico y pueden descender sólo hasta 20 metros?

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Salmoneras Imagen Referencial

Morir entre peces

Mario Caicheo, al igual que Ximena Tiznado, también nació en Ancud y vivió los 45 años de su vida en el barrio Pudeto Bajo. Su suerte fue similar a la de Marco Parra: falleció buceando en 2014 a cientos de kilómetros de su casa, en un centro de cultivo de salmones.

El 6 de junio de 2014 la nave “Guerrero I” de la empresa “Servicios Kaweshka Ltda.”, donde trabajaba Caicheo, zarpó a las ocho de la mañana del puerto de Melinka con dirección al centro de cultivo “Dring 1”, de la empresa salmonera Blumar, ubicado en Isla Dring. Les habían encargado hacer el baño químico de peces.

El baño de peces se hace para combatir el “piojo de mar”, uno de los principales problemas sanitarios que acecha a la crianza de salmones. Para hacerlo, se recubre la jaula donde están los salmones por debajo con una inmensa lona de 45 m X 45 m, y se aplica un antiparasitario. La lona hace que el químico se mantenga en la jaula. Pasada una media hora en que los peces mantuvieron contacto con el químico, se retira la lona y se termina el proceso.

A las 13:50 Caicheo se sumergió en la jaula 110, a siete metros de profundidad, para supervisar que la lona no se enredara con la jaula. Pedro Muñoz, supervisor de las faenas de baños de peces, se encontraba esperando a que subiera para verter el químico, pero no salía. Uno de los buzos del equipo se lanzó al agua para ver qué pasaba. Cuando llegó a los seis metros de profundidad no vio a Caicheo y su manguera estaba estirada hacia el fondo.

El equipo decidió enrollar la lona para ver qué pasaba. En ella venía el cuerpo sin vida de Mario Caicheo. La Armada abrió la investigación sumaria administrativa y realizó un peritaje al equipo de buceo para determinar la causa de su muerte. El informe concluyó que Caicheo no ocupaba ni arnés de seguridad (elemento que, ante accidentes, permite que el buzo sea sacado del agua) ni reloj profundímetro, objetos de uso obligatorio. Sus compañeros de trabajo declararon que ambos elementos obstaculizan la labor del buzo cuando hace maniobras para baño de peces, ya que se pueden enredar en la malla pecera y la lona.

 Según el perito, el compresor para buceo tenía poca mantención y el sistema de aspiración de aire del motor estaba roto y parchado con cintas. En su informe de fiscalización, la Dirección del Trabajo determinó que no le informaron sobre los riesgos que entrañaba la faena de baño de peces, ni las medidas de seguridad y de trabajo correcto y que no adiestró a los buzos en el uso correcto de los elementos de seguridad.

La sanción que recibió la empresa subcontratista Servicios Kaweshka Ltda. por todas estas infracciones fue una multa de $3.796.020 pesos. Así se cerró el caso de la muerte de Mario Caicheo, y pasó, al igual que Marco Parra, a engrosar el número de buzos que mueren trabajando en la industria salmonera.

“Los prevencionistas de riesgo existen para el papel nomás”

A pesar de su experiencia y de su matrícula de buzo comercial (la más especializada del mercado) Jaime Ramírez sufrió un accidente grave en 2019 a causa de una mala práctica que se da en la salmonicultura: muchas veces las empresas realizan faenas de buceo con “puerto cerrado”.

El “puerto cerrado” se da cuando la Armada prohíbe, por mal tiempo, cualquier tipo de faena o movimiento en el territorio marítimo. Sin embargo, muchas salmoneras trabajan igual con puerto cerrado, según el testimonio de muchos buzos entrevistados para este reportaje.

“Sufrí un aplastamiento de pierna entre un barco y un centro de cultivo. Afortunadamente sólo tuve una hemorragia interna que fue operable, pero el punto es que a veces no están las condiciones y te obligan a trabajar”. 

Una de las maniobras que tenía que hacer Ramírez era cruzar un cabo de un extremo a otro del barco por debajo de él. Cómo había marea, el barco se balanceaba y Ramírez, al subir a cubierta, no alcanzó a subir una de sus piernas, que se aplastó contra la estructura metálica del pasillo del centro. Su accidente está contabilizado en los 32 accidentes de buceo en salmoneras que registró la Directemar en 2019. Ese año hubo nueve muertes de buzos en centros de cultivo.

Esta práctica negligente es mencionada en el “Informe Industria Salmonera y Derechos Humanos” elaborado en 2021 por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), el Instituto Danés de Derechos Humanos y la Embajada de Suecia. Para la elaboración del informe se entrevistó bajo reserva de identidad a buzos salmonicultores, jefes de centro y personas relacionadas al rubro. Un grupo de ellas se refirió de manera explícita a la práctica de trabajar bajo condición de puerto cerrado.

“Creo que la seguridad se pasa a llevar en algunas empresas. Creo que en eso la industria, nuestros colegas… les falta un poco, meter un poco de entusiasmo en eso (…) navegaciones con puerto cerrado por ejemplo (…). La semana pasada nosotros estuvimos acá 7 días con puerto cerrado (…). En Calbuco murió un buzo trabajando con puerto cerrado”, dijeron un jefe de centro y sus asistentes en una declaración conjunta para resguardar sus identidades.

¿Sabe la Armada que muchas empresas salmoneras realizan igual sus faenas en centros de cultivo cuando hay malas condiciones climáticas? Para contestar ésta y otras preguntas la institución fue contactada, a través del área de prensa de la Quinta Zona Naval, para hacer llegar una pauta de preguntas a las gobernaciones marítimas de Puerto Montt y Castro. Sin embargo, luego de más de dos meses de gestiones, no hubo respuesta.

Un buzo que prefirió mantener su identidad en reserva, y que tiene más de 25 años de experiencia en el rubro, dice que en la industria “los prevencionistas de riesgo existen para el papel nomás”. Según él, “los jefes de centro no te informan si se cerró o no. Puede haber un temporal tremendo fuera del lugar, pero donde está ubicado el centro el mar está calmo, pero en caso de un accidente ¿cómo sales de ahí?”.

Según un estudio encargado en 2014 por la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso), titulado “Estudio Observacional de Buzos dedicados a la Acuicultura”, de un total de 119 buzos encuestados, 39 aseguraron bucear a más de 20 metros de profundidad (33% del total). Este dato se revela alarmante si se cruza con otro: el 75% de los buzos consultados para el estudio tienen matrícula básica, que les prohíbe sumergirse más allá de los 20 metros.

Reinaldo Rodríguez (56), biólogo marino de la Universidad Católica del Norte, fue jefe de la investigación que encargó la Suseso.

“En 2019 casi no quedaban buzos contratados directamente por las empresas. Muchas veces los buzos compartían equipos entre ellos, con todo el problema que significa pasarse los snorkel, máscaras, etc. Los equipos de las empresas subcontratistas eran muy deficientes, y muchos problemas se generaron por esta baja implementación de tecnología y de equipos adecuados”, explica Rodríguez. 

Según Rodríguez, cuando se permitió la subcontratación se generó un detrimento, en la actividad, de la parte laboral y de salud del buzo. “La industria salmonera dejó de ser responsable de las condiciones laborales y de salud de los buzos”, dice. 

Fabiola Gaete, abogada del Sindicato Nacional de Buzos de Chile y abogada querellante en decenas de causas de buzos muertos y accidentados, dice que en los centros de cultivo “hay un jefe de planta o de faena que es de la empresa mandante, que la verdad no está preocupado de si los buzos están capacitados o no. Esta persona hace que se cumpla el trabajo, nada más. No fiscalizan si ese grupo está cumpliendo con las medidas”.

A pesar de la presentación de protocolos de seguridad y buenas prácticas que elaboraron los dos gremios salmoneros del país, el 11 de enero de 2022 falleció el buzo Edgar Mansilla en un centro de cultivo de la empresa Camanchaca (socia del gremio SalmonChile). Se encontraba limpiando las redes del centro con una hidrolavadora cuando explosionó uno de los filtros de aire del estanque. Al día siguiente, el 12 de enero, murió el buzo José Ruiz Oyarzo mientras realizaba faenas para la empresa Salmones Antártica. La cifra no se detuvo ahí: el 22 de agosto murió la buzo comercial Kateryn Pérez en un centro de cultivo de la salmonera Nova Austral, ubicado en la región de Magallanes.

Para este reportaje fue contactada la empresa salmonera Blumar Seafoods, para consultarles sobre accidentes y muertes de buzos en sus centros de cultivo, pero decidieron no referirse al asunto. Para esclarecer qué tipo de responsabilidades tienen las empresas en los accidentes y muertes de buzos, Ladera Sur contactó al Consejo del Salmón, organización que agrupa a cinco de las empresas salmoneras más importantes del país: AquaChile, Australis Seafood, Cermaq, Mowi Chile y Salmones Aysén. Enviaron una respuesta que puede leerse aquí.

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