La historia nos sitúa en Cabo Occidental, en Sudáfrica, donde el cineasta Craig Foster pasó toda su infancia. Luego de años alejado esas aguas cristalinas y potentes olas que marcaron su juventud, y en medio de una crisis personal y laboral, volver a sus orígenes en cercanía al mar resultó en una experiencia que marcó su vida para siempre. Una conmovedora historia que comparte en el documental de Netflix Mi maestro el pulpo.

En búsqueda de recuperar aquello que creía haber perdido y que lo frustraba, Foster empezó a bucear día tras día. Encontró un rincón que se alejaba de las tormentosas olas que rodeaban su hogar, en el que un bosque de algas que mostraba una cierta calma por sobre el agua. Una vez inmerso en las profundidades, esos bosques revelaron la vida que los rodeaban: peces extraordinarios, moluscos, y una vida de diferentes formas y colores que resultaba impresionante.

Y ahí, casi inadvertida en su camuflaje, había un pulpo hembra que llamó la atención de Craig. Desde ese día en adelante, empieza la historia.

El cineasta se propuso acompañarla cada día y desarrollar confianza con el animal. A medida que esto pasaba, no sólo observó cada uno de sus inesperados comportamientos y estudió su entorno, sino que desarrolló un vínculo extraordinario con el animal.

©Sea Change Project
©Sea Change Project

De esta forma, logra transmitir a través de una hora y media todo de documental dirigido por dirigida por Pippa Ehrlich y James Reedha, un proceso que pareciera ser el desarrollo de una amistad y que él percibe como tal al relatarla. Una sensación que está desde que el animal toca con uno de sus tentáculos al cineasta hasta que se apoya completamente en su pecho: algo que lo muestra cómodo y confiado con Foster, permitiéndole observar cosas que, según él comenta, son muy difíciles de ver y, sobre todo, presenciar. Por ejemplo, cuando caza su alimento, es acechada por tiburones o “juega” con otras especies marinas. O incluso, sus movimientos y camuflajes que le permitían imitar su entorno y pasar inadvertido para algunos depredadores.

Se trata así de la historia de un paso a paso, en la que Foster logra una conexión que le trajo grandes lecciones en su vida, llegando a conectarse nuevamente con su trabajo y su familia, en especial a su hijo. Es que este pulpo le enseñó desde sus prácticas diarias. Le mostró un mundo para superar adversidades, desafíos y peligros con una inteligencia y creatividad que iba en aumento, y que cada día era más sorprendente. Así, este animal, que aprendió todo por sí mismo en su corto tiempo de vida, de alguna manera logró ser un verdadero profesor para la vida de Foster, hasta el momento de su muerte.

©Sea Change Project
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«Me enamore de ella, pero también de la asombrosa naturaleza que ella representaba, de como ella me cambio», dice Craig Foster en el documental.

En poco menos de un año, desde su primer encuentro, el cineasta empieza a desarrollar una conciencia mayor con la naturaleza que dice nunca antes haber sentido. Cada día que pasó con este pulpo, lo ayudó a superar su crisis y encontrar nuevos rumbos, entendiendo y teniendo conciencia sobre el mundo que lo rodea. Es en este contexto que crea Sea Change Project, que se dedica a la protección del bosque de algas y la protección del medio ambiente marino de Sudáfrica.

Se trata así, de un documental que toca desde un lado sensible y cercano, lo que la naturaleza tiene para enseñarnos. Los pulpos son animales extraordinarios, y esta enseñanza no sólo quedó en un encuentro, sino que traspasó fronteras a través de este documental. Una muestra de que todavía nos queda mucho por conocer y que parte todos formamos parte de un mundo que debemos cuidar y proteger.

*Puedes ver este documental buscando «Mi maestro el Pulpo» en Netflix.

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