Diez consejos para salir a acampar en invierno
A pesar del frío, la nieve y el clima impredescible, y al contrario de lo que la mayoria de las personas piensan, en invierno también se puede acampar, pero es necesario tener en consideración varios factores para hacerlo de forma segura y que todos puedan disfrutar y vivir una experiencia inolvidable. Conversamos con la mesa técnica de Socorro Andino de la Región Metropolitana; Diego Vergara, montañista con vasta experiencia invernal, y con Carlos Gatica Vera, instructor profesional de montañismo y escalada y director académico de la escuela de escalada Ruta Directa; para poder desarrollar una guía práctica con 10 consejos a tener en cuenta para acampar en invierno, los cuales dividimos en tres etapas clave: planificación previa, pernoctar seguros y protección fuera de la carpa. Lee la lista completa aquí.
Acampar en invierno lógicamente suele ser más complicado que en época estival. La nieve, la lluvia, el frío y las condiciones climáticas de la temporada, pueden llevarnos a pasar momentos desagradables o situaciones peligrosas en lugares agrestes. Algunos de los principales riesgos podrían ser la desorientación (si hay nieve o lluvia), y la exposición a hipotermia o congelamientos, si no llevamos una carpa adecuada. Sin embargo, acampar en invierno es una experiencia única y tan satisfactoria como hacerlo durante otras épocas del año.
Con esta guía práctica buscamos ayudar a mantener la seguridad de las personas, y eso se puede lograr a través de tres etapas clave: la planificación antes de salir, el pernoctar seguros y protegernos cuando estemos fuera de la carpa.
Conversamos con Diego Vergara, montañista con basta experiencia invernal, la mesa técnica de Socorro Andino de la Región Metropolitana, y con Carlos Gatica Vera, instructor profesional de montañismo y escalada y director académico de la escuela de escalada Ruta Directa; quienes nos ayudaron a elaborar una lista con 10 cosas importantes a tener en cuenta para acampar en invierno.
Planificación
1. Planea la acampada y tu ruta con antelación. Una vez seleccionado tu destino, planea tu ruta desde casa. Investiga la zona y estudia los mapas para conocer el terreno. Con la ayuda de los mapas físicos y topográficos podrás determinar cuánto tiempo te llevará llegar a tu destino y la elevación del terreno. Investiga el área y verifica las condiciones de caminos y senderos.
Tambien es importante informarse sobre los servicios de emergencia disponibles cerca de la zona, en caso de que la ruta incluya áreas de nieve profunda, debes saber reconocer y evitar áreas de avalanchas. Es esencial informarse acerca de los pronósticos de avalanchas locales y mantenerse alejado si existe peligro.
2. La planificación de la ruta requerirá que se preste mayor atención a las condiciones climáticas y la aproximación al lugar de campamento. Es fundamental revisar los reportes meteorológicos varios días antes de realizar la excursión e ir chequeandolo diariamente. Recordemos que el clima en invierno puede llegar a ser muy volátil, por lo que es esencial ir verificando que las condiciones se mantengan optimas para realizar nuestra excursión sin inconvenientes.
3. Ten un plan B y deja un plan de viaje. Antes de tu acampada, informa a tu familia o amigos dónde estarás y cuándo volverás, incluyendo información de tu vehículo e información de contacto de tus compañeros. Asimismo, siempre debes considerar que el tiempo y la nieve pueden jugarte una mala pasada pese a la preparación previa, así que mejor piensa en un plan B por si tienes que buscar alternativas en el momento.
Lleva un mapa con refugios, albergues o incluso casas rurales por si es imposible acampar al aire libre. Si el clima no acompaña y no puedes ni encender un fuego o la cocinilla, lleva comida que puedas consumir sin necesidad de cocinar.
Un elemento que también es clave en el mundo invernal es tener un kit de rescate para terrenos nevosos, el cual incluye una sonda de nieve, un detector de víctimas de avalanchas (DVA), y una pala de nieve, que también es fundamental para confeccionar campamentos en nieve y refugios en caso de alguna eventualidad.
Si es posible, asimismo, nunca esta de más considerar equipos de radiocomunicación y gps, en caso de alguna emergencia o algún extravío.
4. Vestir por capas. Vestirse por capas es fundamental a la hora de equiparse para actividades y trabajos al aire libre; es la mejor manera de conseguir el óptimo rendimiento de nuestras prendas en cualquier condición y situación atmosférica, además nos permite adaptarnos al clima de manera óptima. En primer lugar, la primera capa tiene la función principal de mantener seca la superficie de la piel, esta debe absorber humedad y secarse rápidamente (hidrofuga) ya que si esta se mantiene húmeda, el cuerpo pierde temperatura rápidamente, por lo que las capas exteriores no podrán cumplir su función. Por otro lado, la segunda capa debe mantener el calor corporal dejando salir el vapor que emana la primera capa, logrando así mantener el cuerpo en un ambiente seco y calido, propicio para que pueda seguir produciendo calor. Finalmente, la tercera capa es la encargada de aislar al usuario de las condiciones exteriores como viento, agua y nieve.
Contar con una buena parka es esencial, y en ese sentido, te recomendamos, siempre que el bolsillo lo permita, preferir una parka de pluma. Las plumas tienen 3 veces más capacidad de almacenar el calor corporal entre sus fibras que el poliester o la lana, asÍ como son más ligeras y al ser fibras naturales, expulsan el exceso de calor. Vale decir que es fundamental saber cómo reacciona tu cuerpo a la actividad física para alternar esas capas, por lo que en este caso, el autoconocimiento es esencial.
Asimismo, nunca olvides tener un buen pantalón térmico, y polainas para que no ingrese la nieve a los zapatos.
Recuerda también que en las actividades en la montaña o al aire libre tener un buen calzado es fundamental. No olvides llevar tus zapatos de trekking, los cuales pueden ser botas rígidas o semi-rígidas, y también, no olvides considerar raquetas y trampones en caso de nieve y pendientes de hielo.
5. Usar una carpa de cuatro temporadas es indispensable. La elección de la carpa correcta es fundamental para el confort de nuestras salidas a la montaña. Será nuestro hogar lejos de casa y nos protegerá de las inclemencias del tiempo en la naturaleza. Por ello, para acampar en invierno lo más recomendable es optar por una carpa de 4 estaciones, que están hechas específicamente para actividades invernales. Estas carpas están construidas con materiales más pesados y menos respirables que las hace más resistentes al frío, asimismo, son lo suficientemente durables para soportar vientos duros y prevenir que la nieve se vaya acumulando sobre la carpa. En ese sentido, uno de los elementos más importantes a considerar es la impermeabilidad de la base, que es la parte de la carpa que sufre más presión y requiere de una mayor impermeabilidad.
Vale decir que los modelos de 4 estaciones pueden ser, además del clásico formato carpa-cubretecho, de una sola capa o “single wall”, modelos que son una alternativa muy liviana e ideal para ascensos en los que el peso es un factor determinante para el éxito.
Otro dato interesante es que hasta hace poco, muchos modelos incorporaban un faldón en toda la extensión de la carpa, sin embargo hoy en día estos modelos están en desuso debido a que la nieve sobre los faldones podía “sellar” la carpa, impidiendo la correcta ventilación de su interior, lo que podía llegar a ser mortal en los casos de intoxicación por monóxido de carbono generado por las cocinillas. Hoy en día algunos modelos clásicos de alta montaña incluyen los faldones solo en el vestíbulo, lo que permite cocinar o derretir nieve en ese lugar aislado del viento pero manteniendo una buena ventilación en el resto de la carpa. Estas carpas se conocen como carpa de dos paredes y están construidas de modo tal que permiten que haya varios centímetros entre la base de la carpa y el toldo, para que haya una correcta circulación de aire en toda la carpa.
6. Ubica tu carpa en la zona más cálida y segura posible. Trata de evitar sitios que puedan suponer un peligro, como avalanchas, corrimiento de tierras a causa de las lluvias o caída de árboles. Asimismo, se recomienda buscar el sitio menos inclinado y más soleado a lo largo del día, con ello, tu carpa se mantendrá con menos humedad y se calentará de manera más eficiente.
Asimismo, en zonas de nieve se recomienda apalear el terreno y colocar un aislante entre la carpa y el suelo como un footprint o una lona para carpa.
Recuerda igualmente, que nunca esta de más empacar más de lo que necesites. Puedes llevar más pilas, un par de galones de gas extra, algo más de comida o primeras capas de cambio. En un campamento invernal tendrás menos horas de luz y dependerás mucho más de tus linternas. Además, derretir nieve -en caso de que vayas a un lugar con nieve- será necesario para mantenerte hidratado, por lo que es probable que necesites más gas para eso.
Lleva un termo. Éste permite mantener el agua caliente. Se puede elegir uno por cordada o por persona. Lo importante es contar con un termo ya que es una fuente de calor de rápido acceso, mientras se preocupen de mantenerlo lleno en todo momento. No olvidar que la calidad del termo también importa; uno de mala calidad mantendrá por menos tiempo el calor.
Considera también una bolsa seca, ya que sirve bastante.
Consideraciones al pernoctar
7. Duerme cómodamente y sin pasar frío. Trae una colchoneta inflable y un pad de espuma para dormir: el aire nos mantiene aislados y tener dos capas debajo nuestro cuerpo nos ayuda a no perder temperatura. Eso sí esto último podría ser opcional en el caso de que incomode mucho.
Cabe considerar. igualmente, que hay colchonetas aptas para el invierno y otras no. Las colchonetas o esterillas de montaña aislantes se rigen por la clasificación de resistencia térmica o valor R. Para tu acampada de invierno necesitarás con un valor R igual o mayor a 4 (escala del 1 al 8). El valor R representa la capacidad del material de oponerse a la conductividad térmica del suelo frío de la tienda de campaña a tu saco de dormir.
Además, nunca olvides contar con un saco de dormir adecuado para la época, el cual debe poder resistir bajas temperaturas. Los sacos de dormir crean, por medio del relleno que tienen, una barrera aislante de aire que protege del frío del exterior y que retiene el aire caliente del interior. Esta barrera no es más que un espacio donde el aire caliente queda atrapado entre el interior y el exterior del saco. A esto se le conoce como «loft» y dependiendo del relleno este loft va a ser mayor o menor.
Para asegurarse de que el saco de dormir nos va a servir para la expedición que vamos a realizar, conviene fijarse rango de temperatura para su rendimiento, o sea los niveles de frío externo que puede soportar. Es recomendable, asimismo, si ese rango está certificado con la norma europea EN 13537, que estandariza la calidad de estos implementos en este apartado.
Esta norma —que se basa en test hechos en laboratorio, con maniquíes de mujeres y hombres estándar— indica que hay cuatro rangos que el saco de dormir debe informar: uno de límite superior, otro confort, uno de límite inferior y otro extremo.
El límite superior es la temperatura a la cual un hombre estándar —de 25 años, 1.73 metros de altura y 73 kg de peso— podría dormir dentro del saco, con una primera capa, sin que el calor lo haga sudar en exceso. El de confort es la temperatura a la cual una mujer estándar —también de 25 años, de 1.60 m y 60 kg— puede dormir dentro del saco, con primera capa, con comodidad y sin sentir frío. El límite inferior son los grados bajo los que un hombre estándar puede dormir sin tener que abrigarse y sin temblar. Y el límite extremo es aquella temperatura en la cual una mujer estándar puede dormir seis horas sin riesgo de sufrir hipotermia. En ese sentido, conviene fijarse más en la temperatura límite ya que ahí es donde se mide la verdadera capacidad del saco.
La elección de su composición -si es sintético o de pluma- dependerá de tus preferencias. No existe uno mejor que otro, pero a modo de ejemplo, un saco de pluma es más liviano y ocupa menos espacio, pero si se moja ya no podrás utilizarlo. Mientras tanto, un saco con relleno sintético es más pesado y ocupa más espacio, pero resiste mucho mejor la humedad.
Meter una botella de policarbonato con agua caliente dentro de tu saco de dormir es un truco muy simple. Si es que cuentas con una botella de policarbonato se puede ocupar como guatero. Este material mantiene el calor por bastante tiempo y envolverla en un calcetín evitará que te quemes, aunque también existen calentadores de manos portátiles en el mercado. Si esto no es suficiente, puedes ocupar tu propia ropa como capa térmica, pero no exageres porque si no respetas la capa de aire entre tu cuerpo y el saco, perderás temperatura. La bala clava es importante para proteger tu rostro del frío exterior: recuerda que tu cara será la única parte de tu cuerpo expuesta mientras duermas.
Asimismo, puedes utilizar un saco sabana o un liner para agregarle unos grados extras de calor a tu saco de dormir.
8. Mantén las ventilaciones de tu carpa abiertas en todo momento. Existe la falsa creencia de que cerrando las ventilaciones nos mantendremos más temperados, pero esto sólo genera condensación y, por ende, más humedad. Toda la condensación que tu cuerpo genera se podría congelar dentro de la carpa.
9. El uso de cocinilla está estrictamente prohibido dentro de la carpa. Si bien, es muy común que los montañistas utilicen su cocinilla al interior de la carpa para derretir nieve o cocinar aislados del viento y otras condiciones externas, esto no es recomendable debido a la peligrosidad de los gases que emanan las cocinillas, asi como el riesgo de incendio. En caso de ser necesario, siempre se debe ocupar el vestíbulo con sus ventilaciones abiertas. De esta manera, se evitará un accidente porque el nylon y la aislación sintética, de los que están hechos las carpas, son muy inflamables en general.
Protección fuera de la carpa
10. Mantente hidratado. Las actividades invernales requieren de mucha energía, entonces asegúrate de tomar agua constantemente. Entrar en una etapa de deshidratación no es nada recomendable, menos si estás a varios metros sobre el nivel del mar. Ten cuidado con la mala interpretación de la transpiración, en zonas cordilleranas no te darás cuenta que pierdes humedad porque se evapora rápidamente. Entonces, hidrátate, en periodos de intensidades altas, cada veinte minutos; y en bajas, cada cuarenta minutos.
11. Protege tu piel. Las zonas de nieve generan mucha reflexión de la radiación solar y esto aumenta en gran medida la exposición al sol. Ocupa un protector solar de un factor alto al menos tres veces al día, nunca olvidando tus orejas. Además, recuerda que el protector solar en base a aceites y grasas también protege del frío, porque genera micro capa de aislamiento al frío.
Finalmente, el uso de lentes o antiparras, es indispensable para evitar cegueras. Los casos de lesiones oculares son mucho más comunes de lo que se cree.