Es un felino neotropical y no pesa más de 2,5 kg, una característica que lo identifica como la especie más pequeña de Latinoamérica. La güiña, reconocible por su pelaje café amarillento, sus pequeñas manchas circulares hasta su vientre y una cola que mide casi un cuarto de su cuerpo, es uno de los felinos que menos ejemplares tiene en Chile. En números, se estima que existen sólo 10 mil entre la Región de Coquimbo y la de Aysén. Y están disminuyendo.

Muchos científicos han asumido que la población de estos animales carnívoros hoy considerados una especie Vulnerable, ha disminuído por la persecución humana y la deforestación. Sin embargo, un  reciente estudio liderado por el profesor Nicolás Gálvez, con investigadores del Instituto Durell de Conservación y Ecología (DICE), publicado para la Universidad de Kent, concluye algo diferente. Lo que más afecta a la población de la guiña en Chile es el cambio del uso del suelo de su hábitat, ocasionado por la fragmentación de los lugares en los que vive. Según esta investigación, la tierra es dividida para convertirse en viviendas residenciales o pequeñas granjas.

©Eduardo Minte
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En el país la caza de estos felinos es ilegal, pero sobre todo en las zonas rurales hay quienes lo siguen haciendo porque las guiñas cazan a sus pequeños animales domésticos. Sin embargo, aunque sucede, el estudio revela que es raro que se aparezcan por las parcelas residenciales y sólo el 10% de los entrevistados dice haber matado a uno en la última década. Además, normalmente quien lo hace, dice no saber que está fuera de la ley. Y tal como señalan en la investigación, aparentemente la guiña ha sabido adaptarse a la pérdida de bosques o deforestación.

El mayor problema, entonces, radica en que cada vez hay más propietarios que subdividen sus tierras agrícolas –pueden hacerlo hasta en hasta media hectárea–. Esto permite que se desarrollen más granjas pequeñas y que aumente el número de casas. Por lo tanto, en las áreas donde habita la güiña ahora hay más densidad humana.

©Eduardo Minte
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Según datos del Ministerio del Medio Ambiente, este felino habita principalmente en ambientes con mucho bosque y matorrales densos. Y si viven en bosques fragmentados, siempre es en zonas que conecten a los bosques. En la investigación de Gálvez se centraron en la Región de la Araucanía, en la cordillera de los Andes y el Valle Central.

En 1996, esta especie entró en la lista roja de la IUCN, que mantiene un registro mundial de las especies amenazadas. Aquí en Chile, la lista de especies nativas considera a esta especie como Vulnerable entre las regiones de Coquimbo hasta Los Ríos. Es decir, en 8 de las 10 comunas en las que habita. Para haber entrado en esta categoría, las últimas tres generaciones disminuyeron su población en un 30%, lo que todavía no se detiene. Ahora que se descubrió una nueva razón que contribuye a su amenaza, quizás pueda ayudar a prevenir que este felino desaparezca.  

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