Para minar Bitcoin y otras criptomonedas se emplean grandes procesadores que trabajan día y noche, consumiendo cantidades desomunales de energía. Crédito: © Karolina Grabowska
Para minar Bitcoin y otras criptomonedas se emplean grandes procesadores que trabajan día y noche, consumiendo cantidades desomunales de energía. Crédito: © Karolina Grabowska

Bastó apenas un trino desde la cuenta en Twitter de Elon Musk, el magnate sudafricano nacionalizado canadiense, para hacer la magia. Musk, quien es creador de empresas como Paypal y Tesla —dedicada a la fabricación y comercialización de autos eléctricos— había decidido anunciar que Tesla no procesaría más ventas en Bitcoin, un sistema de código abierto creado en 2009, que es además una criptomoneda empleada como medio de pago P2P (red de pares o peer-to-peer en inglés ) y que revolucionó todo el concepto de medios de pagos basados en la confianza creada por el consenso en una red de computadores interconectados como una posible alternativa (o solución, según se mire) al sistema financiero mundial, basado principalmente en bancos, entidades financieras y emisión de moneda por parte de Bancos Centrales cada país.

Tesla ha suspendido las compras de vehículos con Bitcoin.  Nos preocupa el rápido aumento del uso de combustibles fósiles para la minería y las transacciones de Bitcoin, especialmente el carbón, que tiene las peores emisiones de cualquier combustible.
Las criptomonedas son una buena idea en muchos niveles y creemos que tiene un futuro prometedor, pero esto no puede tener un gran costo para el medio ambiente.
Tesla no venderá Bitcoin y tenemos la intención de usarlo para transacciones tan pronto como la minería pase a una energía más sostenible.
También estamos buscando otras criptomonedas que usan <1% de la energía / transacción de Bitcoin.

—Elon Musk (@elonmusk)

La decisión de Elon Musk es significativa si se toma en cuenta que abre el debate sobre la prevalencia de algunas de estas soluciones sobre el impacto que tienen en nuestro planeta. Citando preocupación por la cantidad de energía que se consume para la minería de criptomonedas, la decisión de Musk y de Tesla provocaron la caída del valor de Bitcoin en 10%. Y esto no es poca cosa si se toma en cuenta que Tesla había anunciado la compra de 1.500 millones de dólares en Bitcoin. Pero, ¿Qué son exactamente las criptomonedas? ¿Cómo se obtienen? ¿Qué impacto tienen? Y, finalmente, ¿es la decisión de Mu

sk una estrategia contra Bitcoin, o es —como ha expresado— producto de una meditada revisión sobre sus prácticas y las de sus empresas y cómo estas afectan el medio ambiente, la naturaleza?

Tesla, el gigante automotriz de los automóviles eléctricos, dejará de realizar operaciones en Bitcoin, lo que ya ha puesto nuevamente el debate sobre el impacto ambiental de las criptomonedas. Crédito: Craig Adderley
Tesla, el gigante automotriz de los automóviles eléctricos, dejará de realizar operaciones en Bitcoin, lo que ya ha puesto nuevamente el debate sobre el impacto ambiental de las criptomonedas. Crédito: Craig Adderley

Un comienzo: Satoshi Nakamoto y el misterio sobre el origen de las criptomonedas

El nacimiento de las criptomonedas es desde hace casi una década objeto de debate y controversia. Aunque hay algunos consensos. El origen de la teoría sobre el intercambio independiente de valor entre personas (P2P) y cómo este debía ser validado más que por una entidad o banco, por una red interconectada de computadores, que permitan entre sí alcanzar consenso o aceptación sobre las transacciones, tiene su origen en un artículo o papel publicado en 2008 por un criptógrafo y matemático que usó el seudónimo de Satoshi Nakamoto. Aún se desconoce si el autor real es japonés, aunque hay teorías que cuestionan esta afirmación. Lo cierto, en todo caso, es que en este artículo o papel se sentaban las bases de lo que luego conoceríamos como dinero digital, y también fueron los cimientos sobre los cuales se erigió el primer software de Bitcoin, la primera y más conocida criptomoneda.

Las criptomonedas —también llamadas criptodivisas o criptoactivos— emplean un principio básico para la validación de las transacciones: la criptografía. Se emplean bases de datos interconectadas, que no están en un solo lugar, y que escriben, registran y verifican transacciones y secciones de código en unidades llamadas blockchain o cadena de bloques con registros en cada nódulo o parte que conforma la red en la que se aloja la base de datos. Es, en términos sencillos, como un libro contable con sus páginas almacenadas en cada computador miembro de la red. Ninguna puede leerse sin haber comprendido la anterior. La secuencia es inalterable, los datos son replicados en cada nódulo. Las múltiples versiones hacen imposible su corrupción por agentes externos a la red.

El asunto seguramente parecerá muy complejo en la medida que se profundiza en detalles, pero para mantenerlo en un plano inteligible, se podrá decir que son bloques o cajas con datos que incluyen información referente a su vínculo con el bloque anterior y con el siguiente. La secuencia total, como ya se ha dicho, se almacena en cada nódulo, razón por la que se garantiza la integridad de la data y su fidelidad (confianza), el valor principal que aplicamos para valorizar las divisas actuales. De esta manera, se rompe con la convención de almacenar información en un solo servidor. El principio es útil porque evita la manipulación: ningún agente podrá alterar la data porque todos los nódulos o computadores miembros de la red podrán actuar como verificadores y autentificar cada una de las transacciones (consenso).

«Cada nodo de la red utiliza certificados y firmas digitales para verificar la información y validar las transacciones y los datos almacenados en la blockchain, lo que permite asegurar la autenticidad de dicha información. De esta forma, podemos pensar en blockchain como un escribano. Un medio para certificar y validar cualquier tipo de información. Un registro confiable, descentralizado, resistente a la manipulación de datos, y donde queda todo registrado«, describe Cecilia Pastorino, licenciada en redes y telecomunicaciones en el blog de ESET, una compañía de seguridad informática.

Pero, ¿Cómo se origina entonces una criptomoneda? El proceso de generación de nuevas monedas consta de un proceso de competitividad entre los actores que ha sido denominado minería. Los nódulos o computadoras que forman parte de la red validan, descifran operaciones matemáticas súper complejas (algoritmos) y autentifican códigos. Cada vez que se descifra un algoritmo o código, se emite una nueva moneda como gratificación. Pero para esto se requiere computadores súper potentes, con procesadores muy avanzados. Y la competencia es voraz. En la medida en que ingresan más mineros a la red, aumenta la competencia por descifrar estos acertijos matemáticos. El proceso requiere de grandes cantidades de energía para mantener estos ordenadores o granjas de computadoras funcionando de manera ininterrumpida. Y es aquí donde se entra en la consideración ético-ambiental: ¿hace bien al planeta este consumo desmesurado de energía en una carrera por la generación de estas criptomonedas?

Las grandes instalaciones para minería de criptomonedas consumen vastas cantidades de energía eléctrica. Crédito: Getty Images
Las grandes instalaciones para minería de criptomonedas consumen vastas cantidades de energía eléctrica y generan calor. Crédito: Getty Images

Procesadores, consumo de energía, y el planeta

Extraer o minar criptomonedas no es como la minería convencional. Dado que se hace digitalmente, la minería de criptomonedas no es como extraer oro de la tierra: no hay explosivos, excavadoras ni fundiciones involucradas. Pero esto no significa que no tenga un impacto real —y tangible— sobre el medio ambiente. También, las criptomonedas han desatado una fiebre en todo el mundo —como hizo el oro— por la obtención de ganancias a través de su minería. Informáticos, empresas y hasta países se han lanzado a la carrera por obtener esta moneda cuyo valor se establece según la oferta y la demanda.

Y acá es donde el Bitcoin, en particular, se benefició de los anuncios hechos en principio por Elon Musk y su compañía, Tesla, en la que avisó la compra el equivalente a 1.500 millones de dólares estadounidenses en Bitcoin o, también, la aceptación de la criptomoneda como método válido de pago en la comercialización de sus automóviles eléctricos. En la medida en que el Bitcoin o las criptomonedas puedan ser más aceptadas en general, mayor será su demanda. El solo hecho de que sea recibido por establecimientos, comercios, automotrices (como Tesla) incrementa su usabilidad y la confianza en ella.

Cualquiera podía minar criptomonedas o Bitcoins —la primera de ellas— durante los primeros días: bastaba un computador e instalar algún software o programa en su hogar, PC o notebook.  Los primeros entusiastas eran vistos más como geeks, y la minería era percibida más veces como un juego de computadora, más que como los precursores de una gran ola mundial por las criptomonedas o siquiera  el comienzo de una revolución financiera que busca eliminar a los intermediarios: los poderosos bancos, entidades financieras y bancos centrales. Pero la fiebre ha provocado que todo el proceso se haga más complejo. Las criptomonedas, como el Bitcoin, están diseñadas para que solo existan 21 millones de ellas. En la medida en que la producción se acerca a este número, mayor es la sofisticación, complejidad y nivel de las operaciones y algoritmos que deben ser descifrados, validados y certificados por los miembros de la red. De allí, que se requieran equipos cada vez más potentes.

Actualmente se requieren de procesadores muy especializados para minar criptomonedas, principalmente porque la tasa de producción es fija. La potencia requerida de los procesadores es cada vez mayor. Por esto, se han establecido Pools, o conglomerados de aspirantes a mineros, que conectan sus computadores en red y contribuyen a resolver estos algoritmos; o también en la forma de granjas, que contienen hasta miles de equipos conectados, con núcleos (procesadores) cada vez más modernos y potentes. Pero estas requieren también de colosales cantidades de energía eléctrica, no solo para proveer potencia en el procesamiento, sino también para refrigeración, puesto que los equipos generan enormes cantidades de calor. Por esto, es mejor si la energía es barata.

Algunas granjas han sido establecidas en países del tercer mundo, donde el costo de energía es más bajo; o también en países que pueden producir su propia energía. Otra práctica también habitual ha sido la instalación de enormes granjas para la minería de criptomonedas cercanas a enormes plantas hidroeléctricas. Las más limpias son aquellas que usan el excedente de energía de plantas eléctricas, o que emplean energía solar o eólica, aunque sean una minoría. La Universidad de Cambridge, en Reino Unido, publicó recientemente un estudio en el que calcula que la red de Bitcoin tiene un consumo energético aproximado a 150 TWh (Teravatio hora), un consumo que es mayor al de países como Noruega, Suecia, Países Bajos, Polonia, o Ucrania.

En términos llanos, la red de Bitcoin podría consumir tanta energía al año como Chile, o esa cantidad de energía es equivalente a la que se usa para mantener todos los dispositivos domésticos siempre encendidos pero inactivos en cada hogar estadounidense durante 1,9 años. Estas cifras y comparaciones han ocasionado muchas críticas que retratan a las criptomonedas, especialmente a Bitcoin, como un factor contaminante con una creciente huella de carbono. Pero este no siempre es una afirmación precisa, la misma investigación de la Universidad de Cambridge —llamada Bitcoin Electricity Consumption Index— determinó que cerca de 40% de la minería de Bitcoin funciona con energía renovable, o que la red apenas consume 0,46% de la energía generada en todo el mundo y 0,52% de la energía que se consume globalmente.

Es difícil saber qué intenciones habrá tenido Elon Musk al retroceder en su decisión de que Tesla aceptara Bitcoins. Solo este anuncio provocó el desplome en el valor de la criptomoneda, que cayó un 10%. Pero años antes había servido como catalizador del precio de la criptomoneda al ser uno de los primeros —y más grandes— portavoces en favor de las criptomonedas, brindándoles una plataforma mundial para difundir su mensaje y además crear confianza en ellas. Ahora, con esta última decisión, lo que sí se hace patente es que Musk, al comprometerse a trabajar con criptomonedas más sustentables, ha privilegiado elevar el valor que tienen las energías más limpias, sobre el desempeño de sus propios activos y el de los 1.500 millones de dólares estadounidenses en Bitcoin que forman parte de sus activos. No sería justo olvidar que Musk es también uno de los más grandes exponentes de la industria automotriz eléctrica, que busca ser una alternativa con energías más limpias, libres de combustibles fósiles.

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