Desde 1995 las 198 naciones firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se congregan anualmente para celebrar la COP. El objetivo final que guía las negociaciones es la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), los principales responsables del calentamiento global.

En el marco de la edición número 27 de esta iniciativa, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicó el informe «La ventana de oportunidad se está cerrando», donde señala que sin una reducción del 45% de las emisiones de GEI en los próximos ocho años, será inevitable que la Tierra supere los 2ºC. 

Como contexto, actualmente el planeta sufre de una aumento de 1.2ºC, situación que ya está generando importantes desbalances en el ecosistema tales como las olas de calor, sequías, y, algo clave para entender los acuerdos de esta cumbre, los cada vez más frecuentes desastres naturales como huracanes, inundaciones e incendios que afectan en mayor intensidad a los países en vías de desarrolló. 

Pérdidas y Daños: el nuevo enfoque

Este año, el enfoque de la COP es hacia lo llamado “pérdidas y daños”, donde la Ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, tendrá un papel crucial como co-facilitadora de la negociación. “Las emisiones no pueden seguir aumentando y necesitamos financiamiento para que los países puedan mitigar el cambio climático, adaptarse y hacer frente a los impactos”, aseguró Maisa Rojas en entrevista con La Tercera.

Viviana Pinto, Directora Ejecutiva de la ONG Plastic Oceans Chile, concuerda con este nuevo enfoque, asegurando “no es momento de que sigamos hablando de planes sobre cómo abordar los efectos del cambio climático siendo que ya están acá y ya están afectando a distintos países a distintas comunidades que no tienen recursos para aplicar medidas de mitigación y adaptación”. 

En palabras simples, este nuevo acercamiento implica una política de reparación económica para una lista de más de 50 países subdesarrollados que han sufrido las consecuencias del cambio climático generado por los países desarrollados.  Así, las negociaciones estarán centradas en dos ejes: la entrega de mecanismos financieros para reparar las pérdidas y daños producto del calentamiento global y, por otro lado, la organización de la iniciativa “Red de Santiago”, creada en la COP25 que organizó Chile y que busca dar asistencia técnica a los países.

En esta línea, Francisco Correa, especialista en cambio climático e investigador del Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible, destaca el “consenso en la necesidad de indemnizar a los países que emiten menores cantidades de gases invernaderos, que son aquellos países que finalmente se van a ver más afectados en términos económicos por los efectos del cambio climático”. 

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Activista manifestándose a la entrada de la COP27
Fuente: El Español

Los desafíos de la cumbre

Dado el contexto político y económico global, COP27 no ha estado exenta de obstáculos. Uno de los más importantes, ya que compromete a las principales potencias contaminantes, es la guerra Rusia-Ucrania. Este conflicto significa un retroceso en el abastecimiento de gas natural en Europa, quienes durante el invierno deberán recurrir a fuentes de energía menos ecológicas. 

Sumado a esto, la creciente inflación y ardua recuperación económica producto de la pandemia representan una importante barrera para las negociaciones de financiamiento. En esta línea, Francisco Correa asegura que “Las decisiones en materia de reducción de GEI van a depender, por su puesto, de la guerra y de qué tanto se están viendo afectados por la inflación. Todo eso está presionando en contra de la reducción de GEI».

Por otro lado, y debido a estos factores, existe un aire pesimista sobre lo que se pueda lograr en materia de acuerdos. Bloomberg Intelligence, por ejemplo, cifra la probabilidad de que la COP27 cumpla sus objetivos en un paupérrimo 43%.

Viviana Pinto concuerda con este pesimismo:  “ Luego de 27 años tratando de llevar a cabo estos acuerdos no me sorprende que la visión sea pesimista. Hay que avanzar en otros frentes más que depender de una conferencia que se realiza de forma anual que no ha tenido muchos resultados”. 

Correa se suma a este análisis, asegurando que las bajas expectativas se deben a decisiones que van “desde uno de los aspectos más simples de la COP como ser auspiciada por Coca Cola, uno de los principales contaminantes a nivel mundial”. Además, menciona que “como ha sido tradición, siempre cuesta llegar a acuerdos en materia de reducción de gases de efecto invernadero, los cambios tienen que ser tan radicales y los países están tan afectados por la pandemia va a ser muy difícil que se logre lo que se necesita”. 

Una semana de «preacuerdos»

A pesar de los obstáculos que se prevén, en la primera mitad de la cumbre se han logrado trazar algunos preacuerdos que, se espera, sean ratificados. Sin embargo, el avance en materia de negociación no es tan robusto como se espera que sea durante la segunda y última semana. 

Entre estos incipientes acuerdos destacó el de la Unión Europea, quienes lograron el primer pacto para aumentar las reducciones de emisiones en sectores más contaminantes, tales como las industrias de generación eléctrica, calefacción, refinerías, o la producción de acero. Así, el Consejo Europeo se comprometió a reducir entre el 10% y 50% de sus emisiones para el 2030 y anunció multas para las empresas de los sectores antes mencionados que superaran las emisiones permitidas. 

Así mismo, otros países del viejo continente anunciaron durante la semana aportes millonarios para continuar la lucha contra el cambio climático. En esta línea, España se comprometió con una donación de 30 millones que estará destinada, entre otras cosas, para la puesta en marcha de la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía y para la Red de Santiago. 

Por otro lado, seis países desarrollados se han comprometido con varios millones de euros para las negociaciones de pérdidas y daños. Los líderes de Alemania anunciaron el martes un aporte de 170 millones al Escudo Global contra los Riesgos, destinado a cubrir riesgos climáticos en los países más vulnerables. Dinamarca, por su parte, anunció un aporte de 13 millones, mientras que Irlanda sostuvo que aportará 10 millones también como parte del Escudo Global. Austria, a su vez, prometió un aporte gradual de 50 millones para los próximos cuatro años y Escocia donará un monto total de 7 millones de euros. Bélgica, finalmente, aportará 2,5 millones de euros.

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Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea durante su visita a la COP27
Fuente: El Español

Finalmente, la figura de los pabellones ha alcanzado un protagonismo durante la primera semana. El 8 de noviembre Chile inauguró su propio pabellón a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores. En este espacio se realizarán cerca de 50 eventos que tendrán como objetivo dialogar sobre el cambio climático, tales como hidrógeno verde, financiamiento, océanos, transición energética, género  y educación ambiental, entre otros. 

Viviana Pinto señala que “lo rico de la COP son las actividades paralelas, por ejemplo los pabellones de distintos países donde se pueden compartir experiencias. Las interacciones ahí son enriquecedoras para que salgan iniciativas también”. 

Así, a punto de finalizar la primera mitad de la cumbre, los países se preparan para adentrarse en negociaciones y generar resultados que puedan, efectivamente, reducir las emisiones de GEI y combatir las consecuencias del cambio climático. 

*Foto principal:  Los líderes de 190 países reunidos durante la cumbre climática COP27 en Sharm el-Sheikh, Egipto. Fuente: El Español

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