La Patagonia chilena una vez más está en el foco de atención del mundo. Ahora lo que destaca no es únicamente sus paisajes impresionantes, los trekking inolvidables, ni su particular esencia. El protagonista es un hotel que desde que se instaló el año 2001 en el Parque Nacional Torres del Paine, ha cautivado a los turistas con su propuesta de turismo sustentable.

Se trata de Ecocamp Patagonia Lodge, el primer hotel geodésico de Chile, que acaba de ser destacado por la renombrada revista TIME como uno de los “100 mejores lugares en el mundo para visitar este 2018 en su última edición de septiembre.

“Es un signo de optimismo porque en general el mundo, los medios masivos y TIME en sus pautas editoriales están buscando estas luces que brillan en distintas partes del mundo. Están ayudando a mostrarlas y para nosotros es muy bueno porque señalan cosas especiales, únicas y señalan ejemplos. Es positivo”, dice Javier López, uno de los dueños y creadores de este hotel.

Una propuesta sustentable

La idea de instalar un hotel nació desde el espíritu ambientalista de sus co-fundadores, Javier López y Yerko Ivelic. López cuenta que antes de empezar la construcción de Ecocamp en 1999, tenían una empresa en el río Biobío en el que hacían una de sus grandes pasiones: las bajadas por el río en kayak. Sin embargo, sus cuatro años de encuentros con la naturaleza en este sector se apagaron luego de que se instalaran grandes represas en la zona.

“Nosotros quedamos muy sentidos. El Biobío fue una cosa que nos golpeó muy fuerte. El asunto es que había distintas formas de reaccionar con eso (…) En estas situaciones extremas existen dos posturas: una es la confrontación y la otra es la compensación. Nosotros elegimos compensar; crear un valor que genere que estas cosas sean ejemplos para que esto (lo que sucedió en Biobío) no suceda. Nosotros nos hicimos ambientalistas bien de corazón, esta cosa de hacer este hotel tenía que formular algo que realmente hiciera una diferencia”, explica Javier.

Así fue como empezaron a investigar y decidieron basarse en tres conceptos claves para el diseño. El primero es construir lo mínimo posible; lo único techado son las habitaciones y el espacio para abrigarse. Luego, era clave que el hotel pudiese ser desmantelado y que el terreno ocupado quedara prácticamente sin rastros. “Hicimos el primer hotel encarpado en América, el otro existía sólo en África, entonces fuimos allá, miramos los hoteles y volvimos con el convencimiento que tenía que ser encarpado, removible”, dice López. Finalmente, el vínculo con el entorno o la cultura que existía en el pasado fue fundamental. Se inspiraron en las carpas semi-esféricas que usaban los Kawéskar, antiguos habitantes de la zona, capaces de enfrentar el clima y fuertes vientos de la Patagonia y se basaron en el diseño de domos geodésicos de Richard Buckminster. Desde esas ideas nació lo que es ahora Ecocamp.

©Jesús Letelier Prieto
©Jesús Letelier Prieto

Pero no es lo único. Ambos socios se tomaron el desafío de la sostenibilidad en serio. Gracias a su forma, las estructuras requieren de una mínima intervención en el terreno y además intentan pasar lo más inadvertidas posible en el entorno natural. Han implementado baños de compostaje en los que las aguas negras son tratadas con máquinas de compostaje y las aguas grises reutilizadas en irrigación. También separan los residuos los que luego son enviados a Punta Arenas para ser reciclados o desechados dependiendo del material. Con los residuos orgánicos, muchas veces alimentan a los cerdos de las granjas aledañas.

El hotel además es abastecido en un 98% por energías renovables a partir de paneles solares y dos pequeñas turbinas hidráulicas, y desde 2008 es una compañía de carbono neutral que compensa anualmente todas sus emisiones a través de la fundación Carbon Fund. Sin embargo, sin una educación a los huéspedes no sería posible compensar los gastos energéticos. La clave es entender que los consumos de luz son los justos y necesarios.

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“En el fondo en un hotel sustentable se supone que tú tienes que inducir a tus huéspedes a que tengan una experiencia sustentable. Respecto de lo que comen, del secador de pelo, de caminar al comedor por un camino que no está iluminado. Para nosotros otra de las cosas importantes es que cuando llegamos a Torres del Paine nos dimos cuenta que había una necesidad: crear mejores prácticas para los concesionarios que existían”, explica López.

Reconocimientos

©Timothy Dhalleine
©Timothy Dhalleine

Estas iniciativas le han valido varios reconocimientos. A nivel nacional, en 2016 recibieron el tercer nivel del sello “S”, el de mayor categoría, entregado por el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) a los establecimientos sustentables que cumplen con un 90% a 100% de los criterios de sostenibilidad establecidos por el organismo, que a su vez están basados en las exigencias definidas por el Consejo Global de Turismo Sustentable (CGTS) y la Organización Mundial de Turismo (OMT).

Para López este reconocimiento fue muy importante ya que en un principio, y todavía, su atención se enfocaba más en los extranjeros. “Costó mucho, nos enganchamos en el mercado extranjero porque ellos ya habían vivido crisis ecológicas, por ejemplo, y entendían nuestra parada. Por eso creo que el proyecto debería ser un key study en las escuelas de turismo siempre”.

A nivel internacional, se transformaron en el primer hotel en Chile en obtener la certificación ISO14.00, que ostentan desde 2007, una norma internacional de sistemas de gestión ambiental (SGA), que ayuda a identificar, priorizar y gestionar los riesgos ambientales, como parte de sus prácticas de negocios habituales.

Invitación a disfrutar el entorno

En Ecocamp han apostado por entregar a sus huéspedes una experiencia en la que el contacto con la naturaleza y las personas es lo primordial. Domos comunitarios en los que pueden compartir junto a un gran fuego y ventanillas que permiten ver el cielo estrellado desde los domos por la noche, son parte de esta propuesta.

Y para ello uno de los principales desafíos es mantener su límite de capacidad por diferentes razones. Una de ellas, según López, es el hogar de Ecocamp: “Los hoteles sustentables tienen una capacidad máxima de huéspedes que pueden atender sin lesionar la experiencia hogareña, cálida, de grupo donde empiezas a interconectar unos con otros, donde el living en la noche hay ricas conversaciones entre el japonés, el norteamericano, el guía y los fotógrafos aficionados”. A esto se suma, entre otros desafíos, el no sobre poblar para mantener un bajo nivel de ocupación y así mantener la esencia de la experiencia en la Patagonia.

Además, justamente para poder acercar la naturaleza a las personas, hay una vasta oferta de actividades y expediciones guiadas en los alrededores del parque que su empresa de ecoturismo Cascada Travel, ofrece a los visitantes. Ejemplo de esto son las cicletadas a la laguna Azul, navegaciones en el lago Pehoé, cabalgatas en los alrededores o trekking en el valle del francés, entre otras.

Sin embargo, todavía hay algunas personas que podrían tener limitaciones para poder acceder a estas maravillas de la naturaleza. Para esto, el hotel está desarrollando alternativas inclusivas. Si bien López y Ivelic se definen como “aventureros hard”, han ampliado su oferta para que cada vez más personas puedan acceder a sus expediciones. Lo importante, dice López es lograr que todo aquel que visite las Torres del Paine, vaya a “un estado natural y pare la chicharra interna”.

“Hace 10 años atrás decidimos abrir nuestra propuesta y buscar la manera de incorporar gente que no estuviese tan fit como nuestros guías. En esa inclusión la gente llega con un espíritu, con otros intereses, gente sin necesidad de caminar, pero sí de observar. Nosotros hemos ido evolucionando y hemos ido haciéndonos más inclusivos y en los proyectos futuros tenemos pensado crear formas para que todos puedan explorar (…) Nos encantaría caminar estos senderos con gente no vidente, con todo tipo de personas que tengan una limitación, incluso con gente mayor. Se puede, hasta donde se pueda, y para ellos es una tremenda satisfacción. La limitación es más mental que física. Hay muchas maneras de incluir”, dice López.

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