¿Cómo afecta a los océanos el récord de temperatura alcanzado este año?
En julio se registró el día más cálido de la historia con una temperatura récord de 20,96°C en la superficie del mar. Aunque lo anterior no quiere decir que en todos los lugares del planeta el océano ha alcanzado esa temperatura, puesto que hay sitios en que el mar está aún más caliente que ese promedio y en otros más fríos, el climatólogo Martín Jacques explica que esta anomalía implica una perturbación considerable del sistema climático completo. “No hay espacio, no hay tiempo para más retrasos”, advierte el investigador chileno sobre la acción climática que es necesario abordar urgentemente. Te invitamos a leer esta entrevista realizada por Michelle Carrere, de Mongabay.com.
El 31 de julio de este 2023 fue el día más cálido jamás registrado a nivel global. La comunidad científica anunció que la superficie marina había alcanzado los 20,96°C, es decir, que aumentó en 0,5°C respecto de su temperatura promedio.
La noticia generó alarma en todo el mundo, puesto que la ciencia ya ha advertido sobre las consecuencias negativas del calentamiento del océano. Por ejemplo, ya se tiene registro de que el incremento en la temperatura —sumado a otros problemas, como la contaminación y la acidificación del agua— está impactando gravemente a los ecosistemas coralinos que son clave para la supervivencia de diversas especies, muchas de las cuáles son también fundamentales para la seguridad alimentaria de numerosas comunidades costeras.
Con el calentamiento de los océanos también se proyecta que muchas poblaciones de peces se moverán hacia los polos buscando aguas más frías y que, en los trópicos, especies locales se extinguirán. Además se ha observado que las corrientes oceánicas están cambiando, eso también podría tener consecuencias sobre la biodiversidad marina.
Para saber con mayor precisión qué implicaciones tiene este récord de temperatura y por qué se ha llegado a él, a pesar de que el mundo entero se ha impuesto metas para evitar que el planeta se siga calentando, Mongabay Latam conversó con el climatólogo Martín Jacques, académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción.
“Las metas de carbono neutralidad deberían comenzar ya. No hay espacio, no hay tiempo para más retrasos”, advierte el investigador chileno, miembro del Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia CR2.
—Cuando hablamos de récord de temperaturas, ¿de qué estamos hablando exactamente?
—Cuando hablamos de un récord en la temperatura superficial del mar, estamos hablando de un promedio global. Esto no significa que todas las regiones estén calentándose de la misma forma. Ese valor tan simple de 0,5°C o 20,96°C que estamos viendo trata de simplificar algo que es muy complejo.
Por ejemplo, hay regiones como el Atlántico Norte o el Mediterráneo que están muy por encima de ese valor y otras regiones que están muy por debajo. En el Atlántico Norte hay regiones que muestran un calentamiento muy fuerte, por ejemplo en la zona al sur de Groenlandia o en el este de Canadá hay lugares que tienen un calentamiento que incluso supera los 3°C. El Mediterráneo también tiene lugares en donde el calentamiento fluctúa entre los 2°C y 3°C. Sin embargo, hay lugares como el suroeste de África donde el mes julio del 2023 fue relativamente frío.
Entonces hay un esfuerzo muy grande por poder sintetizar en un solo número lo que está pasando con los océanos a nivel global, pero obviamente hay una diversidad regional muy grande.
—¿Cuál es la temperatura promedio a partir de la cual se calcula este aumento?
—Hay esfuerzos que vienen midiendo esto desde prácticamente fines del siglo XIX. Pero hay que destacar que los sistemas de observación han ido cambiando. La cobertura de instrumentos que está disponible espacialmente para poder tener una estimación de la temperatura global también ha ido variando en el tiempo.
En el gráfico sobre la temperatura de la superficie del mar uno puede ver cuál es la desviación de ese promedio de 30 años para cada julio de cada año. El julio más frío de todo este registro fue el de 1984, cuando prácticamente hubo una desviación de -0,4°C. Ahora estamos prácticamente 1ºC más arriba que ese año más frío porque la desviación, y ese es el récord, es de 0,5°C.
En el gráfico podemos ver que tenemos variaciones año a año. Hay años que son más fríos, otros que son más cálidos; hay períodos en que esto se alternaba razonablemente con décadas más cálidas y décadas más frías. Pero lo que domina acá y llama la atención, es la tendencia al aumento.
—¿A qué se debe este récord de temperatura?
—La evolución de la temperatura superficial del mar o del aire hay que entenderla como una superposición de distintos tipos de variabilidad. Está la variabilidad interanual, en la que año a año nosotros esperamos que haya un cambio natural de la temperatura media global del océano o del aire. Por ejemplo, modos de variabilidad climática natural como El Niño tienen una influencia muy grande.
Luego hay modos de variabilidad interdecadal, lo que significa que puede haber un conjunto de décadas que son relativamente más cálidas o más frías que un valor de referencia. Pero sobre eso se superpone de fondo una tendencia de calentamiento. Lo que es muy evidente en las observaciones es que hay un aumento sostenido en la temperatura que corresponde a la acumulación de energía, producto de la perturbación de la composición atmosférica por inyección de gases de efecto invernadero y eso es una causa de origen humano.
Entonces uno podría decir que una parte de esta anomalía es producto de que tenemos un año particularmente cálido porque, por ejemplo, tenemos el desarrollo de un evento de El Niño en la cuenca del Pacífico tropical. Uno podría decir que, además, hay otros factores que pueden estar generando, por ejemplo, olas de calor marinas persistentes en algunas regiones del océano. Todo eso puede ser, en gran parte, una variabilidad natural, pero ciertamente uno no habría alcanzado la magnitud de esta barra que vemos en el gráfico si no hubiera sido por esta tendencia.
—¿Qué tanto influye una variación de 0,5°C en la temperatura del océano?
—En la experiencia cotidiana estamos acostumbrados a que la temperatura cambie en varios grados, sobre todo si vivimos en latitudes medias. Con esa referencia, 1ºC de calentamiento o 0,5ºC en este caso no parece ser mucho. Lo que pasa es que hay que comprender que en realidad esa es una acumulación de energía a nivel global. Aumentar la temperatura del agua, en este caso la temperatura del océano, requiere mucho más energía que aumentar la temperatura del aire y eso también lo conocemos desde nuestra experiencia cotidiana: es mucho más fácil calefaccionar una habitación, por ejemplo, que calentar el agua. Entonces hay que pensar que las cantidades de energía necesarias para subir la temperatura en 0,5°C son muy grandes.
Cuando la temperatura global aumenta en 1ºC lo que sucede es que la humedad relativa aumenta en un 7 %. Entonces no se trata de que estamos modificando una variable física y las demás las estamos dejando inalteradas, sino que en realidad cambia todo el sistema físico. Es una perturbación considerable del sistema climático completo.
Que aumente la temperatura y la humedad relativa tiene una cadena de impactos que no necesariamente son lineales. Eso significa, por ejemplo, que podemos tener frecuencias de olas de calor mucho mayores, tormentas que sean mucho más intensas o duraderas. Eso genera también una cadena de impactos en los ecosistemas. En el caso del océano es lo mismo. Un calentamiento de 0,5°C puede rápidamente desplazar a algunas especies. Hay algunas que están acostumbradas a ciertas variaciones de temperatura, pero si ésta cambia radicalmente ya no pueden seguir viviendo donde lo hacían.
—¿Que haya un aumento de la temperatura global hace que El Niño sea más fuerte?
Hay una retroalimentación. Los eventos de El Niño, que son eventos cálidos en el Pacífico Tropical, se espera que cambien su dinámica en un planeta cada vez más cálido.
—¿Se está viendo esa retroalimentación en El Niño que está presente actualmente?
—Este evento de El Niño ha tenido características de bastante intensidad en su manifestación regional. Cuando se estaba comenzando a gestar se comparaba con eventos bastante grandes en sus características. Nuestras referencias son El Niño de 1982-1983, 1997-1998.
Un aspecto es cómo se manifiesta en forma regional en el Pacífico ecuatorial y tropical, lo que tiene consecuencias directas en esa misma región como lluvias muy intensas que afectan la costa de Ecuador y Perú. Otro aspecto que nos interesa mucho, particularmente a nosotros en Chile, es que El Niño puede tener consecuencias remotas que se llaman impactos por teleconexiones.
—¿De qué se trata?
—Tradicionalmente asociamos inviernos lluviosos en la zona central de Chile con fenómenos de El Niño. Ahora, agosto fue muy lluvioso, también tuvimos un episodio de precipitación muy intensa en junio, pero por mecanismos algo distintos a los que tradicionalmente había generado esa relación entre El Niño y las lluvias en Chile central.
Lo que quiero decir con esto es que efectivamente El Niño pone a disposición más humedad en la atmósfera y eventualmente eso ha tenido una incidencia en estas precipitaciones intensas que hemos tenido. Pero El Niño este año ha sido atípico en el sentido en cómo se acopla el océano con la atmósfera y la manera en cómo eso impacta a regiones remotas ha sido algo distinta. Eso nos da la indicación de que los mecanismos tradicionales que nosotros conocíamos se han ido complejizando porque han ido cambiando otros factores que inciden en la variabilidad, por ejemplo, de la precipitación.
Nos damos cuenta de que el clima es un sistema muy dinámico y que las relaciones no son simples. Por eso nosotros éramos muy cautelosos como comunidad científica de no anticipar de forma completamente cierta el hecho de que íbamos a tener un invierno lluvioso, porque hemos tenido años de El Niño en la última década que no han sido para nada lluviosos; no se ha cumplido esa relación.
—¿Hasta cuándo se estima que se va a prolongar el fenómeno de El Niño?
—El Niño se espera que continúe al menos hasta comenzado el otoño del próximo año con una alta probabilidad.
—¿Dado este récord alcanzado, sería justo decir que los esfuerzos globales por disminuir los gases de efecto invernadero no han servido de nada?
—Yo no diría que no sirven de nada las discusiones, pero ciertamente están retrasadas respecto de la evidencia científica.
Las conclusiones de los informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), que son los insumos científicos para las discusiones de tomadores de decisiones, son muy enfáticas. En los últimos reportes el IPCC determinó que la acción climática tiene que ser muy decidida, tiene que ser rápida y se tiene que implementar ahora si es que queremos limitar el calentamiento del sistema a 1,5°C.
Es muy importante que existan esos insumos de evidencia científicas; que ahora ya no haya espacio para negar que la actividad humana está detrás de este calentamiento. Es muy importante también que los gobiernos de los países del mundo estén discutiendo sobre esto, sin embargo, las discusiones no están a la altura de las necesidades. Las metas, por ejemplo, de carbono neutralidad deberían ser más ambiciosas e implementarse de forma mucho más acelerada. Deberían comenzar ya, no hay espacio, no hay tiempo para más retrasos y en esos términos no estamos bien porque las medidas no se están tomando con esa determinación.