Carreteras de agua: los antiguos caminos del sur de Chile
En el sur de Chile el agua es una experiencia fundamental en la vida de los seres humanos. Llueve durante todo el año, mientras que el territorio se encuentra conectado por ríos, esteros, lagos y lagunas. Históricamente, los habitantes del territorio formaron sus sociedades en los bordes de estos caudales, beneficiados por la seguridad hídrica, la obtención de recursos como los peces, la limpieza, la moderación de temperaturas que se da en los valles protegidos y la hermosura de los paisajes. Sin los cursos fluviales, sería imposible concebir la vida sureña como la conocemos, y es que son los ríos, lagos y lagunas quienes unen el territorio, como si fueran venas, permitiendo el tránsito y el intercambio comercial y cultural. Antes de que existieran los caminos y las carreteras, en un territorio marcado por montañas, quebradas y densa vegetación; los cursos de agua eran quienes contactaban estos bellos parajes. A continuación te contamos más detalles.
El sur de Chile es un territorio complejo marcado por lluvias torrenciales, grandes montañas y frondosos bosques milenarios que te sumergen, en los cuales es muy fácil perderse. Sin duda, en la actualidad es difícil imaginarse habitar este territorio sin todas las facilidades y herramientas que nos ha entregado la modernidad. No obstante, hay un elemento crucial que históricamente ha permitido la vida en este hostil territorio y que ha sido una experiencia fundamental en la vida de las personas: el agua.
La lluvia es inseparable del sur de Chile, así como lo son los lagos, ríos, lagunas y esteros, que cruzan el territorio de un lado a otro, lo dividen y lo unen, y permiten la movilidad de la vida. Desde tiempos muy antiguos, los habitantes de estos paisajes instalaron sus sociedades en los bordes de estos caudales, beneficiados por la seguridad hídrica, la obtención de recursos como peces, la limpieza y la moderación de temperaturas que se da en los valles protegidos. Así mismo, los ríos y otros cursos de agua, gracias a su movilidad, se trasformaron en verdaderos caminos que permitieron el tránsito a través del territorio y el intercambio comercial y cultural.
Sociedades rivereñas, los primeros habitantes del sur de Chile
Así como señala el historiador y antropólogo José Bengoa, en su libro Historia de los antiguos mapuches del sur: Desde antes de la llegada de los españoles hasta las paces de Quilín: “No es comprensible la cultura mapuche sin la lluvia, largas tardes invernales junto al fuego, mientras el agua cae y el hombre espera. No por casualidad los mapuches hicieron del poncho su vestimenta característica, la que, por obvia necesidad, adoptó el criollo.”
Y es que al sur del río Bío Bío la vida está marcada por el agua, que por todas partes circunda la vida humana. Por ello, no es de extrañar que las primeras sociedades se asentaran cerca de las riberas, las cuales les proveían de seguridad y alimento. Además, desarrollaron su cultura en torno a este crucial elemento, identificándose con él y reconocido su importancia.
“Desde el mundo mapuche los ríos básicamente han tenido dos espacios fundamentales, uno es la conexión y demarcación de ciertos territorios, y lo segundo es esa conexión que tiene que ver con lo espiritual, que tiene que ver con la trascendencia. Hay ríos que son importantes porque en sus aguas también habitan parte de nuestros parientes. Los mapuches tenemos mucha relación con algunos seres del agua que se conocen como el Sumpall, y en ese sentido, los ríos son esos espacios de tránsito hacia esos otros mundos, al mundo de la espiritualidad. También se dice que hay otros ríos que tienen relación con las estrellas y la vía láctea, con los ríos de arriba. Entonces el río, como tema simbólico, siempre ha sido un tema de movimiento y de protección.”, señala el destacado poeta y músico mapuche, Leonel Lienlaf.
Los mapuches no solo fueron gente de la tierra, sino que también fueron gente de los ríos. Los cursos fluviales organizaban su territorio, lo trazaba y lo dividía, y también lo llenaba de movimiento, ya que gracias a los ríos surgieron las comunicaciones y los intercambios con otras culturas. Asimismo, sus aguas llenas de peces y moluscos, les enseñaron a ser hábiles pescadores antes que dominar las técnicas de la agricultura.
Recordemos que el territorio del sur de Chile es bastante complejo, está lleno de quebradas y la vegetación llega a ser tan densa, que no te permite cruzar. Es por ello que los ríos se convertían en carreteras naturales que permitían el libre tránsito, ya que, además de la movilidad que entregaba su torrente, formaban senderos naturales alrededor de sus riveras. “Hay muchos senderos alrededor de los ríos que se van formando casi naturalmente alrededor de las aguas, básicamente porque hay un tránsito no solamente humano, sino también de animales, entonces hay una forma fácil de generar movilidad. Hay que considerar también que no todo el territorio de los ríos era transitable porque los torrentes eran extremados, mucho más grandes que ahora.” agrega Leonel Lienlaf.
Así mismo, los ríos servían como puntos de referencia dentro del territorio, como señala Leonel Lienlaf: “Los ríos eran también un elemento de demarcación de ubicación, te enseñaba hacia que territorio te ibas moviendo, porque recordemos que en esa época lo arbóreo era mucho mayor y tú te podías perder muy fácilmente. Entonces, de alguna manera las aguas, además de ser un elemento de tránsito, eran un elemento indicativo de donde estabas, te orientaban hacia donde ir”.
Gracias a este tránsito que permitían los cursos fluviales, los habitantes del territorio pudieron generar relaciones culturales y económicas con otros pueblos. Potenciando el desarrollo y ayudándose mutuamente. Los ríos, al ser las venas que conectan el territorio, generan historias en común.
“De alguna manera la relación que se tiene con las aguas no es solamente en el sentido físico o lo que llamamos concreto, sino que hay una relación de parentesco familiar con esas aguas, de los linajes, de las personas que vivían en sus riveras y que le daban identidad. No solamente las aguas le daban identidad a al territorio, sino que también a los linajes que lo habitaban. Entonces el agua siempre se ha considerado, en la cosmovisión mapuche, como un portal y contenedor de memoria, que va y viene desde el pasado. Por eso hay ceremonias importantes que tienen que ver con el agua y con la memoria. Más que en el territorio, la memoria se dice que está contenida en el agua, en los ríos.” finaliza Leonel Lienlaf.
Río Futaleufú, el corazón de un pueblo
El agua y los ríos no solo fueron elementos cruciales para la vida de los pueblos originarios, sino que también lo fueron para muchas otras comunidades que habitaron el territorio antes la llegada del pavimento y de los pasos sobre nivel.
Posterior a la llegada de los españoles, el sur de Chile poco a poco se fue poblando por colonos, exploradores y pioneros, quienes llegaban a estos hostiles pero hermosos parajes motivados por el ansia de descubrimiento. Así se fueron construyendo las primeras edificaciones y comercios establecidos, que dieron vida a las ciudades y localidades que conocemos al día de hoy. No obstante, nada de esto habría sido posible sin los ríos, lagos y lagunas, quienes a través de sus aguas, conectaban el territorio.
Un claro ejemplo de ello es Futaleufú, y es que esta hermosa localidad cordillerana de la Región de Los Lagos no existiría si no fuera por el majestuoso y torrentoso río Futaleufú.
La localidad de Futaleufú se empezó a poblar a través del río aproximadamente en 1912, cuando los primeros colonos, en busca de nuevos horizontes, comenzaron poco a poco a llegar a estos verdes campos cordilleranos desde la colonia 19 de Octubre, en Argentina. En ese tiempo, la economía de la ciudad se basaba en su relación con el río y sus aguas, ya que, al no existir caminos ni carreteras, la mejor forma de moverse a través del territorio era surcando las aguas del enorme y caudaloso río Futaleufú.
Aquí el río cumplió una labor fundamental para el desarrollo de la economía local, como señala Pía Sasser, antropóloga y encargada de cultura de la municipalidad de Futaleufú: “Nosotros somos un lugar que está demasiado lejano al resto de Chile, estamos aislados. Entonces en ese tiempo, para poder abastecerse, lo más cercano era cruzar la frontera e ir a Argentina. Y para eso tenían que utilizar la balsa. Ellos utilizaban carretas tiradas a bueyes para trasladar los víveres que compraban o vendían, y esas carretas se subían a las balsas, y así se transportaban. Eso es parte también de nuestra historia.”
El Río Futaleufú, enorme, torrentoso y venido de los deshielos de la cordillera, era como un habitante más de la ciudad, el más antiguo de todos, y le daba vida e identidad a este territorio. Además, significaba la conexión hacia otros territorios.
“Estos viajes duraban días y mucha gente fallecía en el trascurso. Muchos colonos o hijos de colonos fallecieron cruzando este rio tan gigante, con sus rápidos y su torrente. Pero era crucial para el tránsito con Argentina. Era utilizado bastante para poder comprar todos sus víveres, y para vender sus productos también. Gracias al río se estableció el comercio transfronterizo hacia Argentina.”, agrega Pía Sasser.
El río Futaleufú, sin duda, es un reservorio de la memoria de los habitantes de la zona. Ya que si bien, su importancia ya no radica en el comercio y en la movilidad, sigue siendo un elemento identitario que empapa de vida y de cultura al territorio.
“El rio tiene gran significación cultural, sobre todo para los primeros colonos. Ahora es distinto porque Futaleufú ahora se caracteriza mucho más por ser una comuna turística, especialmente por el río, porque mucha gente viene a hacer rafting y kayak, entonces tiene otra característica. Pero el río Futaleufú es el sello de la comuna, es el signo que la caracteriza.”, finaliza la antropóloga.