Carámbanos o estalactitas de hielo: las alargadas y cristalinas formaciones que deslumbran en el frío invierno
Los carámbanos, esas alargadas y cristalinas formaciones de hielo que cuelgan de tejados y ramas, son tanto fascinantes como peligrosas. Se forman en climas gélidos y decoran el paisaje invernal, pero su peso y fragilidad pueden representar riesgos significativos. Desde la confusión común con las estalactitas hasta el posible impacto del cambio climático en su formación, los carámbanos son un fenómeno natural lleno de complejidades y belleza efímera.
Imagina un paisaje invernal, donde la nieve cubre todo a su alrededor y el aire es tan frío que parece cortar la piel. En el borde de los tejados de las casas, cuelgan estructuras cristalinas puntiagudas, al igual que en las ramas de los árboles que las rodean.
Brillan bajo el sol de invierno, reflejando el esplendor de la temporada en su forma más pura y frágil. Estos fascinantes adornos naturales, formados por los climas gélidos, se llaman carámbanos.
También conocidos como estalactitas de hielo, los carámbanos se forman a partir del constante goteo de agua en temperaturas inferiores a los cero grados. Sin embargo, tienen sus riesgos, ya que pueden desprenderse repentinamente. Con su estructura puntiaguda, su peso y la fuerza de la caída le provocarían graves lesiones a una persona que pase por debajo o grandes daños a las propiedades.
¿Qué son los carámbanos y cómo se forman?
Los carámbanos son formaciones de hielo que aparecen cuando se congela el agua que se desliza por estructuras, tales como árboles, casas y cuevas. «Son condiciones muy frías de congelamiento, pero tal que permitan, en ciertos minutos, que haya un mínimo descongelamiento parcial del hielo para que la gota comience a caer”, explica Esteban Sagredo, geógrafo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, respecto a la formación de carámbanos. Este fenómeno ocurre cuando la temperatura oscila a menos de cero grados, permitiendo que el agua líquida gotee y se congele en capas sucesivas, desarrollando características alargadas. Gracias a ellas adquirió su nombre, proveniente del francés carambole, que significa “caída”.
Su tamaño dependerá de su tiempo de formación. Pueden ser muy pequeños hasta de 50 centímetros o un metro. Se logran los más grandes si es que no colapsan, ya que, al ser de hielo, su peso dificulta que puedan mantenerse en ciertos lugares como los árboles.
Generalmente se presentan como conos afilados y rectos, a veces más anchos que otras dependiendo si se congelan en la punta o en la mitad. En lugares donde la temperatura varía considerablemente, los carámbanos tienden a ser más grandes y visualmente impresionantes. Sin embargo, su forma puede cambiar por otros factores. “Hay que pensar qué pasa con el viento. Si está soplando, la estructura entera va a quedar inclinada. Entonces, también pueden quedar un poco deformados”, cuenta Sagredo.
En resumen:
- El calor de un objeto derrite la nieve acumulada sobre él.
- El agua derretida gotea y fluye hacia los bordes, donde las temperaturas son más frías.
- Al gotear y encontrarse con el aire helado, el agua se congela en capas, formando carámbanos de variados tamaños.
No todo es bonito
Los carámbanos añaden un toque mágico al paisaje invernal, pero detrás de su atractivo, se esconden potenciales peligros. Estos gélidos adornos pueden desprenderse sin previo aviso, cayendo con fuerza sobre transeúntes desprevenidos y causando graves lesiones. “Es como una aguja gigante colgando en una condición extremadamente frágil que, por cualquier proceso de descongelamiento, se puede fracturar. Por el mismo viento se pueden romper y van a caer de forma vertical”, explica Sagredo, añadiendo que la situación se asimila a la escena de Indiana Jones donde los cuchillos caen dentro de una cueva mientras el protagonista escapa.
No solo su forma representa un peligro, sino que también su peso. El hielo tiene una densidad de 916,8 kg/m³. “El bloque de hielo pesa aproximadamente mil kilos por metro cúbico. Puede ser muy peligrosa la caída de estos desde altura”, cuenta. Esto puede generar que se hundan los techos o que se quiebren las ramas, clavándose como estacas en las superficies.
La acumulación de carámbanos, además, puede interferir en las carreteras, cables eléctricos y sistemas de comunicación, causando cortes de energía y dificultando la conectividad. Obstruyen desagües, provocando filtraciones en las propiedades.
Carámbanos y estalactitas: la confusión de las formaciones cónicas
Por tener características alargadas y puntiagudas, los carámbanos y las estalactitas son estructuras que las personas suelen confundir. “Son muy similares morfológicamente y también en sus procesos de formación. En ambas, una gota va cayendo, pero no alcanza a caer completamente y se comienza a elongar a esta forma”, dice el geógrafo.
La verdad es que, aparte de esto, tienen más diferencias que similitudes. Empezando por su composición y los lugares en que se desarrollan, Sagredo explica que las estalactitas “se producen por gotas de minerales, principalmente carbonato de calcio, que caen por los techos de las cavernas, se saturan y solidifican”, mientras que los carámbanos son de agua y se forman en objetos expuestos al aire libre.
Por otro lado, el tiempo de formación de las estructuras es distinto. Respecto a las estalactitas, el geomorfólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Juan Luis García, cuenta que pueden tardar en desarrollarse “décadas, cientos de años, miles de años, siempre que encuentren un ambiente que no cambia en el tiempo y que el agua con minerales que va ingresando a la cueva tenga el mismo curso. De hecho, se utilizan (las estalactitas) como un registro paleoambiental. La formación del hielo, en cambio, es bastante efímera”.
En cuanto a las condiciones para que existan, los carámbanos, como se explicó, necesitan temperaturas bajo cero, donde el agua pueda derretirse y congelarse. Las estalactitas necesitan ambientes húmedos y con una fuente de agua mineralizada. Los climas pueden ser más cálidos. La espeleóloga de la asociación Centre Terre, Natalia Morata, añade que “dependiendo del entorno, las estalactitas pueden permanecer suspendidas, precipitarse al piso o seguir creciendo hasta juntarse con las estalagmitas (que vienen desde el suelo), formando columnas”.
Cambio climático: ¿una amenaza para los carámbanos?
Como en muchos ámbitos de la naturaleza, el cambio climático podría tener un impacto significativo en la formación de carámbanos. Si bien no existe evidencia científica concluyente, la tendencia hacia inviernos más cálidos y menos predecibles puede reducir la frecuencia y duración de los carámbanos. Las fluctuaciones extremas de temperatura y los cambios en los patrones de precipitación pueden alterar las condiciones necesarias para su formación.
Para García, “si los inviernos empiezan a ser más cálidos como ocurre con el calentamiento global, esta estructura va a tener que buscar ambientes cada vez más diferentes, más altos en la cordillera, por ejemplo. Pero los cambios por ahora no son tan radicales. De todas formas, los ambientes favorables para que las formas de la criósfera se desarrollen están siendo reducidos o, al menos, se están desplazando”.
Para Sagredo, el cambio climático está asociado a gran variabilidad y a eventos extremos. “Puede haber olas frías, donde tal vez se pueden hacer más frecuentes (los carámbanos). En términos generales, la temperatura está subiendo, pero también la cantidad de eventos extremos está aumentando. Hay que hacer un balance entre las dos”, reflexiona sobre si la formación de los carámbanos se verá afectada por el cambio climático.