En Chiloé se conoce como la caca de trauco. De color amarillento y de apariencia como una almohadilla, parece tener las descripciones ideales para los desechos del ser mitológico habitante de los bosques. Así, algunos locales dicen que cuando aparece este moho, el trauco está cerca.

Fuera de Chiloé, se conoce como caca de duende, otro ser micológico de los bosques. Esto porque popularmente se decía que los duendes hacían caca amarilla. En muchos otros lados, es el vómito de perro. Sin embargo, sea cual sea la creencia, para la ciencia tiene un único nombre: Fuligo septica.

"Caca de duende". Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.
«Caca de duende». Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.

Se trata de una especie cosmopolita, que en Chile está en la zona centro, sur y zona austral. Habita en restos vegetales y de madera en descomposición, por lo que es usual verla en tocones de madera.

Sin embargo, al contrario de lo que podría parecer a simple vista, no es un hongo. Es decir, no pertenece al Reino Fungi, aunque mucho tiempo sí se consideró como tal. De hecho, en su mayoría, son los micólogos quienes la estudian.

"Caca de duende". Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.
«Caca de duende». Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.

En cambio, se trata de un Myxomycete, es decir, un organismo perteneciente al Reino Protista.

“Se diferencian de los hongos principalmente porque sus esporas germinan en amebas o células enjambres, no aparece hifa ni tampoco forma de micelio. Su forma de alimentarse es por fagocitosis —proceso en que las células rodean partículas y las introducen al interior para ser digeridas—, distinto a los hongos, que lo hacen por absorción”, comenta Ximena Romero, coordinadora del área de educación de la Corporación Altos de Cantillana de la reserva Altos de Cantillana.

Un clásico amarillo del bosque

Si se hiciera un timelapse de la “caca de duende”, pareciera moverse. O, si a simple vista, marcáramos donde se vio por primera vez, se vería que al día siguiente está en otro lado del tronco.

Veámoslo así: Fuligo séptica, al igual que todos los mixomicetos, pasan por una fase ameboidal (amebas), una fase plasmodial (plasmodio) y, finalmente, una de esporulación (esporangios).

En la primera son microscópicos.

En la segunda, parecen una masa viscosa. Ahí es cuando se ve la caca o moco de duende. En esta parte, comenta Ximena, es cuando se ven avanzando los organismos varios milímetros por minuto: “Cuando el plasmodio madura forma pequeños aparatos esporíferos similares a pequeños hongos. ¡Por eso durante muchos fueron considerados como parte del Reino Fungi!”

"Caca de duende". Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.
«Caca de duende». Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.

Luego, en la tercera fase, particularmente Fuligo séptica, los esporangios se cubren con una especie de membrana, lo que dificulta ver su estructura al madurar. Ahí es cuando el amarillo clásico se empieza a ver más oscuro, por la coloración de sus esporas. Con ellas son capaces de dispersarse.

Pero, ¿cuál es su rol? “Algunos estudios han demostrado que son fuertes depredadores de microorganismos como bacterias, levaduras, algas y cianobacterias, lo que sugeriría que cumplen un importante rol en el control de las poblaciones de estos grupos”, comenta Ximena.

En el caso de los saprobios o descomponedores de materia orgánica, estos ayudan a completar el ciclo de nutrientes, teniendo un rol en la formación del suelo.

El mundo de los micomixetos

En el planeta existen unas 1000 especies de micomixetos. Están en todos los ecosistemas terrestres, siendo más abundantes y diversos en bosques templados y tropicales. También hay algunas increíbles especies adaptadas a ambientes extremos, como aldinos o desérticos.

"Caca de duende". Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.
«Caca de duende». Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.

“Probablemente una de las características más asombrosas de los micomixetos es que son organismos que podrían considerarse sencillos, no tienen un sistema nervioso central o una compleja red neuronal, sin embargo, logran altos niveles de organización celular”, explica Ximena, entregando un ejemplo clásico: el de Japón.

En este país, un esquipo de investigadores japoneses y británicos estudió al moho Physarum polycephalum, comprobando que crece y se conecta a fuentes de alimentos dispersas, siguiendo un diseño similar al del sistema ferroviario de Tokio. Se vio como el organismo no solo crece, sino que se extiende y autoorganiza de forma eficiente y fiable lo que, según se explicó en ese entonces, podría dar luces para el diseño de redes eficientes y adaptables para el transporte y las telecomunicaciones.

En Chile habitan, al menos, 163 especies. Están siempre presentes como esporas o amebas, esperando a las condiciones ideales para formar el plasmodio.

"Caca de duende". Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.
«Caca de duende». Fuligo septica. Créditos a Dinelly Soto.

“Para crecer necesitan que haya humedad y temperatura. En general, estas condiciones están en otoño y primavera en Chile Central. Sin embargo, en los años de sequía dado que las precipitaciones se concentran en invierno, el periodo de mayor avistamiento de esporangios ha sido en esta época”, dice Ximena.

En el sur, el frío y la lluvia hace que sea más probable ver los esporangios en verano. Y en el desierto, cuando hay neblina que genere condiciones de humedad y temperatura aptas para que algunas especies surjan.

Sin embargo, al menos el país, todavía falta saber sobre ellos. En la Reserva Altos de Cantillana se trabaja para su identificación y educación del público, habiendo contabilizado al menos unas 40 especies, pero todavía hay una decena más por identificar.

“Son estructuras pequeñas y delicadas, pero forman un espectáculo para observar entre otoño y primavera y, si las condiciones están, se pueden ver en cualquier época”, finaliza Ximena.

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