Es uno de los países más felices del mundo, y también uno de los más sustentables. Bután está ubicado en la Cordillera del Himalaya, limitando con China e India y sin salida al mar. Tiene una extensión de 41.000 km2 y 750.000 habitantes. Hasta hace poco, era un país relativamente aislado. Recién en 1974 abrieron sus fronteras para turistas y en 1999 permitieron el ingreso de televisores.

Bután ha hecho de la sustentabilidad una parte de su identidad. La constitución política de este país exige que el 60% de la tierra sea preservada como bosque. Esto, entre otras medidas como el fomento a la agricultura orgánica y los autos eléctricos, los ha convertido en el primer país del mundo con huella de carbono negativa, es decir, que absorbe más Co2 del que emite a la atmósfera. La huella de carbono se mide como la marca que deja sobre el medio ambiente cada actividad que emite gases de invernadero.

©Marina & Enrique
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“Nuestros iluminados dirigentes políticos han trabajado hasta el cansancio para desarrollar nuestro país, balanceando el crecimiento económico cuidadosamente con el desarrollo social, la sustentabilidad ambiental y la preservación cultural, todo eso en el marco de un buen gobierno”, explicó el Primer Ministro de Bután Tshering Tobgay en una charla TED.

En 2009, este país se comprometió a tener huella de carbono negativa. En apenas 8 años lograron llegar a la cifra gracias a sus extensos bosques, que ocupan un 72% de la superficie del país. Según la organización Proudly Carbon Neutral, Bután absorbe cuatro veces más carbono del que emite: generan 1,5 millones de toneladas al año y absorben más de 6 millones de toneladas. Para continuar con esto, se creó el programa Green Bhutan, que facilita la plantación de árboles y flores en las ciudades.

Bután no tiene muchos problemas con las emisiones del sector de transporte. Hay pocos autos en el país y en 2014 el gobierno se asoció con Nissan para entregar vehículos eléctricos a precios accesibles.

©Aymaan Ahmed
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Además, el país asiático tiene una política de turismo controlado. Con excepción de India, Bangladesh o las Maldivas, todos los visitantes necesitan una visa para entrar, que tiene un valor de 40 dólares. Además, sólo se permite el acceso contratando un paquete turístico de un operador autorizado, que va de 200 a 250 dólares. Esto incluye un cargo de 65 dólares destinado al desarrollo, que se usa para financiar educación, salud y control de la pobreza.

En cuanto a la energía que usan, la mayoría viene de fuentes hidráulicas. El Primer Ministro del país Tshering Tobgay está investigando la posibilidad de, a futuro, poder obtener energía eólica y solar.

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