Cerca de Hampdem Beach, en la isla sur de Nueva Zelanda, científicos del Instituto de Investigaciones Senckenberg en Frankfurt, encontraron fósiles de un pingüino gigante de la época del Paleoceno. No es primera vez que esto ocurre: anteriormente se habían encontrados restos de pingüinos de hasta dos metros de altura en la Antártica y Australia.

El estudio que recoge estos datos, publicado en la revista Nature a fines de 2017, entrega evidencias del “gigantismo” que habría existido en las especies de pingüinos antiguas. Los análisis del esqueleto encontrado en Nueva Zelanda indicarían que habría vivido hace casi 56 millones de años y que su tamaño llegaría a los 1.80 metros y 100 kilos de peso, superando con creces al Pingüino Emperador actual, que llega a 1.20 metros de altura y 40 kilos. «No es precisamente un ave que pudieras atrapar. Habría sido considerablemente más poderoso que una persona», explican los autores del estudio.

©Instituto de Investigaciones Senckenberg
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El nombre con el que los científicos bautizaron la especie, Kumimanu biceae, es de origen maorí. “Kumi” significa monstruo y “manu” pájaro. Es uno de los fósiles de pingüinos más antiguos que se conocen, pero esta especie era bastante diferente a los pingüinos que conocemos. A pesar de que no se ha localizado el fósil del cráneo, se cree que poseían picos mucho más largos y que no eran de color blanco y negro, sino café.

El descubrimiento de esta nueva especie, que vivió en la época posterior a la extinción de los dinosaurios, ha llevado a los científicos a creer que los pingüinos crecieron en tamaño cuando dejaron de volar y se hicieron acuáticos. La fecha coincide también con la desaparición de los reptiles marinos, lo que sugiere que los pingüinos ocuparon su lugar como depredadores en la cadena alimenticia.

©Instituto de Investigaciones Senckenberg
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Si bien los investigadores creen que el gigantismo de esta especie se desarrolló por la ausencia de vuelo, esto plantea un nuevo problema: ¿por qué no hay pingüinos gigantes actualmente? La respuesta de los autores del estudio es la siguiente: «Es posible que la desaparición de grandes reptiles marinos permitiera a los pingüinos explorar nuevos nichos ecológicos. Sin embargo, con la aparición posterior de otros grandes depredadores marinos, como las focas y las ballenas dentadas, los pingüinos se enfrentaron a una nueva competencia y depredación, lo que los puede haber llevado a la extinción».

El pingüino Kumimanu vivió mucho antes de la glaciación de la Antártica. En esa época, Nueva Zelanda y la Antártica eran subtropicales. «Es un mito común que los pingüinos solo viven en ambientes muy fríos. Hoy, por ejemplo, hay pingüinos en las Galápagos, en el Ecuador, y diversos fósiles muestran que también los había en otros mares cálidos”, concluye Alan Tennyson, coautor del estudio.

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