En la plaza de San Martín, en Argentina, si uno mira al cielo los puede ver. Se trata de árboles frondosos cuyas ramas nunca se van a topar con el que está al lado. Entre las copas de cada árbol en el cielo, hay un espacio. Así, lo que uno ve al mirar hacia arriba se asemeja a muchas figuras geométricas que jamás van a tocar sus bordes, porque están separados con una grieta que mide entre 10 y 50 cm. A este fenómeno se le llama “la timidez de los árboles”.

©Dag Peak
Plaza de San Martín, Buenos Aires ©Dag Peak

En la práctica, es como si los árboles estuvieran conscientes de sus vecinos y les dieran espacio. Si bien este fenómeno aparece en la literatura ya en los años 20, el primero en explicar esta conducta en profundidad lo hizo en los años 50 y fue el botánico australiano Maxwell Jacobs, quien además creó el concepto de «la timidez de los árboles» –en inglés crown shyness–. En su  investigación estudió específicamente el crecimiento de eucaliptos y concluyó que las ramas eran sensibles a la fricción que se causa por el movimiento del viento. Es decir, no sería un acto voluntario del árbol, sino que el choque entre ramas dañaría sus tejidos provocando que ya no crezcan más.

Sin embargo, otro estudio que se centró en el árbol alcanfor, desarrollado por el botánico de Malasia, Francis S.P. Ng, no encontró evidencia alguna de lo anterior. Además, reveló algo nuevo: que los brotes eran sensibles a los niveles de luz y que ya no crecían más cuando se acercaban a ramas cercanas. Sería, en contraste a la teoría anterior, una manera voluntaria de los propios árboles para obtener más luz y no tener que competir con el otro árbol por tenerla.

©Adrien Kroese
©Adrien Kroese

Pero éstas no son las únicas teorías que han surgido. Otro botánico, Francis Hallé, proveniente de Francia, concluyó que este fenómeno tiene una explicación genética. Aun así, reconoció que puede tener muchas explicaciones, por lo que no está completamente claro el por qué de las grietas en los árboles. A esto se suman algunas investigaciones que creen que la «timidez» tiene como resultado la prevención del contagio y la  propagación de enfermedades.

Si bien hay muchos árboles que son “tímidos”, no es algo que se repita a todas las especies. Algunos ejemplos en los que sí se puede ver son los eucaliptos, los robles y los pinos.

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