El 2017 marcó un punto de no retorno para Chile; los incendios forestales catastróficos habían llegado para quedarse. La biodiversidad nativa está siendo consumida por el fuego generado intencionalmente o no por personas, y la fauna que logra salvarse no está considerada en los planes de ayuda o asistencia del Estado, quedando en desamparo. Los ecosistemas de alto valor a nivel mundial ubicados en las zonas central y centro sur del país han sido los más afectados. Estas zonas están inmersas en un punto caliente (hot spot) de importancia mundial de biodiversidad altamente amenazada, de hecho, Alaniz et al. (2016) informaron que el 23% de los ecosistemas de Chile Central están en la Lista Roja de la UICN en categorías de amenaza. Además, desde 2010, Chile padece una intensa megasequía, incrementando el tamaño, la severidad y la extensión de las temporadas de incendios. En la Región de Valparaíso, si bien los incendios no afectan superficies tan extensas como en las regiones de más al sur, sus mayores impactos radican en la afectación de las poblaciones humanas, especialmente en las zonas de interfaz urbano-forestal.

Incendio en Valparaíso, Chile. Créditos: Organizaciones Sociales.
Incendio en Valparaíso, Chile. Créditos: Organizaciones Sociales.

El mega-incendio ocurrido a inicios de febrero de 2024 en la Región de Valparaíso, cuyo foco principal inició en las inmediaciones del Lago Peñuelas y avanzó sin posibilidad de control hacia el norte, arrasando con una enorme área de matorral y bosque esclerófilo, alcanzando finalmente los centros urbanos de las comunas de Quilpué, Viña del Mar y Valparaíso, ha sido devastador. De acuerdo con el reporte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres la afectación fue de 135 personas fallecidas, 1.500 viviendas destruidas y 9.429 hectáreas quemadas. Una cara invisibilizada de dicha tragedia, es la que se vive en esas nueve mil hectáreas nativas arrasadas por el fuego. 

Los silenciosos sobrevivientes

En la periferia de la urbe porteña, los bosques nativos resisten pese a los impactos y disturbios del establecimiento y expansión de sus vecinos humanos; en las quebradas hay ratón chinchilla, degus, sapos, turcas, yacas, tencas, quiques, zorros y otros cientos de especies que han logrado convivir con la nueva normalidad que les hemos impuesto. Pero hay disturbios para los que nuestra fauna no ha tenido tiempo de generar adaptaciones. Los incendios son tan fatales para ellos, como lo siguen siendo para nosotros. La mayoría de los vertebrados nativos pequeños tienen una limitada velocidad y distancia de desplazamiento en un escape, así marsupiales como las yacas y roedores como los degu, o las lagartijas y sapos tienden a buscar refugio bajo tierra o en sitios resguardados dentro de los límites del incendio, como roqueríos, túneles y oquedades en árboles. Sin embargo, pocos logran salvarse de las llamas, el calor abrasador y el humo tóxico.

Especie afectada por incendios en Valparaíso, Chile. Créditos: Organizaciones Sociales.
Especie afectada por incendios en Valparaíso, Chile. Créditos: Organizaciones Sociales.

El mundo al que se enfrentan los escasos sobrevivientes cuando emergen de sus guaridas, es un paisaje diezmado. La complejidad de sus hábitats está simplificada, sin los refugios y corredores protegidos que usaban para evitar depredadores, y sin alimento o agua. La falta de sombra aumenta la temperatura en el suelo, y los árboles carbonizados expuestos al sol, alcanzan altas temperaturas. Permanecer en ellos puede ser peligroso para pequeños animales. Así, al buscar comida o tratar de migrar hacia los bordes del incendio, son blancos fáciles para aves rapaces, zorros o quiques, que pudieron haber escapado del incendio o que vienen de zonas vecinas. Y los que habitan en zonas periurbanas, si sortean estas amenazas, puede que salten del sartén para caer al fuego; al ingresar a las villas humanas se encuentran con veneno y trampas para ratones, escobazos, zapatazos, gatos y perros. Afortunadamente, no todos los vecinos humanos son una amenaza.

Fauna afectada por incendios de Valparaíso, Chile. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.
Fauna afectada por incendios de Valparaíso, Chile. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.

En la quinta región, los vecinos han sido una luz de esperanza para los pequeños animales que sortearon el infierno. El matorral y bosque esclerófilo, así como los escasos palmares, borde urbano, han sido por años visitadas, disfrutadas y exploradas por vecinos que, al internarse en los senderos, han generado un vínculo con su entorno. Así han surgido organizaciones comunitarias territoriales que organizan actividades de educación ambiental, reforestación, limpieza de sitios y exploraciones en la naturaleza, custodiando estos ecosistemas. Una naturaleza que, en la periferia de las villas, está privatizada; no hay áreas silvestres protegidas públicas en las inmediaciones.

La ayuda ciudadana

En cuanto el fuego del monte dio tregua, los voluntarios de las organizaciones comunitarias, y voluntarios especialistas en fauna, se internaron en la aún tibia cicatriz del incendio, a prospectar en busca de animales afectados para rescatarlos y derivarlos a centros de atención veterinaria de emergencia, pues sabían que, si no intervenían, los pequeños animales silvestres que, como ellos o sus familiares, soportaron la catástrofe, iban a morir. Al recorrer el territorio, se encontraron con una mortandad abrumadora. Si bien, es una cifra que nunca sabremos con certeza, se pueden estimar en miles las pérdidas de vida vertebrada. Bastaba caminar un par de metros para contar decenas de cadáveres, sin mencionar la cantidad de fauna herida; 25 ejemplares silvestres llegaron al Centro de Rescate y Rehabilitación Ñamku, e inesperadamente, se localizaron decenas de grupos o colonias de roedores de hábitos cavitarios/fosoriales sobrevivientes donde el endémico, escaso y desconocido degú costino (Octodon lunatus) es el protagonista.

Culebra en incendio de Valparaíso, Chile. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.
Culebra en incendio de Valparaíso, Chile. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.

Las necesidades de esas colonias que sobrevivieron, en vista de tal nivel de pérdida de recursos, debían ser inmediatamente cubiertas, y espontáneamente se movilizaron esfuerzos en varios puntos siniestrados para proporcionar alimentos, agua y/o refugio a la fauna. Los voluntarios partían al cerro con mochilas cargadas de verduras de la feria y bidones de 5 litros de agua en cada mano, en caminatas que duraban hasta tres horas en el punto con degus más lejano. Esta respuesta fue en un inicio descoordinada y sin un protocolo técnico común que orientara las acciones. La Asociación de Médicos Veterinarios de Fauna Silvestre (AMEVEFAS), a través de su Comité de Emergencias, contactó a algunos profesionales especialistas en fauna que estaban voluntariamente prospectando el Jardín Botánico Nacional y apoyando a las agrupaciones, y a los veterinarios que atendieron animales silvestres rescatados. A través de ellos fue posible entender la iniciativa que se estaba realizando y AMEVEFAS convocó a representantes de los grupos, para, entre todos, conocer cuantas colonias de roedores sobrevivientes se encontraron y se acordaran criterios unificados de respuesta. Se realizaron charlas para las agrupaciones territoriales y se generó un chat de coordinación gestionado por AMEVEFAS.

Voluntarios en incendios de Valparaíso. Créditos: Organizaciones Sociales.
Voluntarios en incendios de Valparaíso. Créditos: Organizaciones Sociales.

Además de las periferias barriales, el Jardín Botánico Nacional (JBN) de Viña del Mar se quemó casi por completo; se consumió el 90% de la vegetación. Ubicado entre la matriz urbana de la ciudad y el corredor biológico del estero Marga Marga, el JBN previo al incendio, albergaba grandes colecciones botánicas, espacios de recreación y educación ambiental, y áreas destinadas a la conservación del patrimonio natural no abiertas al público.

En estas últimas, el bastión ecológico del recinto, recibió ayuda espontánea y voluntaria para el auxilio de la fauna liderada, por profesionales de Mauco Consultoría Ambiental, con la autorización del director del JBN para trabajar en el área, pues dada la magnitud de la contingencia, aún no podía abordarse con recursos del Jardín. Esos voluntarios han puesto a disposición sus cámaras trampa, comprado el alimento para los 25 puntos de alimentación que rellenan dos veces a la semana, junto con más de 120 bebederos. Las cámaras trampa han permitido realizar el catastro de la fauna silvestre sobreviviente y que se desplaza entre las distintas zonas; ya se puede confirmar la presencia de aproximadamente 30 tipos de aves, 10 mamíferos, 5 reptiles y 7 especies invasoras, los cuales no difieren de lo avistado hasta el momento por las organizaciones ambientales en los otros sectores aprovisionados. Gracias a las imágenes obtenidas, también se ha podido constatar que la fauna de baja movilidad como los reptiles, roedores, anfibios y marsupiales están ocupando los abrevaderos y puntos de alimentación. Si bien las agrupaciones ambientales cuentan con unas pocas cámaras trampa, éstas les han permitido igualmente constatar el éxito de uso de estas medidas de salvataje.

Bebedero para fauna afectada por incendios en Valparaíso, Chile. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.
Bebedero para fauna afectada por incendios en Valparaíso, Chile. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.

Los recursos autogestionados

La medida de “aprovisionamiento de fauna post catástrofe” si bien se ha realizado en otros países, como en Australia, es primera vez que se realiza en Chile. Por esta razón, era necesario contar con asesoría técnica de médicos veterinarios (MV) de fauna para asegurar que esta experiencia fuera positiva. AMEVEFAS contactó a la MV Dra. Paula Aravena, directora del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la UdeC sede Chillán, quien junto a un grupo de estudiantes y egresados voluntarios, viajaron a la zona afectada para entregar conocimientos prácticos a las organizaciones territoriales; así como a la MV Carolina Sanchez de UFAS/UNAB quien orientó sobre la dieta para los roedores herbívoros.

Además de la asesoría voluntaria y gratuita, se necesita de materiales, comida y cientos de litros de agua para construir y rellenar los puntos de aprovisionamiento. Han sido los mismos voluntarios de las organizaciones han comprado estos insumos, y AMEVEFAS ha logrado canalizar donaciones para comprar vegetales frescos y plásticos para armar bebederos, generada por la MV M. Sc. Francisca Romero en su campaña por redes sociales, además las organizaciones recibieron de 15 kg de heno del emprendimiento local Granjina del Conejito. Pero sin instituciones del estado que apoyen con recursos, se debía apuntar a organizaciones civiles que permitieran a los ciudadanos voluntarios mantener la ayuda.

Alimento para fauna afectada en incendios de Valparaíso. Créditos: Organizaciones Sociales.
Alimento para fauna afectada en incendios de Valparaíso. Créditos: Organizaciones Sociales.

Humane Society International (HSI), organización que recauda fondos y los destina a la ayuda de animales en emergencias, llegaron a Viña para apoyar la gestión de hospitales de campañas de perros y gatos. AMEVEFAS en conjunto a los voluntarios de las organizaciones territoriales, les invito a conocer la realidad de las zonas silvestres siniestradas. Gracias a esta experiencia de trabajo colaborativo, AMEVEFAS logró gestionar la generosa donación de HSI de 1,4 toneladas de alimento especializado para roedores herbívoros, que permitirá a los voluntarios aprovisionar por 11 semanas (hasta mediados de junio), los 56 comederos que están dispersos en los cerros, quebradas y en el JBN.

Por otra parte, la agrupación socioambiental del Parque Natural Los Pinos, con apoyo del SAG RRNN de Valparaíso, lograron que SOPRAVAL, propietario de una de las zonas que la agrupación custodia, donde hay 6 puntos de alimentación para colonias de roedores, se comprometiera a donar dos estanques de agua que permitirán llenar los abrevaderos e iniciar la restauración (autogestionada por la agrupación) de la vegetación que rodea a las colonias sobrevivientes. Por su parte, COLMEVET colaboró con insumos médicos para generar algunos botiquines básicos de fauna, el combustible para el traslado de los veterinarios voluntarios de Chillán, y la impresión de 30 posters informativos para la comunidad sobre roedores nativos, elaborados por los voluntarios de las organizaciones territoriales.

Zorro en incendios de Valparaíso. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.
Zorro en incendios de Valparaíso. Créditos: Consultora Ambiental Mauco.

El JBN, junto al equipo de Mauco, se planea un proyecto de restauración ambiental basado en medidas de conservación de la fauna sobreviviente. Este proyecto, fue presentado por el director del JBN a sus alianzas estratégicas para poder financiarlo, despertando el especial interés y apoyo de Seché Group Chile. «Luego de los incendios de inicio de febrero, y en el marco del acuerdo de colaboración que Séché Group Chile mantiene con el Jardín Botánico desde el 2020, y de nuestra participación en Act4Nature, iniciativa francesa desde el mundo privado para el resguardo y conservación de los ecosistemas, estamos concretando un proyecto para dar continuidad, a lo largo de este año, a los trabajos de protección de fauna llevados a cabo por Mauco, para ello las próximas semanas serán cruciales en la búsqueda de aliados para unirse a esta iniciativa colaborativa», declaró Marisol Garrido, gerenta general de Séché Group Chile.

Para los voluntarios, el degú se ha convertido en un emblema de resiliencia y resistencia. Todas las acciones que se han mencionado, han sido realizadas por personas de la sociedad civil que están donando su trabajo para el bienestar de nuestros ecosistemas, y a dos meses de la tragedia, estos esfuerzos sólo no han decaído, sino que han ganado inercia. Sin embargo, para mantenerse y alcanzar el éxito, necesitan de apoyo; ecólogos que permitan estructurar un plan de restauración a mediano y largo plazo en la zona; el estado que facilite la recuperación de núcleos resilientes en torno a los degu; universidades que vinculen sus investigaciones con acciones de conservación efectivas a través del análisis de datos vinculados a la ciencia ciudadana que ya está en curso, o con soluciones innovadoras que no estemos viendo; las grandes ONG que canalicen estos esfuerzos comunitarios y los transformen en experiencias consolidadas de conservación de la biodiversidad, equidad y empoderamiento territorial.

Afiche para busca voluntarios. Créditos: Organizaciones Sociales.
Afiche para busca voluntarios. Créditos: Organizaciones Sociales.

Las manos siguen prestas a ayudar, pero solos no podemos salvar lo que es de todos, no podemos hacernos cargo de labores que corresponden tanto al estado como a los propietarios de los predios donde todos estos valiosísimos ecosistemas están agonizando, sostenidos sólo por esta dimensión humana de la conservación, que se ha negado tercamente a que la catástrofe siga su curso. El esclerófilo resiste, su fauna aún vive y sus personas se vinculan hoy, en la desolación, más fuerte que nunca con ellos.  

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