Según el último censo realizado por científicos del Centro Mundial de Monitoreo de Conservación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (WCMC), existen alrededor de 8,7 millones de especies en el planeta, asimismo, el Inventario Nacional de Especies de Chile afirma que existe un poco más de 30.600 especies nativas en el territorio.

Mamá puma y sus cachorros (Puma concolor) en Parque Nacional Torres del Paine. Créditos: ©Nicolás Lagos
Mamá puma y sus cachorros (Puma concolor) en Parque Nacional Torres del Paine. Créditos: ©Nicolás Lagos

Estos datos, que si bien demuestran la gran cantidad de seres vivos con los que cohabitamos en el planeta, también exponen el complejo escenario que se enfrentan los gobiernos y las distintas agrupaciones ambientales al momento de protegerlos.

En este sentido, quienes trabajan en conservación, han tenido que indagar en diversas estrategias para fomentar la protección y defensa de las especies, y dentro de ellas está la creación del concepto de especies “paraguas”.

Su extraño nombre es una metáfora del rol que cumplen para la conservación de la biodiversidad, y es que este tipo de especies garantizan el equilibrio de los ecosistemas y, de forma indirecta, protegen a muchas otras especies que comparten su hábitat.

  • Guanaco (Lama guanicoe) sobre nieve. Foto: ©Pía Vergara
  • huemul (Hippocamelus bisulcus). Créditos: ©Rody Alvarez - Tompkins Conservation Chile

Las especies paraguas, también denominadas ‘sombrillas’, son aquellas que cumplen un rol fundamental dentro de los ecosistemas y, por ende, funcionan como un canal para la conservación de todo el ecosistema asociado, es decir, al proteger a estas especies, también se protegen de forma indirecta a otras muchas especies que cohabitan en ese mismo lugar.

Como señala Lohengrin Cavieres, Doctor en Biología de la Universidad de Chile y profesor titular de la Universidad de Concepción: “Las especies paraguas son un término que se usa en ecología de conservación a partir de los años 80, es un términos antiguo, que busca identificar especies cuya funcionalidad en el ecosistema sea tal que cuando yo las conserve entonces voy a poder conservar muchas más especies. De ahí viene el término paraguas, es decir, que bajo ella hay muchas más cosas”.

Para determinar que especies pueden ser consideradas paraguas, se deben tener en cuenta la extensión del área geográfica del hábitat natural de la especie, su posición dentro de la cadena alimenticia, la singularidad de su especie, su estado de conservación y su susceptibilidad a estar en riesgo frente a impactos ambientales, como la contaminación y la deforestación. Asimismo, es importante conocer con qué otras especies interactúan y si desarrollan roles de especies competidoras, presas o depredadoras, además de considerar otros aspectos importantes relacionados con la conducta y la reproducción.

  • Carpintero negro (Campephilus magellanicus). Créditos: ©Fabian Guerrero
  • Carpintero negro (Campephilus magellanicus). Créditos: ©Fabian Guerrero

El concepto de especie paraguas es usado comúnmente para acciones de conservación y manejo de especies y comenzó a cobrar relevancia a raíz de un artículo publicado por el biólogo Bruce Wilcox en 1984, en la Universidad de Stanford. Desde ese momento, diferentes organizaciones de conservación ambiental y miembros de la comunidad científica han liderado innovadoras estrategias de conservación para proteger la biodiversidad en base a este concepto.

Distintos científicos y organizaciones plantean que las especies paraguas poseen gran importancia a la hora de decidir y seleccionar áreas potenciales para conservar, como la creación de parques naturales y zonas protegidas bajo diversas categorías. Esto debido a que el uso de especies paraguas sirve como una herramienta natural para evaluar el estado de salud de un ecosistema, su composición y de esta manera conocerlo y preservarlo.

No obstante, también hay quienes no están de acuerdo con esta categoría debido a los efectos negativos que podría traer enfocar los esfuerzos de conservación en una sola especie. Como puntualiza el Dr. Cavieres, quien también es investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile (IEB): “Es un término antiguo, y ya es poco lo que se usa porque también tiene efectos malos. Como por ejemplo que se centra en una sola especie, ya que por mucho que esta especie tenga interacciones con otras, te puedes quedar sin proteger a otras que pueden jugar con mucho más importante, simplemente porque no lo sabes o lo desconoces”.

  • Puma (Puma Concolor) en Estancia Cerro Guido. Créditos: ©Nicolás Lagos
  • Pareja de Guanacos (Lama guanicoe). Foto: ©Pía Vergara

En relación a lo mismo, el Dr. Cavieres pone énfasis en la necesidad de proteger y conservar los ecosistemas en su conjunto, más allá de focalizar los esfuerzos en un grupo en particular: “Hoy por hoy es poco usado o se argumenta poco en la conservación el uso de especies orientadas, porque hemos visto que es mucho más efectivo tratar de focalizar en la conservación de ecosistemas, de ambientes, de hábitats, independientemente de las especies que contenga, porque así te seguras de que estás contemplando tanto especies paraguas, como especies que caen fuera del paraguas”, finaliza.

Sin dejar de lado la gran importancia que cumplen las especies paraguas dentro de los ecosistemas, te dejamos a continuación 5 especies paraguas que son icónicas y nativas de nuestro territorio. ¡No te lo pierdas!

Carpintero negro (Campephilus magellanicus)

Carpintero negro (Campephilus magellanicus). Créditos: ©Fabian Guerrero
Carpintero negro (Campephilus magellanicus). Créditos: ©Fabian Guerrero

Los carpinteros negros (Campephilus magellanicus) pueden ser considerados como  unos verdaderos ingenieros del bosque y científicos se refieren a ellos como una especie clave para el ecosistema, debido a que cumple funciones importantísimas para la conservación de su hábitat y de otras especies. Al protegerlo se conserva su hábitat, el bosque templado, y con ello, otros animales como el chucao o la ranita de Darwin.

En este sentido, también se les conoce como una especie paraguas, ya que abarca grandes áreas para poder ser conservada, por lo que también preserva a otras especies más pequeñas de ese territorio. Esto se debe a que construye cavidades en los arboles añosos, que cuando ya no los usan más, son utilizados por otras aves y mamíferos para su protección. Así se evidenció en un estudio en el que se consideran como constructores primarios de cavidades.

Puma (Puma concolor)

Puma (Puma concolor) en Parque Nacional Torres del Paine. Créditos: ©Nicolas Lagos
Puma (Puma concolor) en Parque Nacional Torres del Paine. Créditos: ©Nicolas Lagos

Es el segundo felino más grande de América después del jaguar y se distribuye naturalmente desde Canadá hasta el estrecho de Magallanes.  Se encuentra presente en prácticamente todos los ecosistemas del continente, habitando bosques tropicales, sub-tropicales, templados y los páramos, hasta 4500 metros sobre el nivel el mar.

El puma (Puma concolor) es considerado un especie paraguas debido a que con su presencia garantiza el equilibrio de los ecosistemas. Esto debido a que es un depredador tope, que regula las poblaciones de mamíferos, aves y reptiles.

Guanaco (Lama guanicoe)

Guanacos (Lama guanicoe). Cortesía: ©Tompkins Conservation
Guanacos (Lama guanicoe). Cortesía: ©Tompkins Conservation

Originario de América del Sur, el guanaco (Lama guanicoe) es un animal salvaje muy elegante, de cuello largo y esbeltas y delgadas patas. Son los animales terrestres de mayor tamaño de la Patagonia, alcanzan 1,6 metros y superan los 90 kilos de peso.

El guanaco es el camélido que vive más al sur de la Tierra. Pueden encontrarse en el oeste de Argentina y Bolivia, en gran parte de Chile y zonas de Paraguay y Perú. Se adaptan bien al calor y al frío: viven tanto en las llanuras como en altitudes de hasta 3.000 metros de altura.

De hecho, el guanaco ha sido considerado una especie de hábitos y estrategia de alimentación generalista que logra habitar y sobrevivir bajo diferentes condiciones ambientales, principalmente en aquellas extremas donde la oferta alimenticia es uno de los factores que determina su presencia y abundancia.

Debido a esta característica y al asombroso nivel de adaptación del guanaco en ambientes áridos, es que se considera a esta especie como paraguas de ecosistemas como el desierto de Atacama y la estepa patagónica, además de una especie clave para el desarrollo local.

Krill antártico (Euphausia superba)

Krill Antártico (Euphausia superba). Créditos: ©Norkrill
Krill Antártico (Euphausia superba). Créditos: ©Norkrill

Toda la fauna que habita sobre las costas y los aires de la Península Antártica, uno de los territorios más inhóspitos y bellos del planeta, tiene un lazo vital con una especie diminuta que en su etapa adulta no supera los seis centímetros: el krill antártico (Euphausia superba), una especie de crustáceo que hoy es el centro de esfuerzos internacionales para defender y conservar la zona a través de áreas marinas protegidas.

Es un crustáceo diminuto cuya biomasa se estima es superior al de la humanidad entera y que constituye la base de la red alimentaria en toda la península Antártica, ya que, por su gran abundancia, es el principal recurso alimentario de casi la totalidad de los depredadores de la Antártica. Si no son dependientes directamente, muy probablemente son depredadores de algún organismo que se alimente de krill. Por ello es que el krill antártico es considerado como una especie paragua y un organismo clave en los ecosistemas marinos de la Antártica.

Sin embargo, su uso no es exclusivo de organismos marítimos de la antártica, ya que actualmente la principal amenaza del krill antártico se debe a la extracción realizada por industrias dietéticas, farmacéuticas, y de alimentos para la cría de peces y mascotas.

Según Greenpeace, la industria pesquera del krill antártico ha aumentado de 4501 toneladas en la década de 90 a 9460 en el 2014, cifras críticas que han generado la necesidad urgente de controlar el extractivismo de esta especie clave.

Huemul (Hippocamelus bisulcus)

Huemul (Hippocamelus bisulcus). Créditos: ©Diego Bravo
Huemul (Hippocamelus bisulcus). Créditos: ©Diego Bravo

Con un cuerpo rechoncho, robusto y patas cortas, el huemul (Hippocamelus bisulcus) es el cérvido más austral del mundo.  Es un ciervo endémico de la Patagonia que habita los bosques subantárticos de la cordillera de Los Andes, siempre difíciles de avistar por su condición y personalidad tímida e incluso esquiva.

En el siglo XVI, los huemules habitaban la región del sudoeste de Sudamérica, desde la Región Metropolitana en Chile hasta el estrecho de Magallanes. Sin embargo, a fines del siglo XIX, debido al retroceso de su área de expansión, el número de individuos de esta especie comenzó a disminuir drásticamente, quedando a fines del siglo XX, algunos centenares de ejemplares en el bosque andino patagónico o subantártico.  De hecho, se calcula que quedan poco más de 1.500 ejemplares de huemules en el mundo.

Este hermoso ciervo austral no sólo mereció un lugar en el escudo nacional de Chile en 1834, sino que también es considerado una especie clave en los ecosistemas que habita, ya que cumple un nicho ecológico como herbívoro nativo grande, con un papel importante dentro de un ecosistema natural intacto. Por ello, se considera al huemul una especie «paraguas» cuya conservación ofrecería protección a una amplia variedad de otras especies.

1 Comentario

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  1. Francisco Santa Cruz

    Muy buena nota. Ojo que las toneladas capturadas de krill antártico que allí mencionan, no están ni cerca de la realidad

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