¿Cuál ha sido la verdadera influencia de los humanos en la biodiversidad costera? Esa es la pregunta que se hizo el estudio chileno titulado “El profundo impacto antropogénico en la biodiversidad bentónica del ecosistema marino de la Corriente de Humboldt: Conocimientos a partir de una línea base de fósiles del Cuaternario”. La principal conclusión fue que se ha reducido entre tres y seis veces la abundancia relativa de especies explotadas en la actualidad, en comparación a sus contrapartes de la prehistoria.

Para llegar a esa respuesta, el paleontólogo de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile, Dr. Sven Nielsen, junto al investigador del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA) Marcelo Rivadeneira, diseñaron una línea base que une bibliografía actual con distintos registros paleontológicos, algunos de hasta 500 mil años de antigüedad. Así se compararon las especies disponibles actualmente, para saber cuánto ha depredado el ser humano desde su llegada al continente.

El estudio consideró el ecosistema marino de la corriente de Humboldt, que se extiende desde Chile hasta Ecuador, una de los más grandes y productivas del mundo, que proporciona recursos valorizados en unos US$19,5 billones por año, donde la sobrepesca es una de las problemáticas más importantes. En terreno, los investigadores visitaron las terrazas marinas de las costas del sur del Perú y norte chileno, ricas en fósiles de moluscos marinos. Allí extrajeron las muestras, para luego en el laboratorio, revisar y contabilizar los fósiles que encontraban, clasificándolos por especie. Cada registro fue georreferenciado.

En un trabajo que demandó el esfuerzo de unas 15 personas, y varios años para obtener los resultados, finalmente se confirmó la presencia de casi de 370.000 fósiles pertenecientes a 164 especies de moluscos, entre bivalvos (como choritos y almejas) y gastrópodos (caracoles). Este nivel de detalle aportó a los cuatro aspectos principales que se consideraron para evaluar los posibles cambios en la diversidad actual en comparación con el Cuaternario tardío (riqueza de especies, dominancia, composición de especies y abundancia relativa de especies de moluscos).

“Por un lado, el ecosistema que vimos en todo el Cuaternario es bastante estable en cuanto a composición de especies, no vemos tampoco grandes variaciones en la abundancia relativa. Si lo comparamos con el período actual, la buena noticia es que no hemos perdido especies, la presión depredatoria de los humanos sobre estos recursos -fundamentalmente moluscos-, no ha generado una extinción, pero sí hay un fuerte impacto en la composición, y en la abundancia de los recursos comestibles. Estos bajan mucho su abundancia, pero no desaparecen”, plantea Nielsen. “Entonces podemos decir que no hubo extinción, pero sí un fuerte impacto con la llegada de los humanos”, reafirma el paleontólogo.

Análisis de fósiles. Cortesía Universidad Austral
Análisis de fósiles. Cortesía Universidad Austral

Consumo de animales más chicos

Si bien se tiene una respuesta clara del impacto de las actividades humanas en cuanto al consumo de estos recursos marinos, el científico advierte que uno de los efectos o riesgos de la sobreexplotación es que primero “bajan su abundancia y luego, se baja a tallas más pequeñas o se salta a especies más pequeñas -para consumir-. Es riesgoso porque cuando bajamos a tallas más pequeñas de la especie podríamos consumirla por debajo de la edad reproductiva y ahí el efecto es mucho más grave”.

Esta es la primera vez que se hace una línea base ocupando el registro paleontológico en Chile, que está directamente aplicado a la problemática actual, de cómo los humanos afectamos a los ambientes, en especial a la zona costera y sus recursos. “Hay áreas en el mundo donde la actividad humana ha afectado la fauna a un nivel que han desaparecido especies. Hoy tú ves en el norte, están explotando los peces de roca ¿Por qué pasa eso? Porque lo otro ya no es tan abundante”, finalizó el paleontólogo UACh.

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