Maria Matijasevic
Siempre he amado la naturaleza, pero mi relación con ella —y, sobre todo, con los animales, con los hongos y con las plantas—, se ha hecho mucho más cercana en los últimos años. Ellos se han convertido para mí en una fuente inagotable de alegría, asombro y gratitud. Me gusta observarlos, fotografiarlos, aprender de ellos y leer sobre sus vidas, sin otro propósito que disfrutar la experiencia y compartirla con otras personas. Mi consciencia sobre la existencia de otros seres vivos se ha ampliado, así como mi curiosidad frente a su comportamiento y sus interacciones, mi capacidad para observar los detalles, mi atención a los sonidos, mi amor por la libertad y mi visión sobre la belleza.
Me maravilla ver la metamorfosis de las mariposas y las “dos caras” de sus alas; observar a los animales construyendo sus casas y criando a sus hijos; encontrarme con la mirada de los insectos; ver a los animales en reposo contemplando el lugar donde viven; encontrar plantas formando redes con otras plantas; escuchar los lenguajes de los animales; observar la diversidad de tamaños y colores de los hongos; pensar en la migración y ver cómo las aves van llegando al lugar en el que vivo después de recorrer miles de kilómetros; observar los dibujos de las hojas de las plantas y las “intervenciones artísticas” que realizan sobre ellas los insectos; observar el mimetismo de algunos animales; encontrar animales de distintas especies compartiendo un espacio; y sentir la confianza de un animal que se acerca a mí espontáneamente.