En las oficinas de la ONG FIMA, en pleno barrio Bellas Artes, Ezio Costa Cordella (39) trabaja a dos pantallas, rodeado de libros y un Scooter eléctrico estacionado en la pared. Abogado, máster en la LSE y doctor en derecho de la U. de Chile, ha sido indicado transversalmente como uno de los especialistas más influyentes en el debate medioambiental de la nueva constitución. Su libro “Por una Constitución ecológica” (Catalonia) ha sido incidente en el grupo de los llamados “eco constituyentes” y litigó contra el proyecto Dominga. En tiempos en que el trabajo de las comisiones está finalizando, Costa lanza sus primeros análisis sobre lo que finalmente quedará plasmado en la nueva Carta Magna.

-En tu libro “Por una Constitución ecológica” expusiste varios de los términos que se trataron en la discusión constitucional. ¿Cuál es tu balance general respecto a las normas que han pasado al borrador?

– Lo que está quedando de constitución ecológica es un avance muy significativo en relación con lo que tenemos. La Constitución del 80 tiene un artículo, 19 N°8 (El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación), el que hemos estirado lo más posible. En el año ochenta la preocupación ambiental era distinta a la que tenemos ahora. Y no tiene que ver tanto con una cuestión política, sino que con cómo el mundo avanzó en estos últimos 40 años y el nivel de crisis en el que estamos hoy. Lo que está quedando en el borrador es un estatuto muchísimo más robusto que va a permitir en los próximos años un desarrollo mucho más sustentable y que va a posibilitar tanto al Estado como a las personas, generar acciones de protección ambiental que van a ser muy importantes. Diría que con lo que tenemos en este borrador, si se aprueba y hacemos un desarrollo bien hecho, vamos a cambiar la trayectoria, como país al menos, en términos de crisis climática y ecológica.

-Nicanor Parra hablaba de Eco-constitución.

– El arte y la poesía siempre son preclaros. La discusión ecológica sobre nuestro modo de vida viene de los años sesenta y setenta. En Chile hubo grandes expositores. Parra no era un pensador ecologista, pero tiene sus Ecopoemas, donde estaba preocupado por este asunto. Además, era físico y entendía el problema desde un punto de vista más técnico. También hubo abogados como Godofredo Stutzin, que fue el primero que escribió en Chile sobre los derechos de la naturaleza.

Los ruidos

– La comisión de Medioambiente fue acusada varias veces de “maximalista” en la presentación de artículos. ¿Cómo analizas su trabajo y dónde se produjeron los mayores nudos?

-No es tan fácil saberlo desde afuera. Uno pudo ver la interacción y efectivamente hubo iniciativas de norma que fueron muy maximalistas. La mayoría fueron rechazadas en la misma comisión o en el pleno. Ninguna de las cosas que en su momento aparecieron en la prensa como terribles, como la nacionalización de la minería, terminaron quedando en el borrador, se fueron cortando.

-Pero generaron ruido.

-Sí. Generó ruido el hecho que se hayan rechazado sus informes, que tan poco es tan raro. En todas las comisiones pasó. Creo que, aunque el proceso no haya sido el más bonito posible, el resultado es bastante bueno y tiene que ver con la negociación que existió dentro de la convención. A veces se destaca poco eso. Tuvieron que negociar mucho para llegar a acuerdos de 2/3. Es mucha gente con visiones políticas muy distintas y se llegó a acuerdos bastante razonables.

Bosques de araucaria @Felipe Flores
Bosques de araucaria @Felipe Flores

-La comisión tenía la particularidad de tener que encargarse, además de lo medioambiental, también del modelo económico.

– Creo que deberían haber estado separados los temas ambientales de los económicos. Lo dijimos en el libro que escribimos con Cristina Dorador “El asilo contra la extinción”, que hay ciertos temas que se tocan con el modelo económico que deben estar en una constitución, pero “el” modelo económico no debiera estar completamente definido en la Constitución. Y particularmente en este momento creo que no es buena idea definirlo. La Constitución del 80 lo hizo, definiendo un modelo que hoy llamamos neoliberal. Eso no fue positivo, porque el mundo fue cambiando y fue imposible para los distintos gobiernos hacer las modificaciones en el modelo económico. Hoy estamos en un proceso de transición ecológica, de cambio de la economía global por cuestiones ambientales que todavía no ha decantado. La constitución debe tener ciertas bases económicas que permitan el desarrollo, producción y consumo necesario, pero que sean bases lo suficientemente flexibles para que en los próximos 10, 15 o 20 años más, cuando esté decantado el modelo económico global, en cuanto a protección ambiental, podamos movernos y eso sea en base a las opciones democráticas. La comisión está en esa línea, porque creó normas bastante basales. No son normas que restrinjan mucho y abren una puerta a un cambio futuro.

Los elementos de una Constitución Ecológica

-Si la constitución se aprobara en septiembre ¿Estaríamos en condiciones de decir que tenemos una constitución ecológica?

-Sí, sin duda. Tenemos un estatuto normativo dentro de la constitución que nos permite pensar que la protección del medio ambiente es una de nuestras principales preocupaciones. Eso está quedando no solo con las normas de la comisión de medioambiente. Efectivamente la preocupación ambiental se nota en muchas otras normas. El voto sobre que la convención iba a trabajar en una lógica de crisis climática y ecológica se aprobó casi de manera unánime.

– ¿Cómo se va a posicionar el país con estas nuevas normas constitucionales medioambientales?

Chile se va a convertir en vanguardia medioambiental. Los estatutos ambientales de las constituciones en el mundo tienen mucha variedad, depende del tiempo en que se hicieron. La nueva Constitución chilena va a ser la primera que se haga en un estado de crisis climática y ecológica declarado a nivel mundial. Con el concepto de Constitución ecológica se han auto referido Colombia, Costa Rica y Ecuador. La de Colombia, que fue punta de lanza, ya tiene 30 años y lo que se está haciendo acá avanza muy por sobre eso en cuanto precisión de los temas, profundidad de conceptos. Vamos a estar a la vanguardia. El proceso constituyente chileno en material ambiental es muy mirado afuera. A nosotros, como ONG, nos llegan muchas preguntas del exterior porque se ve que hay un trabajo en términos ambientales que no se había observado en otros procesos constituyentes. No es comparable con el proceso ecuatoriano o colombiano. Va a tener un apego cultural que va a pegar mucho más a nivel global. Va a tener influencia en cómo se negocian y discutan normas y constituciones en el mundo a futuro. Mal que mal somos un país OCDE y el primero en tener una constitución ecológica y todos esos países están preocupados de cuestiones medioambientales inevitablemente.

-En síntesis, ¿cuáles serían las bases de esta constitución ecológica?

-Los pilares son el reconocimiento de que existe una crisis, un estatuto de derechos que reconoce la necesidad de proteger la posibilidad de vivir en un ambiente sano, que incluye el derecho al agua y acceso en materia medioambiental; la relación que tenemos con el mundo natural, que engloba nuestro deber de proteger los ciclos, procesos y funciones de la naturaleza, que son los derechos de la naturaleza y de los animales; y otro que es nuestra relación de apropiación o no de los bienes comunes naturales y cómo el Estado, como custodio, debe proteger estos bienes para que generaciones futuras los disfruten y nosotros como personas también protegerlos y gestionarlos de manera colectiva. Como lo que pasa con el agua y los consejos de cuenca, que son una gestión colectiva que va a llevar a un mayor grado de protección. Un último pilar tiene que ver con que institucionalmente lo medioambiental tenga importancia. Ahí ya se aprobó la existencia de una Agencia Nacional de Agua. La Defensoría de la Naturaleza todavía está en discusión, se traspasaron algunas funciones ambientales a las comunas y regiones y entre todas esas cosas ya se crea una lógica de mayor expresión de la preocupación ambiental.

-La tierra está en medio de su sexta extinción masiva de especies y los ciudadanos poco queremos enterarnos. ¿Cómo podemos pasar de la letra a la práctica lo que se plantea en la propuesta de Constitución?

A propósito de las normas que están quedando en esta nueva constitución, por ejemplo, va a ser mucho más posible que en un Consejo de Cuencas, las personas que habitan un espacio se preocupen que el río que está en su territorio se mantenga funcionando. Es importante ver que no es solo el clima el único ecosistema que hemos destruido. Cuando uno mira los estudios, varios otros ciclos están sobrepasados: el ozono, la acidificación de los océanos. Cuando pensamos en gestionar la crisis, pensamos en muchas cosas al mismo tiempo, porque es gestionar un sistema completo, la naturaleza, que está alterado y que hay que ir haciéndolo en el tiempo y que la constitución ecológica nos da la oportunidad de hacerlo acá y que espero se replique en el resto del mundo.

-Hubo más de 1700 solicitudes de audiencias públicas y casi 300 iniciativas populares de norma en la comisión de medioambiente ¿Qué materias no quedaron plasmadas en el borrador y que a tu juicio se deberían haber incluido?

Me hubiese gustado que se incluyera un principio jurídico que se llama in dubio pro natura, que obliga a la persona que está tomando una decisión, que, en caso de duda, tome la decisión que mejor protege a la naturaleza. Ese principio es internacionalmente aceptado y la Corte Suprema ya lo ha usado. Se discutió si quedaba en el borrador y terminó perdiendo por algunos votos y no quedó. El otro punto que creo podría haber quedado mejor, es en los bienes comunes. En la discusión que ha habido en el mundo sobre ellos siempre se habla de que son inapropiables. La nueva constitución dividió los que son inapropiables de los que son apropiables. Ahí vamos a tener una disputa interpretativa. Entiendo que la lógica que se tuvo fue mantener la propiedad de personas que ya tienen bienes. Se habla de los bosques como bienes comunes, pero son apropiables, porque son de alguien que es dueño de la tierra. Contrario a lo que la propaganda dice, nunca hubo ninguna intención de expropiación. Lo que la Constitución le pide al Estado es regular su uso, que es más débil que lo que pasa con los bienes comunes inapropiables. Hay un espacio de mejora ahí.

De cara al plebiscito 

– ¿Qué debería tener en consideración el votante en septiembre respecto al tema medioambiental en la nueva constitución?

-Tenemos un muy buen estatuto medioambiental en la nueva constitución, algo que es muchas veces mejor que la Constitución del 80. Desde un punto de vista ambiental no hay por donde perderse. La preocupación ambiental que hoy tiene el país está reflejada en el texto de la nueva constitución y no en lo de hace 40 años. Solo el apruebo garantiza tener este texto nuevo. Rechazar es retroceder y seguir teniendo las normas que tenemos hoy.

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@Luis Valiente/Pixabay

– ¿Cuáles son las primeras instancias que tienen que activarse si se aprueba la propuesta de la convención?

-Sin duda la Agencia Nacional de Aguas. El problema “aguas” es el número uno ambiental. La Superintendencia de Medio Ambiente y el Servicio de Evaluación Ambiental, que es la institucionalidad actual, van a tener más herramientas en base a la nueva constitución. Todavía está en discusión si esas instituciones van a cambiar. Se les quiere hacer un estatuto para que tengan una proyección mayor en el tiempo del que tienen hoy. El Ministerio de Medio Ambiente también va a tener más herramientas para enfrentar los problemas que tiene en frente.  El agua es urgente y no podemos demorarnos diez años en instalar instituciones, pero hay otras materias que requieren más tiempo, como por ejemplo el proceso de aumento en los estándares para las industrias extractivas. Eso va a demorar más. Lo que tiene que ver con cambio climático, probablemente con la nueva constitución se pueda acelerar. Nos podemos descarbonizar antes. La promesa de cambio climático habla del 2050 y creo que podemos lograrlo antes y además dejar de emitir gases de efecto invernadero, tomar medidas de adaptación. Y esas medidas, a propósito de las obligaciones de la nueva constitución, van a ser mucho más urgentes de tomar para el Estado. Entonces se puede impedir que sucedan cosas como que los pueblos en el norte se están quedando sin agua y la gente se está teniendo que ir. Eso es por falta de adaptación. Las caletas de pescadores que se destruyen por las marejadas, las personas han muerto por las olas de calor o las lluvias en el altiplano son todas cosas que suceden por la crisis climática y que requieren medidas de adaptación que el Estado hoy las ha puesto en segundo lugar y que con la nueva constitución se van a convertir en obligaciones mucho más urgentes de enfrentar.

-Has planteado que pasarán varios años para implementar la nueva constitución. ¿Cuáles son los puntos críticos que ves ahí?

-Nos vamos a demorar varios años en implementar la Constitución porque la experiencia comparada y nacional nos dicen que estas demoran en instalarse. Se crean nuevas instituciones, hay que hacer leyes, que se discuten en el Congreso. Ahí se demoran por lo menos un par de años en discutirse. Entonces vamos a tener un proceso de implementación gradual y no creo que eso sea algo malo. Yo lo veo en positivo. Uno no puede cambiar un país de la noche a la mañana porque se descalabra el asunto. La nueva constitución tiene cambios bien profundos que tienen que hacerse de una manera ordenada, gradual. Nos vamos a demorar porque la aplicación de las normas de principios constitucionales requiere de una interpretación. Desde el minuto que tengamos una nueva constitución funcionando, los abogados y abogadas vamos a poder argumentar en base a esos principios y eso lo va a tener que ver un juez y este lo va a tener que interpretar y así resolver conflictos. Vamos a estar viendo cómo se aplican normas por varios años. Hay una propaganda bien extraña sobre la incertidumbre respecto a que, si las normas no fueran completamente exactas, producen incertidumbre. Y la verdad es que así funciona el derecho siempre.

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