Picaflores de Chile: un acercamiento a estas carismáticas y coloridas aves polinizadoras
Los colibríes son aves que durante cientos de años han llamado la atención, siendo incluso considerados como deidades para culturas ancestrales. Algunas especies de estos pequeños se pueden reconocer por sus colores metálicos o iridiscentes, es decir, que se perciben según la luz del sol, que los hacen destacar en los paisajes en los que habitan. O también por el rápido movimiento de sus alas, sus largos picos y por algunos de sus cantos que delatan su presencia. Con todo esto, son esenciales para el ecosistema, siendo consideradas como importantes polinizadores. En Chile existen nueve especies. Aquí te contamos más sobre ellas.
Una Puya berteroniana está a lo lejos. Destaca en la montaña: por sus flores entre un tono verde y azul, por sus hojas grises verdosas y por su forma de piña que la distingue de cualquier otra planta del lugar. Pero hay algo más que la acompaña, y que hace de la postal una verdadera imagen para guardar en la memoria, o en una fotografía. Ahí, picando de una de sus flores hay una pequeña ave que mueve sus alas rápidamente. Tan velozmente, que apenas se distingue que tiene alas y parece un cuerpo café grisáceo flotando al lado del chagual. Es un picaflor gigante (Patagonia gigas), una de las nueve especies de colibríes que habitan en Chile.
“El grupo de los picaflores es muy carismático, atrae a muchas personas por su colorido y por su iridiscencia, es decir, que el color se percibe según la luz. Muchos de ellos tienen plumajes de colores muy vistosos. Son activos a la hora de alimentarse y vocalizan mucho”, cuenta a Ladera Sur Fernando Díaz, director y guía de Albatross Birding, quien no sólo ha visto todas las especies de colibríes del país, sino que también ha observado la mayor cantidad de aves en Chile.
Las características físicas y etológicas de los picaflores han atraído la atención de las personas a estas aves de la familia Trochilidae desde hace cientos de años. De hecho, según se explica en un estudio etnográfico que buscaba denotar cómo los picaflores son nombrados y significados por las culturas originarias de los Andes, ya se percibía a estas aves con plumas pintadas de “muchos y hermosas colores”, comunes de las flores, moviendo velozmente sus alas. Incluso, se puntualiza que cronistas describieron que las damas chilenas los llamaban “pájaros resucitados”, reconociendo su característica migratoria por invierno para volver en primavera, considerándolos embajadores divinos de la estación.
De esta forma, se explica que los picaflores se consideraban deidades panandinas. Sus colores recuerdan los textiles y vestuario en santuarios de altura: “No es de extrañar que, dada su etología y capacidad de transformación, denotada como un renacer, el picaflor causara tanto asombro. Está asociado al sol, a la lluvia, al trueno, al verano y al invierno, como el arcoíris y su presencia y poder”.
Así, estas pequeñas aves que se alimentan mientras vuelan del néctar de las flores han sido parte de los relatos y creencias del pasado. Algo que se complementa con su aporte al ecosistema, ya que son parte del servicio ecosistémico de polinización de Chile, porque al picar su alimento, recolectan granos de polen con sus picos y alas, llevando el polen a la siguiente flor.
Aquí te contaremos sobre las nueve especies que habitan en nuestro país: el picaflor gigante, el chileno, del norte, del cora, azul, de la puna, cordillerano y los endémicos de Juan Fernández y de Arica. Entonces, prepara tus ojos y si quieres fotografiarlos, tu cámara. Si los ves, mantén tu distancia, identifica la flor que eligieron para alimentarse y espera en tu lugar. Ellos volverán. Ahora, emprenden vuelo en cada una de estas descripciones.
Picaflor de Juan Fernández
El de Juan Fernández o Sephanoides fernandensis es quizás uno de los más conocidos de Chile, incluso fue elegido embajador de la fauna 2021. Pero al mismo tiempo, es uno de los más amenazados, catalogado como “en peligro crítico”, según los criterios de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza y el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Esta pequeña ave es endémica de la isla Robinson Crusoe, en el Archipiélago de Juan Fernández. Ahí habita en zonas de bosque denso, en los que hay canelos (Drimys confertifolia) y naranjillos (Fagara mayu). También en jardines y arboledas del pueblo San Juan Bautista donde visita flores de Dendroseris, entre otras. De hecho, se estima que son polinizadores del 9% de la flora actual de Robinson Crusoe, alimentándose, además, de pequeños insectos.
Son compactos, alcanzan los 13 centímetros de largo y tienen un muy marcado dimorfismo sexual o diferencia entre machos y hembras. Los machos tienen un color más rojo, similar a un tono ladrillo, con su frente y corona rojo metálico y plumas blaquecinas en la parte baja. Las hembras, en cambio, son de cabeza y parte superior verde irisdiscente. Si frente y corona son azul cobalto, y sus partes inferiores blancas. Ambos tienen un pico negro, recto y corto en proporción a su cuerpo.
Son muy territoriales y agresivos, pero también confiados del ser humano y otras especies introducidas, algo que ha influido en la degradación de su hábitat. Según su ficha de clasificación, se describe que la presencia de cabras y conejos ha influido en el deterioro de su vegetación, así como la presencia de plantas exóticas. A esto se suma su depredación por parte de gatos, y se ha planteado una competencia con el picaflor chico (Sephanoides sephaniodes).
Siempre se le ve solo o en parejas, posado sobre árboles y arbustos, y cuando va hacia las flores prefiere estar colgado en vez de volar. Quizás, además de sus colores, una buena manera de identificarlo es por su bullicioso y prolongado canto.
Picaflor de Arica
El segundo de esta lista es también muy especial. No sólo por su belleza, sino porque el picaflor de arica o Eulidia yarrellii es endémico y se ha considerado como el más amenazado de los picaflores que habitan en Chile. De hecho, está considerado como “en peligro crítico” de extinción según la Lista Roja de la UICN y el Sistema de Clasificación de Especies de Chile. Y su población se restringe muy escasamente a los valles de Azapa y de Chaca -donde se ubica el Monumento Natural Picaflor de Arica-, con registros en Quebrada camarones y el valle de Lluta.
Es también en ave más pequeña de toda esta lista, siendo muy diminuta y compacta, y alcanza los 8 centímetros de largo. Tiene también un importante dimorfismo sexual. Los machos tienen toda su parte superior y cola café oscura con un verde metálico, también tuenen un antifaz oscuro, pero quizás la manera más fácil de reconocerlos es por su parche en la garganta color púrpura iridiscente púrpura con tonalidades azules. Las hembras tienen su parte superior café grisáceo con verde metálico y sus partes inferiores y más claras. Desde la garganta al abdomen son blancas. El pico de ambos es negro, corto, delgado y con poca curva.
Lo que sí, según su ficha de clasificación, existe una separación espacial entre sexos y en el período de reproducción, las hembras visitan a los machos en sus territorios específicos, se aparean y luego se retiran a las zonas de nidificación para la construcción del nido y criar ella sola a sus pollos.
Se restringen a habitar en valles de uso agrícola en el desierto de Arica y se alimentan del néctar de pequeñas flores como el chañar (Geoffroea decorticans) o el algarrobo (Prosopis alba), entre otros, pero también visita flores de hortalizas y come pequeños arácnidos o insectos. Ahí, y con una vocalización muy suave parecidas a cigarras, se pueden identificar y diferenciar de otras especies.
Lamentablemente, sus poblaciones se han visto muy reducidas a lo largo de los años, estimando incluso una reducción de más del 70%. ¿Las causas? Sobre todo, la pérdida y degradación de su hábitat por la actividad agrícola, es uso de pesticidas y una “potencial competencia” con el picaflor de cora en Azapa.
Picaflor del cora
Si seguimos esta lista del norte al sur, el siguiente es el picaflor de cora o Thaumastura cora. A diferencia de los dos anteriores, esta especie es de “baja preocupación”, según la Lista Roja y no está incluida en el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Es posible verla, al igual que el picaflor de Arica, en valles de intenso uso agrícola, desde el nivel del mar hasta unos 600 msnm. Es común de los valles de Lluta y Azapa, y suele frecuentar flores de Lantana o Bougainvillia, siendo muy agresivo y territorial, incluso con el picaflor de Arica.
Quizás el más reconocible es el macho. Vale decir que esta especie también presenta un marcado dimorfismo sexual. Si bien ambos pueden alcanzar los siete u ocho centímetros de largo, los machos tienen una cola que puede tener el mismo largo. Además, su cuello tiene colores metálicos entre violeta y azul, siendo en el resto de sus partes inferiores blanco. Su larga cola es oscura, con la punta blanca. En cambio, las hembras tienen sus partes superiores verde metálico, su pecho blanco sucio un poco acanelado, y su cola es redondeada con la mayoría de sus plumas negras y la mitad distal blanca. Es muy parecida a la hembra del picaflor de Arica.
Picaflor azul
Más hacia la cordillera, el colibri coruscans destaca por el llamativo color azul que le da el nombre. Difícil de ver, se restringe a los pueblos altoandinos entre los 1.300 a 3.500 msnm, con grandes árboles como eucaliptus, donde es posible observarlos bebiendo néctar. También puede visitar jardines o quebradas, pero está más que nada en la pre-puna, desde la Región de Arica y Parinacota hasta la de Tarapacá.
Es largo, pudiendo alcanzar los 14 centímetros, con un pico largo, negro y fino. Pero sus colores son los más llamativos, ya que tienen una tonalidad verde iridiscente verde, con una mancha violeta metálica desde la barbilla hacia las auriculares, y una mancha azul-violeta metálica en el abdomen.
También está catalogada como “baja preocupación”, según la Lista Roja y no está incluida en el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Suele estar solitaria o en parejas, posando sobre ramas altas de árboles por largos períodos, siendo muy agresivo y territorial. Además del néctar, se alimenta de pequeños insectos y de polen. Como sus pares, es muy vocal y emite un sonido silbido fuerte.
Picaflor de la Puna
Siguiendo en la zona norte, en las zonas rocosas de la pre-puna y el Altiplano, con riachuelos y cursos de agua, y en zonas vegetadas con arbustos o queñoas, entre los 3.000 y 4.500 msnn, destaca el picaflor de la Puna (Oreotrochilus estella). Ahí, sectores con estas características entre la Región de Arica y Parinacota y la de Antofagasta, se puede distinguir con su agudo trino.
Esta especie también está catalogada como “baja preocupación”, según la Lista Roja y no está incluida en el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Al igual que otras especies de picaflores, es muy fácil diferenciar a machos de hembras. Ellos tienen sus partes superiores café grisáceo, pero tienen una garganta verde esmeralda metálico, y la parte central del pecho una mancha alargada café rojiza. Las hembras, en cambio, tienen un leve brillo verde metálico en su dorso, al igual que unas pequeñas manchas de igual color en la garganta.
Se suelen ver solos o en parejas, posados en ramas, alambres o construcciones. Les gustan las flores coloridas de los arbustos, como los eucaliptus, pero también come algunos insectos. A diferencia de otros picaflores, prefiere aferrarse a las ramas para ahorrar energía. Puede alcanzar los 14 centpimetros.
Picaflor del norte
El Rhodopis vesper es uno de los más comunes de los oasis y valles poblados del desierto del Norte Grande y Chico, frecuentando ambientes con presencia de tamarugos y quebradas y pueblos de la pre-puna. Es muy común de la Región de Arica y Parinacota hasta la de Antofagasta. También existe una subespecie atacamensis que frecuenta ambientes más costeros desde Caldera hasta Ovalle y puede que uno que otro aparezca en Santiago.
Esta especie también está catalogada como “baja preocupación”, según la Lista Roja y no está incluida en el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Nuevamente, el dimorfismo sexual es evidente. Los machos tienen su garganta con una iridiscencia violeta a azul y su cola es negruzca, larga y cuando el ave está posada se mantiene en punta. Sus partes superiores son café grisáceo con verde metálico. Por su lado, las hembras tienen su garganta más blanquecina y sus partes inferiores blanco sucio, y su cola es más redondeada. La parte superior de su cola, o rabadilla, es color canela. Ambos alcanzan los 13 centímetros.
Suelen estar solos o en parejas y también pican de flores y comen insectos. Descansan mucho y son muy agresivos con otros picaflores.
Picaflor chileno
El Sephanoides sephaniodes también es conocido como picaflor chico y es el más común de los bosques y zonas bajas de Chile. En especial cerca de flores coloridas como Fuschsia y Embothrium. También los vemos mucho en parques, ciudades y jardines, migrando en invierno a lugares más cálidos.
Es posible verlo desde la Región de Coquimbo hasta la de Magallanes. Cuando migra, alcanza regiones como la de Arica y Parinacota o también llega al Archipiélago de Juan Fernández. Siempre solo, en parejas o en grupos muy pequeños, volando muy alto mientras se alimenta.
Bullicioso, territorial y confiado, esta ave tiene su cabeza y partes superiores verde metálico. Sólo el macho se distingue por su frente y corona rojo metálico.
Esta especie también está catalogada como “baja preocupación”, según la Lista Roja y no está incluida en el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Picaflor cordillerano
El Oreotrochilus leucopleurus es un picaflor de los Andes centrales del país, habitando laderas rocosas de cerros, arbustos y cactus, estando también en riachuelos cordilleranos y humedales, desde la Región de Atacama hasta la Araucanía.
Puede alcanzar los 14 centímetros de largo y el dimorfismo sexual es evidente. Los machos tienen su garganta verde esmeralda metálico y una mancha color negro azulado en la parte central del pecho. Las hembras tienen en su dorso un leve brillo verde-metálico, con manchas del mismo color en su garganta. Su cola es blanca con un centro oscuro.
Esta especie también está catalogada como “baja preocupación”, según la Lista Roja y no está incluida en el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Es más común de ver en ramas de arbustos, o volando muy alto y alto. Es agresivo con otros picaflores y desconfiado del humano.
Picaflor gigante
Terminamos esta lista con el que la empezamos: el picaflor gigante (Patagona gigas). Tal como su nombre lo sugiere, es el más grande de todos los colibríes de Chile, llegando a medir de largo unos 23 centímetros. Es también esbelto y sus partes superiores son cafés grisáceos con brillo verde metálico y la rabadilla blanca.
Habita en ambientes semi-áridos, y lo vemos en chaguales, Lobelias o Nicotianas, alimentándose del néctar y también pequeños insectos. También en jardines, plazas y zonas pobladas. También tiene una subespecie, peruviana, que frecuenta las quebradas de la pre-puna y poblados andinos en el norte, en la Región de Arica y Parinacota y la de Tarapacá. El picaflor gigante es migratorio y común en primavera y verano entre la Región de Antofagasta hasta la Araucanía. También llega a Chiloé.
Suele estar solo o en parejas y su vuelo es alto y estacionario, sin dejar de mover sus alas. Es muy confiado, territorial con otros colibríes y tiene un fuerte y agudo silbido monosilábico.
¡A observar picaflores!
Pasamos muy brevemente por cada una de estas aves que habitan en Chile. Ahora queda agudizar la mirada y ver si los podemos reconocer. ¿Algunos consejos? Antes que todo, es importante no alterar nada, simplemente observarlos a lo lejos. Según nos explica Fernando Díaz, los más difíciles de observar son el de Juan Fernández, porque es necesario viajar a la Isla Robinson Crusoe, y el de Arica, porque sus poblaciones son cada vez más escasas. Hacia el norte, en las partes bajas son fáciles de reconocer el del cora y el del norte porque son muy carismáticos. En la precordillera el picaflor gigante o el de la puna. Quizás al azul es más difícil sacarle una fotografía, pero su canto delata su presencia. Mientras tanto, más al centro es más fácil observar al gigante y al chico en invierno.
Ahora, más que sólo observarlos por su belleza, es relevante entender que son parte de la naturaleza y que cumplen un rol muy importante, por lo que cuidar su hábitat es fundamental. Hoy existen dos especies que están muy amenazadas y es más que nunca importante tomar conciencia de que debemos protegerlas. Mientas tanto, mira por tu ventana, quizás hay algún visitante de alas rápidas que esté visitando las cercanías de tu hogar.
*Para las descripciones de este artículo, se usó como fuente el libro Aves de Chile: sus islas oceánicas y la Península Antártica.