La propuesta de la ambición climática del sector forestal chileno de manejar o plantar 200 mil hectáreas de bosques para almacenar carbono atmosférico es muy pequeña y mucho menos eficaz que promover la recuperación del crecimiento de seis millones de hectáreas de bosques degradados en Chile centro sur en los próximos 10 años de emergencia climática. No sólo es menos eficaz en lograr un almacenaje de carbono de importancia, si no que olvida la urgencia de actuar para que estos bosques no pierdan la gran cantidad de carbono almacenado.

Actividades de restauración ecológica en los bosques de Chile centro sur incrementarían el almacenaje de carbono en millones de hectáreas al recuperar éstos su crecimiento, evitando que sigan emitiendo Gases de Efecto Invernadero (GEI) por estar deteriorados, de paso se recuperarían sus servicios ambientales que hoy se encuentran alterados y darían trabajo a sus comunidades.

El carbono fijado en los bosques nativos chilenos según el Instituto Forestal de Chile (Infor) representaba 5,3 mil millones de tCO2-eq en 2016 en Chile centro sur. Estos bosques constituyen un banco de carbono con un valor en tiempo real mucho mayor que el acumulable en bosques a establecer y cuyo futuro almacenaje de carbono -previsto para varias décadas después-, no está asegurado.

La silvicultura de cobertura continua mantiene bosques con árboles de diferentes edades que se talan en diferentes momentos. El suelo nunca queda descubierto, por lo que siempre hay vegetación y suelos que mantienen fijada una gran cantidad de carbono.
La silvicultura de cobertura continua mantiene bosques con árboles de diferentes edades que se talan en diferentes momentos. El suelo nunca queda descubierto, por lo que siempre hay vegetación y suelos que mantienen fijada una gran cantidad de carbono.

El caso del bosque nativo es emblemático: debido a su mal uso y abandono emite millones de toneladas anuales de GEI, y su capacidad de almacenaje no es utilizada plenamente. Estudios realizados en bosques del tipo forestal siempreverde proporcionan valores de carbono almacenado entre 193 y 662 tC/ha, que reflejan tanto el grado de detrimento de los bosques, como revelan su potencial de acumulación de carbono si se detiene su deterioro.

La deforestación y la degradación forestal, por causas humanas o naturales, traen como consecuencia la reducción del carbono almacenado y la emisión de GEI, así como la pérdida o el deterioro de otros bienes y servicios forestales, poniendo en peligro los medios de subsistencia, las funciones ambientales y múltiples valores socioeconómicos (FAO, 2009).

La urgencia que plantea el escenario descrito por el IPCCC (su informe afirma que, si se quiere cumplir la meta del 1,5oC habría que disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 45% para 2030), implica que es más urgente evitar perder el carbono actualmente almacenado en los bosques, que establecer plantaciones que demorarán más allá del 2030 en almacenar cantidades significativas de carbono. Esto mismo lo destaca un reciente articulo en “The Guardian”.

En términos de mitigación del cambio climático, los beneficios de disponer de carbono ya almacenado en los bosques naturales son inmediatos y mayores que almacenajes en plantaciones nuevas, pues no hay certeza que se ejecuten y su implementación puede incurrir en tasas importantes de emisiones de CO2 en las primeras décadas, en su cosecha, etc.

El almacenaje de carbono requiere árboles que permanezcan en pie el mayor tiempo posible, ojalá siglos, para así mantener el carbono almacenado. Esto permite también, mantener el carbono forestal bajo el nivel del suelo (raíces y materia orgánica) que es tan importante como mantener el carbón y el petróleo en el suelo, o al menos minimizar su extracción.

A escala del paisaje se almacena mucho menos carbono en las plantaciones forestales industriales que en los bosques nativos. Las existencias de carbono de las plantaciones industriales son significativamente menores en promedio que en los bosques naturales manejados en forma sustentable. A lo que hay que agregar las emisiones del madereo, del transporte y de toda la cadena de valor forestal industrial asociada a plantaciones.

Dada la magnitud y variabilidad del recurso forestal es fundamental darle al servicio forestal actual las capacidades y los recursos que le permitan enfrentar el desafío de la emergencia climática, en especial si Chile es uno de los países más vulnerables y está enfrentando una larga sequía. Muchas de las actividades de restauración son sencillas, no requieren grandes inversiones y permiten incorporar a las comunidades que viven en el entorno a los bosques en labores de recuperación forestal, tales como:

  1. Restaurar el paisaje forestal, con la participación de las comunidades de todos los tipos de usos del suelo afectados, en procesos participativos en la toma de decisiones. Con enfoques colaborativos para armonizar las numerosas decisiones sobre usos del suelo, con objetivos de restablecer la integridad ecológica y fomentar el desarrollo de las comunidades locales que tratan de incrementar y mantener los beneficios que obtienen de la gestión de sus terrenos, manejar el ganado que actualmente ramonea y destruye la regeneración del bosque, y otras actividades,
  2. Protección contra el fuego o el pastoreo y la lucha contra la erosión, medidas para acelerar la recuperación natural del bosque (restauración pasiva, siembra directa o establecer plántulas en bosques degradados), favorecer la regeneración natural (eliminar malezas en tierras degradadas y tierras agrícolas marginales), plantación de árboles nativos y desarrollo de un comercio de maderas de calidad que hoy no existe.

Y no se trata tan sólo de carbono. Los bosques son mucho más que meros colectores de carbono. Los bosques son clave para sostener la red de la vida y la biodiversidad; conservar el capital natural y mantener los servicios ecosistémicos; mantener la conectividad del hábitat; y fortalecer nuestro sistema de soporte de Vida. Los bosques también tienen un profundo significado cultural y espiritual para los seres humanos y proporcionan múltiples bienes y servicios: agua limpia, madera, vida silvestre, alimentos y plantas medicinales, otros recursos forestales no madereros, oportunidades recreativas y experiencias estéticas y espirituales.

Algunos conceptos para entender mejor este texto:

Bosque degradado: es el que ha perdido la estructura, función, composición de especies y/o productividad normalmente asociadas con el tipo de ambiente natural que se espera en el sitio. Un bosque degradado proporciona un nivel reducido de productos y servicios y mantiene una diversidad biológica limitada.

Restauración ecológica: es el proceso de asistir a la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado, dañado o destruido.  La restauración ecológica es un componente fundamental de programas de conservación y desarrollo sostenible en todo el mundo por su capacidad de proporcionar a las personas la oportunidad no sólo de reparar los daños ecológicos, sino también de mejorar la condición humana.

 

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