En medio de los cerros, quebradas y senderos de la zona central de Chile, entre espinos, quillayes y peumos, hay un árbol que ha producido durante generaciones respeto, asombro y también temor: el litre (Lithraea caustica). Se trata de una especie endémica que, aunque discreta, destaca por su historia, peculiar biología y su poderosa relación con quienes transitan por su entorno.

Al caminar por los bosques esclerófilos, que cubren buena parte del paisaje central del país, es común escuchar advertencias entre senderistas o lugareños: “no te acerques a ese árbol, te puede dar alergia”. O incluso, con algo de humor: “salúdalo para que no te pique”. Y es que el litre no solo es reconocido por sus hojas brillantes y su forma compacta, sino que también por la reacción alérgica que puede provocar en algunas personas al entrar en contacto con sus hojas y madera.

Pero reducir al litre a una “planta peligrosa” es perder de vista su profundo valor ecológico, cultural y tradicional. Este árbol ha acompañado al ser humano desde tiempos precolombinos, formando parte de la dieta ancestral. Al mismo tiempo, cumple un rol clave en la regeneración de ecosistemas, en la polinización y en la vida de numerosos insectos, aves y mamíferos que habitan los cerros chilenos.

Litre. Créditos: Matías Guerrero.
Litre. Créditos: Matías Guerrero.

Un árbol con gran personalidad

El litre es una especie endémica de Chile, lo que significa que no crece naturalmente en ningún otro lugar del mundo. Su distribución se extiende desde la Región de Coquimbo hasta la Región del Biobío, encontrándose principalmente en la Cordillera de la Costa, la Precordillera de los Andes y el Valle Central. En general, se trata de una especie que puede ser fácilmente avistada, tanto en bosques como en sectores aledaños a las ciudades.

«Respecto de las zonas más representativas para encontrar el litre en Chile, obviamente la zona central y cerca de Santiago, cualquier lugar hacia la precordillera. Pueden ir hacia El Arrayán, por ejemplo. Hay unos cerros donde la gente hace trekking para subir. Pueden encontrar litre fácilmente en el Cajón del Maipo. Hacia la costa, lo mismo, en cualquiera de los cerritos que están entre Valparaíso y Santiago. Están llenos de litre», asegura Cristian Atala, doctor en Ciencias Biológicas (área Botánica), y profesor del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

«Hay lugares muy cercanos con los cuales uno puede identificarlo. Por ejemplo, en Santiago uno puede ir al Cerro Manquehue y ya se encuentra con litre. Uno puede ir a Quebrada de Macul, en Peñalolén, y se encuentra con litre, así como en la Rinconada de Maipú. En Aguas de Ramón, también en San Carlos de Apoquindo y en Farellones, antes de que empiece a desaparecer la vegetación. El litre no se va a encontrar a 1500 o 2000 metros de altura porque no resiste esas condiciones», añade por su parte Matías Guerrero Gatica, Dr. en Territorio, Espacio y Sociedad, de la Universidad de Chile, e investigador en Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB Chile).

Litre. Créditos: Cristian Risco.

Este árbol se adapta con facilidad a zonas expuestas y soleadas, especialmente en laderas de cerros y suelos pobres, donde otras especies podrían no sobrevivir. Es parte clave del ecosistema del bosque esclerófilo, característico del clima mediterráneo de Chile central, con inviernos húmedos y veranos secos. Puede encontrarse asociado a especies como el quillay (Quillaja saponaria), el peumo (Cryptocarya alba) o el espino (Acacia caven).

«El litre es parte de lo que yo denomino los cuatro fantásticos del bosque esclerófilo, porque es súper propio de este bosque, propio del ecosistema mediterráneo de Chile central. Los otros cuatro fantásticos son el boldo, el quillay y el peumo. La diferencia que radica entre el litre con el resto de los árboles esclerófilos es que, primero, su venación de la hoja es muy marcada y termina en una V. Eso ya lo distingue de varias otras especies. Otra particularidad que tiene es que es un árbol de hoja dura», comenta Guerrero.

«En general, las condiciones de la zona central, donde tenemos precipitaciones en invierno y verano caluroso y seco, son el ambiente típico del bosque esclerófilo. Entonces, estas condiciones favorecen claramente que crezca, porque, de hecho, en cualquier sitio que no esté tan perturbado, vamos a encontrar litre», complementa Atala.

Ramilla de peumo. Créditos: Ilustración de Andrés Jullian.
Ramilla de peumo. Créditos: Ilustración de Andrés Jullian.
Litre. Créditos: Tony Rebelo.
Litre. Créditos: Tony Rebelo.

El litre es un árbol siempreverde de porte bajo a mediano, que suele crecer entre dos y seis metros de altura, aunque excepcionalmente puede superar esa medida y alcanzar hasta 15 metros en condiciones favorables. Su crecimiento es lento, lo que contribuye a su longevidad: se estima que algunos ejemplares pueden vivir más de 100 años, convirtiéndose en testigos silenciosos del paso del tiempo en los cerros chilenos. Se le puede ver asomando desde laderas soleadas, creciendo entre matorrales o en medio de bosques más densos.

«Generalmente, puede ser de uno a cuatro metros de alto la planta. En zonas del valle crece más grande, y en la zona costera, sobre todo cuando está bien como a la orilla, en los acantilados, tiende a tener formas más chaparritas. El fruto es una drupa, que tiene cuesco, así como el durazno, y parece como una lentejita. Yo siempre he encontrado que se parece a una garrapata», afirma Atala.

Por otra parte, el tronco del litre es tortuoso y se ramifica desde muy cerca de la base, lo que le otorga un aspecto robusto y algo irregular. Su corteza es de un tono gris oscuro y puede presentar fisuras con la edad. Las ramas son erectas, con una disposición densa de hojas que contribuyen a su apariencia voluminosa a pesar de su tamaño reducido.

«Su primera etapa es arbustiva, no es un tronco propiamente tal. Eso tiene que ver también con la tala que le han hecho históricamente. Salen muchos troncos de uno, por lo que al final tiende a tener esta forma de arbustiva», profundiza Guerrero.

«Afortunadamente, el litre es una especie que igual están en una categoría que no es de peligro, porque tiene una buena cantidad de individuos dentro de Chile central, pero obviamente no está exento de todos los peligros. Estamos hablando de incendios forestales, de cambio de uso de suelo, del crecimiento urbano indiscriminado y no planificado. Solo que el litre logra resistir mejor que otras especies esas amenazas, pero sin lugar a duda que se ha visto disminuido en sus poblaciones y en la cantidad de individuos», agrega.

Asimismo, una de las características más llamativas de esta especie son sus hojas, que, aunque simples en estructura, muestran una notable variabilidad en forma y textura. Son persistentes, coriáceas (duras y gruesas), y están dispuestas de manera alterna. Pueden ser ovaladas, elípticas o incluso obovadas (más anchas en la punta que en la base). Su superficie superior es de un verde profundo y brillante, mientras que la cara inferior puede tener una ligera pubescencia (vellosidad fina). Lo que realmente las distingue es su nervadura central, claramente visible y de color más claro, que resalta sobre el fondo verde y le da un aspecto casi decorativo.

«El litre es un árbol o arbusto, que tiene hojas opuestas, es decir, sale una por un lado, y la siguiente sale para el otro. Además, son esclerófilas. Si yo las doblo, se quiebran, no se doblan como, por ejemplo, las hojas del maki, estas son rígidas. Otra característica es la nervadura de la hoja, los nervios de la hoja, son como amarillitos y muy marcados. El borde de la hoja no tiene dientes ni cierras, sino que es liso, lo que se llama entero, y es un poco ondulada la hoja», explica Atala.

Durante la primavera, le brotan pequeñas flores discretas, agrupadas en ramilletes que nacen en la unión entre la hoja y la rama. Esta especie es dioica, es decir, presenta flores masculinas y femeninas en árboles distintos. Las masculinas tienen un cáliz amarillo verdoso con cinco lóbulos y diez estambres con anteras globosas, mientras que las femeninas poseen un ovario globoso con tres estilos y estigmas. Aunque su floración puede pasar desapercibida para el ojo no entrenado, resulta ser una verdadera fiesta para insectos polinizadores.

Después de la floración, el litre produce sus frutos: unas drupas de color amarillo pálido, lisas y brillantes, que maduran entre febrero y marzo. Estas pequeñas frutas contienen una sola semilla rugosa de color café, y pueden permanecer por largo tiempo en las ramas, incluso cuando el follaje comienza a declinar hacia el otoño.

Pero más allá de su morfología, lo que hace único al litre es la química que esconde en su resina. Especialmente en sus brotes nuevos. El árbol libera una sustancia que puede provocar fuertes reacciones alérgicas en personas sensibles. Esta característica ha marcado su relación con el ser humano, y aunque puede parecer un inconveniente, también habla de su capacidad de defensa y adaptación.

¿Mito o realidad? La alergia del litre

De todas las especies que componen el bosque chileno, pocas despiertan tanto recelo como el litre. Su fama de “árbol que da alergia” se ha transmitido por generaciones, mezclando advertencias prácticas con supersticiones populares. Pero ¿qué tan cierto es todo esto? ¿Es realmente peligroso el litre? ¿O estamos frente a una exageración?

Lo cierto es que la alergia provocada por el litre es real y está bien documentada. La planta pertenece a la familia de las Anacardiáceas, un grupo botánico que incluye otras especies conocidas por producir dermatitis de contacto, como el Toxicodendron radicans (hiedra venenosa de América del Norte) o algunas especies del género Rhus. Las manifestaciones más comunes incluyen enrojecimiento, hinchazón, picazón, y en casos más graves, ampollas o vesículas que pueden durar varios días.

Ahora bien, no todas las personas reaccionan igual. Hay quienes pueden rozar sus hojas sin sufrir ningún efecto, mientras que otras apenas pasan cerca y presentan molestias. Esta variabilidad depende de la sensibilidad individual, y hay evidencia de que quienes han tenido reacciones previas tienden a volverse más susceptibles con el tiempo. También se cree que los niños y las personas con piel sensible podrían estar más expuestas a sufrir reacciones intensas.

Litre. Créditos: Cristian Atala.
Litre. Créditos: Cristian Atala.

«En el litre hay canales de resina que producen varios compuestos, lo que es típico en la familia Anacardiaceae, que es el urushiol. Es un compuesto que genera alergia, que incluso puede producir choque anafiláctico cuando la exposición es muy prolongada y muy intensa. Esto es típico de esta familia, que es la misma familia del mango, los pistachos, de los anacardos, y las castañas de cajú. También incluye algunas especies tóxicas como toxicodendron, que es una especie trepadora, que es muy tóxica y crece en Estados Unidos. Es como una liana, y cuando la gente la pasa a llevar, o no se dan cuenta y la tocan, les pasa lo mismo que con el litre. Se ponen llenos de ronchas», ahonda Atala.

«Ahí la sensibilidad a la respuesta es bastante variable en la población. Hay gente a la que le produce una respuesta mucho más intensa. Generalmente, las personas con la piel muy blanca tienden a producir respuestas más severas en general. Entonces, es una resina que tiene este componente, el urushiol, que está principalmente en la madera. También está en las hojas, pero en menos cantidad. De igual manera, para podar lo más recomendado es el uso de guantes y mascarillas, porque si no se puede terminar bastante afectado», agrega.

La notoriedad del litre ha dejado huella también en la cultura popular chilena, especialmente en el mundo rural. Existen múltiples creencias y prácticas asociadas a la forma de “protegerse” del árbol. En algunas zonas, se aconseja saludar al litre con respeto, diciéndole: “Buenos días, señor litre”, como una manera de pedirle permiso para pasar cerca sin consecuencias. En otras, la tradición manda hacer justo lo contrario: insultarlo o escupir en su dirección, en un gesto simbólico para evitar su “castigo”.

Litre. Créditos: Cristian Atala.
Litre. Créditos: Cristian Atala.

Estas prácticas, aunque curiosas, reflejan el conocimiento que existe en muchos sectores rurales sobre el comportamiento del árbol. Más allá del humor, lo que en verdad proponen estas costumbres es mantener una distancia prudente del litre y no tocarlo innecesariamente.

«Eso tiene mucho que ver con la sabiduría popular. Desde siempre el litre ha generado alergia, por tanto, hay mecanismos propios de las comunidades locales que surgen para evitar el contacto directo. Por tanto, está esa mirada de que hay que saludarlo porque hay que tenerle respeto. No a cualquiera árbol en el esclerófilo se le tiene el respeto que se le tiene al litre. Hay que tenerle cuidado al litre, porque te puede dañar, por lo que hay que saludarlo. Pero hay otras comunidades que es al revés. Como el litre es malo, entonces hay que tirarle garabatos, porque si no puede dar alergia. Es curioso cómo se contraponen esas creencias. Todo esto tiene que ver con que, de alguna forma, se concientiza sobre el cuidado que se tiene que tener con el litre, y ese cuidado se genera a través de estas leyendas», explica Guerrero.

«Como soluciones me han hablado de que el agua de maitén ayuda mucho a aplacar la alergia. Se habla mucho de que la solución del litre está al lado del litre. El palqui, por ejemplo. También hay un dicho, que una vez me dijo una persona en una comunidad local, que era que donde el diablo pone el litre, Dios pone un palqui, porque pareciera ser que el palqui ayuda a contrarrestar las sustancias alérgenas del litre», agrega.

En contextos urbanos, esta propiedad es la principal razón por la que se desaconseja su plantación en áreas de alto tránsito peatonal, como veredas, accesos a viviendas o jardines escolares. En cambio, puede plantarse en parques amplios o en proyectos de reforestación, siempre que se instalen advertencias visibles para prevenir incidentes.

«Es un árbol que igual, de alguna forma, es un poco vilipendiado, porque tiene esta particularidad que genera alergia. Ahora, creo que esa alergia principalmente se concentra en verano, y probablemente tiene que ver con cuestiones más ecofisiológicas del litre. Pero, de todas formas, por el hecho de que genera alergia, es un árbol que, por ejemplo, no es utilizado para plantar en plazas, como sí lo son otras especies», señala Guerrero.

Hojas del litre en otoño. Créditos: Eitel Carlos Thielemann Pinto.
Hojas del litre en otoño. Créditos: Eitel Carlos Thielemann Pinto.

Más que un árbol que causa picazón

Si bien el litre es conocido —y a veces temido— por la reacción alérgica que puede provocar, limitar su valor a esa característica sería una injusticia botánica. Este árbol es mucho más que una planta irritante: es una pieza clave en la biodiversidad de los cerros chilenos, y además una fuente de alimento, medicina y producción melífera que ha sido aprovechada por comunidades humanas y por la naturaleza durante siglos.

Uno de los aspectos menos conocidos del litre es su interés apícola. Regiones como Valparaíso, O’Higgins, Ñuble y Biobío han identificado al litre como una especie clave para la apicultura local, ya que sostiene la actividad de colmenas que dependen de la floración nativa para sobrevivir y producir. En un contexto de cambio climático y pérdida de biodiversidad, árboles como el litre son aliados fundamentales en la mantención de la cadena ecológica, al proveer alimento no solo a las abejas, sino que también a una variedad de polinizadores nativos, como escarabajos, mariposas y moscas florícolas.

«En general la miel del bosque esclerófilo y nativo es muy apreciada. Yo conozco productores de miel en la cordillera la costa de Chile central que ponen sus panales de abeja al interior del bosque esclerófilo. Y esto tiene que ver con que, justamente, muchos árboles florecen más o menos al mismo al mismo tiempo», comenta Guerrero.

Litre. Créditos: Danielaperezorellana.
Litre. Créditos: Danielaperezorellana.

Pero el rol del litre no se detiene en los insectos. Sus frutos, que maduran entre febrero y marzo, también cumplen una función ecológica relevante: son consumidos por aves, mamíferos pequeños e incluso por zorros. Estos últimos, al ingerir las semillas, ayudan a dispersarlas a través de sus fecas, promoviendo la regeneración natural del bosque. Es más, se ha observado que las semillas que han pasado por el tracto digestivo de estos animales tienen mayores tasas de germinación, una estrategia de reproducción que fortalece su capacidad de expansión en el paisaje.

«Dentro del bosque esclerófilo, el litre es importante, porque los frutos son consumidos por aves, son dispersados también por ellas, y es utilizado como percha. Eso también ayuda en la regeneración del bosque esclerófilo. Las aves generalmente se posan en las ramitas y cuando defecan van dispersando semillas de otra especie y eso va ayudando a regenerar. Entonces, debajito de los litres probablemente van a ir saliendo otras especies del bosque esclerófilo», señala Atala.

«En términos también de su rol ecológico, hay un montón de insectos que viven en la madera del litre. Por ejemplo, algunas larvas de polillas o mariposas viven ahí junto con otros insectos que también usan de hábitat a esta especie», añade.

Litre. Créditos: Cristian Risco.

Este proceso es particularmente importante en los bosques esclerófilos, ecosistemas que han sido fuertemente degradados por actividades humanas como la agricultura, la urbanización y los incendios forestales. En estos contextos, el litre actúa como una especie clave, ayudando a restaurar el equilibrio ecológico. Su resistencia a la sequía, su capacidad de rebrote tras disturbios y su rol como fuente de sombra y refugio para otras plantas y animales lo convierten en un ingeniero natural del paisaje.

«El litre sigue teniendo esa particularidad de resistir mucho a la sequía. Sabemos que en Chile Central nosotros tenemos un ecosistema con sequía natural, una sequía de nueve meses, y lluvias que se acotan a un período muy particular. Pero hoy en día, con el cambio climático, esa propiedad de especie pionera puede que se vea realzada, porque justamente todavía sigue resistiendo, a diferencia de otras especies que van decayendo producto del cambio climático y también por el uso intensivo del suelo. El litre permite que lleguen otras especies, para poder recuperar o restaurar ese bosque esclerófilo degradado», señala Guerrero.

«Es un árbol pionero. Bajo ciertas condiciones puede actuar como un árbol pionero. ¿Qué quiere decir eso? Que en algunos lugares donde ha habido mucha degradación, el litre todavía se mantiene ahí o, si colocamos el litre en esos sitios degradados, podría comenzar a crecer en esos lugares», agrega.

Flores del litre. Créditos: Javichinga.
Flores del litre. Créditos: Javichinga.

En cuanto a sus frutos, además de su valor para la fauna, también tienen un uso humano ancestral. Desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios del centro y sur de Chile —como los mapuches— han recolectado las drupas del litre para consumirlas frescas o fermentarlas en la preparación de chicha y otras bebidas tradicionales. Incluso hoy, en algunas zonas rurales, se siguen utilizando para elaborar dulces caseros o productos similares a la miel.

«En términos de los usos tradicionales del litre, uno de los usos más típicos es que los frutos son comestibles. Los mapuches, por ejemplo, se comían los frutos del litre, y en el campo las personas que los conocen saben que se puede comer. El fruto se puede fermentar y hacer como una chicha del litre. En términos de combustible, se usa para hacer carbón. Además, tiene una madera que es bastante dura y se usaba en el pasado para hacer ruedas de carreta y quillas de botes», explica Atala.

Así, el litre deja de ser visto como un simple árbol alérgeno para revelarse como una especie multifuncional: proveedora de alimento, polinizadora, regeneradora de suelos y soporte de biodiversidad. Conocer este lado menos difundido permite valorar al litre no solo desde la precaución, sino también desde el reconocimiento.

Litre. Créditos: Claudio Maureira.
Litre. Créditos: Claudio Maureira.

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