Chile es un país privilegiado en lo que respecta a ecosistemas y paisajes, ya que cuenta con una diversidad importante asociada a una geografía única en el mundo, la que va desde el desierto más árido, hasta los glaciares prehistóricos y bosques frondosos, ricos en flora y fauna nativa. En esta línea, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura, «los bosques de nuestro país cubren una superficie de 17,66 millones de hectáreas, lo que representa el 23,3% de la superficie del territorio nacional. De eso, aproximadamente 14,41 millones de hectáreas (19.04% del territorio nacional), son bosques nativos». Entre estas hectáreas, 1.643.340 corresponden al bosque esclerófilo chileno, el que se distribuye desde la Región de Coquimbo hasta la del Biobío, siendo el bosque nativo con menor abundancia.

«El bosque esclerófilo está situado donde existe la mayor presencia de actividad humana. En ese sentido, ha sido fuertemente afectado, ya sea porque se ha eliminado para desarrollar actividad agrícola, como por la construcción de caminos, minería, y el desarrollo de actividades productivas de tipo industrial», explica Sergio Roberto Donoso, ingeniero forestal de la Universidad de Chile.

La palabra esclerófilo se traduce como duro y hoja, del griego sklērós y phýllon, respectivamente. De acuerdo con Donoso, esto se debe a que, precisamente, este bosque cuenta con especies de hojas duras y entrenudos cortos, cualidades que les permiten adaptarse sin problemas a climas del tipo mediterráneo. Es así como pueden desarrollarse tanto en inviernos lluviosos, como en veranos secos y calurosos, manteniendo el verdor de sus hojas al renovarse durante todo el año.

«Son especies que están adaptadas a tolerar periodos de ausencia de precipitación y altas temperaturas de forma extensa, durante muchos meses (…). Estas especies tienen capacidades y mecanismos para poder tolerar este tipo de estreses dentro de un cierto rango», comenta el experto.

Este tipo de bosques solo pueden encontrarse en nuestro país y en otros cuatro lugares en todo el mundo: Sudáfrica, California, Australia y la cuenca del Mediterráneo. Funcionan como hogar y refugio para la fauna que los habita, controlan la erosión del suelo, brindan protección a las cuencas, retienen y acumulan aguas de las montañas, limpian y purifican el aire, entre otros tantos beneficios que somos afortunados de disfrutar.

En la zona central de Chile, el bosque esclerófilo se encuentra en laderas de cerros de las cordilleras de La Costa y de Los Andes. En el siguiente listado, podrás aprender a identificar las especies arbóreas más comunes que conforman este tipo de bosques. Sin embargo, Agustina Hidalgo, jefa forestal de la Fundación Reforestemos, aconseja que lo más adecuado es recurrir a un manual de reconocimiento de especies. Además, menciona que «es muy útil tomar fotos de hojas, flores, frutos, y aspecto general de la planta, para poder acercarse a expertos y consultar».

Árboles del Bosque Esclerófilo

Boldo (Peumus boldus)

Este árbol puede llegar a medir hasta 20 metros de alto y uno de diámetro. Se caracteriza por poseer una corteza parda y semi-rugosa, así como por su ancha y siempreverde copa, con hojas duras y ásperas, pero sumamente fragantes. Sus flores son blancas y se reúnen en racimos cortos. Se conforman por lo general por siete pétalos, y las masculinas se distinguen por los numerosos estambres curvados. La época de floración se produce entre junio y agosto.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parques Nacionales: Fray Jorge, La Campana, Río Clarillo, y Radal Siete Tazas.

Reservas Nacionales: Lago Peñuelas, Los Ruiles, y Los Queules.

Bollén (Kageneckia oblonga)

La mayoría de las veces este árbol mide cerca de cuatro metros de altura, pero puede llegar hasta los 15. Sus hojas también son perennes y siempreverdes, pero se caracterizan por tener bordes aserrados, y por poseer propiedades laxantes. Es una especie muy común del bosque esclerófilo, y suele usarse para producir carbón, así como cercos y herramientas, debido a la dureza de su madera. Sus flores son blancas, y en el centro se aprecia una especie de «capullo» de color verde. La época de floración ocurre entre julio y agosto.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parques Nacionales: La Campana y Río Clarillo.

Reserva Nacional: Río Los Cipreses, y en el Santuario de la Naturaleza de Yerba Loca.

Belloto del norte (Beilschmiedia miersii)

Este ejemplar puede medir hasta 25 metros de altura. Posee un tronco recto, cilíndrico, y una corteza gris parda. Se caracteriza por sus hojas brillosas y, al igual que los otros, siempreverdes. Suele observarse en bosques costeros y húmedos. Es considerada como una especie Vulnerable desde 2008, debido a la pérdida de su hábitat. Sus flores son hermafroditas, de un color entre amarillo y verde. La época de floración se produce entre septiembre y noviembre.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parque Nacional: La Campana.

Reserva Nacional: Lago Peñuelas.

Corontillo (Escallonia pulverulenta)

Esta especie puede llegar a medir hasta 12 metros de altura. Se caracteriza por sus hojas resinosas y siempreverdes, así como por las flores que produce, blancas y aromáticas, las que florecen muy juntas las unas de las otras, por lo que la figura que forman es similar a un choclo o esponja. La época de floración va desde noviembre a enero.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parques Nacionales: La Campana y Río Clarillo.

Reservas Nacionales: Lago Peñuelas y Los Ruiles.

Espino (Acacia caven / Vachellia caven)

El espino puede llegar a medir hasta diez metros de altura, aunque lo normal es que alcancen un tamaño similar al de un arbusto. Se caracteriza por sus hojas pequeñas, las que se renuevan cada dos años en invierno o en verano, así como por sus ramas espinosas, y flores amarillas muy fragantes. La época de floración va desde agosto a octubre.

El fruto que produce es similar a una legumbre de color negro, el que se conoce como quirincho. Es común encontrarlo en terrenos semi-desérticos, poblando laderas de cerros.

Litre (Lithrea caustica)

Este árbol es endémico de nuestro país, y puede llegar a medir hasta 15 metros de alto. Se caracteriza por poseer una copa aglobada y por sus hojas, las que pueden causar urticaria e inflamaciones cutáneas, ya que desprenden una sustancia llamada litreol, la que es irritante. Sus flores son entre blancas y amarillas, las que se pueden observar entre septiembre y diciembre.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parques Nacionales: La Campana, Río Clarillo, y Radal Siete Tazas.

Reservas Nacionales: Lago Peñuelas, Río Los Cipreses, Los Ruiles y Los Queules, y en el Santuario de la Naturaleza de Yerba Loca.

Maitén (Maytenus boaria)

Esta especie se caracteriza por ser muy frondosa, así como por sus hojas alargadas con bordes aserrados y sus ramas colgantes. Se suele encontrar en la zona central, y, debido a su gran resistencia ante largos periodos de sequía y exposición directa al sol, es bastante usada en plazas, parques y en zonas de recuperación. La época de floración es en octubre.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas: zonas urbanas, silvestres y rurales de la zona central de Chile.

Palma chilena (Jubaea chilensis)

Se trata de la única palmera que es endémica de Chile continental, y puede llegar hasta los 30 metros de altura. Se caracteriza por su tronco recto, el que es similar a una columna, la que se angosta hacia la punta, y por su longevidad, ya que pueden llegar a vivir hasta 1.000 años. De su savia se obtiene la miel de palma. Por esta razón, así como por el uso de suelo por parte de la agricultura y explotación de madera, esta especie se encuentra catalogada como Vulnerable. Se conserva solo el 2% de su población original.

La época de floración es en septiembre.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parque Nacional:  La Campana, valle de Ocoa y sector de Cocalán.

Peumo (Cryptocarya alba)

El peumo es un árbol que es bastante común en la zona central de nuestro país. Se puede encontrar tanto en la cordillera de La Costa, de Los Andes, como en el valle central. Puede llegar a medir hasta 20 metros de alto. Se caracteriza por su follaje, el que es muy denso, y por sus frutos rojos, los que son comestibles. Sus hojas son gruesas y de distintas tonalidades. La época de floración va desde noviembre a enero.

Quillay (Quillaja saponaria)

Este es un árbol endémico de nuestro país, y puede llegar a medir hasta 15 metros de alto. Se caracteriza por sus hojas dentadas, y por su tolerancia a la sequía y al sol. Por estas razones, son muy usados para reforestar. Sus flores son blancas y amarillas. La época de floración va desde octubre a enero.

Lo puedes encontrar en las siguientes áreas protegidas:

Parques Nacionales: La Campana y Río Clarillo.

Reserva Nacional: Lago Peñuelas; y en el Santuario de la Naturaleza de Yerba Loca.

Desde Ladera Sur los invitamos a identificar estas especies al recorrer los senderos del bosque esclerófilo, pero siempre adoptando una actitud de respeto hacia la naturaleza, tal como plantea Agustina Hidalgo: «fotografíen sin destruir, ya que se toparán con cosas increíbles dentro de sus rincones (…). Por sobre todo vayan con respeto. Es un ecosistema bellísimo que vale la pena explorar, y la idea es que lo cuidemos entre todos, más aún en temporada de verano y de incendios. Es clave ser cuidadosos y tomar todas las medidas necesarias para prevenirlos».

En esta línea, Donoso también entrega algunas recomendaciones a la hora de visitar el bosque esclerófilo: «Al momento de adentrarse en este bosque, ojalá que puedan entender que están entrando en un ecosistema que es muy complejo, que, de alguna manera, esta constituido por especies que han evolucionado durante miles de años para poder sobrevivir (…). Los bosques nos entregan muchos servicios que a veces son muy intangibles, tal como lo es el poder disfrutar y conectarnos con la naturaleza, que es algo que necesitamos como seres humanos, como forma de reconectarnos con nuestra esencia más profunda».

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