Una mañana de septiembre de 2014, las investigadoras Rossana Maguiño Napurí y Alejandra Mendoza Pfennig partieron de Puerto Pizarro a la playa Zorritos, en la región Tumbes, por el extremo noroccidental de Perú. Recorrieron cerca de 90 kilómetros en un solo día, con el apoyo de un pescador local que les aceptó una paga básica por llevarlas en su embarcación y les apostó de que ellas no serían capaces de meterse a nadar junto al tiburón ballena. Maguiño y Mendoza aceptaron el reto y así dio inicio el proyecto de investigación sobre el tiburón ballena (Rhincodon typus) en el país sudamericano.

“En esa época los pescadores temían a los tiburones ballena porque creían que comían personas”, recuerda la científica Maguiño. Con ese recorrido de ocho horas en el mar, buscaban determinar el polígono de investigación que deberían abarcar para descubrir si en Perú existía o no una agregación (grupo) de tiburones ballena.

El tiburón ballena (Rhincodon typus) es el pez más grande del mundo. Foto suministrada Alejandra Mendoza.
El tiburón ballena (Rhincodon typus) es el pez más grande del mundo. Foto suministrada Alejandra
Mendoza.

Durante su recorrido de regreso a Puerto Pizarro, las científicas y el pescador observaron un tiburón ballena cerca de la desembocadura del río Tumbes. Maguiño se lanzó al agua para identificar a la especie. Al regresar a la embarcación, el pescador le confesó que no creía que ella se iba a meter al mar con el tiburón. “Desde ese día, los pescadores empezaron a tenernos respeto y a confiar en que el animal no les haría daño”, cuenta la investigadora.

Casi diez años después de ese día que marcó el inicio del proyecto, los pescadores locales de Canoas de Punta Sal, en la región Tumbes, ya no le temen al tiburón ballena, ahora promueven el turismo marino que tiene entre sus principales atractivos un recorrido por las aguas en donde nada este enorme y gentil pez y, de ser posible, el encuentro casual con la especie. Incluso, este proyecto turístico ya fue motivo de un artículo científico publicado en 2022: “Turismo y conservación del tiburón ballena a través de la ciencia ciudadana”.

Hasta 2023, las científicas han tenido 760 encuentros con tiburones. Foto suministrada Alejandra Mendoza.
Hasta 2023, las científicas han tenido 760 encuentros con tiburones. Foto suministrada Alejandra Mendoza.

El pez más grande

A diferencia de los mamíferos marinos —como las ballenas, que tienen pulmones y deben salir a la superficie a respirar—, los tiburones ballena tienen la fisiología de un pez: respiran por las branquias. Y se les llama tiburón “ballena” porque antiguamente eran confundidos con las ballenas azules (Balaenoptera musculus) por su gran tamaño, ya que alcanzan hasta 20 metros de largo. Esas medidas lo convierten en el pez más grande del mundo. También son muy longevos, pueden vivir entre 100 y 130 años.

Estos animales son filtradores, lo que significa que capturan el alimento mientras nadan, para después desechar el agua y así poder ingerir únicamente zooplancton, huevos de corales y fitoplancton.

“Por lo general, filtran horizontalmente, pero cuando hay mucha comida y para ahorrar energía, se quedan parados verticalmente con la boca abierta y absorben la comida que hay en el lugar”, explica la ingeniera pesquera Alejandra Mendoza Pfennig, integrante del equipo de investigación sobre el tiburón ballena en Perú, a cargo de la organización EcoOceánica.

El tiburón ballena es una especie amenazada. Foto suministrada Alejandra Mendoza.
El tiburón ballena es una especie amenazada. Foto suministrada Alejandra Mendoza.

Uno de los grandes misterios sobre el tiburón ballena es su proceso de gestación. No se conoce cuánto tiempo dura ni dónde paren. Lo que sí se sabe es que son vivíparos placentarios, es decir, los individuos salen completamente desarrollados del vientre de la madre, pero no tienen placenta, la cual es exclusiva de los mamíferos.

“Lo interesante es que la hembra de tiburón ballena podría tener la capacidad de autofecundarse cuando siente que sus condiciones son favorables. Es decir, tras un encuentro con un macho es capaz de guardar el esperma y seleccionar la época de apareamiento propicia de acuerdo a los factores favorables: disponibilidad de alimento y condiciones ambientales idóneas. Es por eso que una madre puede tener varios tiburoncitos en el vientre en diferentes estadías del desarrollo”, explica la ingeniera pesquera.

Descubrir una agregación de tiburones ballena en Perú

A fines de 2013, la entonces estudiante de ingeniería pesquera Alejandra Mendoza Pfennig ingresó al Centro para la conservación integral de los ecosistemas marinos en el Pacífico Sur (EcoOceánica), una asociación peruana sin fines de lucro que trabaja en los ecosistemas marinos del Pacífico Sudeste, para realizar sus prácticas profesionales.

Nadar cerca de los tiburones ballena les permitió a las científicas ganar la confianza de los pescadores. Foto suministrada Alejandra Mendoza.
Nadar cerca de los tiburones ballena les permitió a las científicas ganar la confianza de los pescadores. Foto suministrada Alejandra Mendoza.

En ese mismo año le propusieron ser parte del proyecto tiburón ballena, pues hasta ese momento no se había estudiado a la especie en Perú, solo existían algunos reportes de avistamientos hechos por pescadores de las regiones Tumbes y Piura.

Mendoza Pfennig se dedicó todo el verano de 2014 a entrevistar a los pescadores de Tumbes para saber si habían visto algún tiburón ballena, su trabajo permitió recolectar la información necesaria para alcanzar el fondo de la Fundación Save our seas, con el cual, desde EcoOceánica, iniciaron la investigación sobre el tiburón ballena liderado por las investigadoras Maguiño y Mendoza y la asesoría de la científica Dení Ramírez, quien ya desarrollaba la investigación del tiburón ballena en México.

En el primer año de trabajo, las científicas identificaron seis tiburones ballena y descubrieron las temporadas de avistamientos, que van desde septiembre hasta diciembre en las playas de Tumbes y Piura. Sin embargo, aún los resultados eran pocos y el financiamiento limitado.

“En 2017 fue nuestra mejor temporada de avistamiento, de 15 tiburones pasamos a 100 tiburones identificados en el mar peruano”, explica en entrevista Alejandra Mendoza.

En casi diez años de trabajo, las científicas han registrado a 212 tiburones ballena. Foto suministrada Alejandra Mendoza.
En casi diez años de trabajo, las científicas han registrado a 212 tiburones ballena. Foto suministrada Alejandra Mendoza.

Ese año, las científicas confirmaban la existencia de una agregación de tiburones ballena en etapa juvenil. Es decir, de entre 12 a 20 años. “Si lo comparamos con la vida de una persona, estaríamos hablando de adolescentes en referencia a los juveniles”, explica Rossana Maguiño.

Mendoza Pfennig comenta que la agregación de tiburones ballena es posible gracias a que existe disponibilidad de alimento. “Si hay comida el tiburón ballena estará ahí”, anotó.

Este descubrimiento se publicó en 2019 en el estudio “El norte de Perú se convierte en una nueva área de agregación para los tiburones ballena”. Las investigadoras Mendoza y Maguiño lo presentaron en el Primer Congreso Latinoamericano de Tiburones, Rayas y Quimeras y el VIII Simposio Nacional de Tiburones y Rayas en México.

Las científicas también trabajaron en la identificación de los individuos del tiburón ballena que se encuentran en el mar de Perú. “Así como nosotros tenemos huellas digitales, ellos tienen puntos particulares para cada individuo (en la zona que está después de la última abertura branquial del lado izquierdo). De esa área tomamos fotografías para hacer la identificación; es así como hemos recolectado la data”, explica la bióloga Rossana Maguiño, quien enseñó a los pescadores a realizar el proceso de identificación.

Hasta 2023, en casi diez años de trabajo, las científicas han registrado ya a 212 tiburones ballena y tuvieron 760 encuentros con tiburones; es decir, que encontraron esa cantidad de animales, pero algunos no lograron ser identificados o ya los habían registrado.

Una especie protegida en Perú

En 2014, Juan Antonio Apolo Cornejo, un pescador de 28 años, nacido en Cancas, en la región Tumbes, al norte del Perú, vio por primera vez a un tiburón ballena de más de ocho metros de largo. “Me aterré, salí del mar y me quedé en el bote. En ese momento pensé que me comería, como siempre sucede con los tiburones en las películas”, cuenta.

Dos años antes, Juan y su hermano gemelo Carlos Apolo Cornejo se iniciaron en el oficio de buzos, siguiendo con la labor familiar de pescadores. Ambos se dedican a sacar del mar conchas, algas y pulpos para luego venderlos en los mercados locales de Tumbes.

Los pescadores locales se han convertido en aliados de los científicos en el proyecto de conservación del tiburón ballena. Aquí la investigadora Alejandra Mendoza con los gemelos Juan y Carlos Apolo Cornejo. Foto suministrada Alejandra Mendoza.
Los pescadores locales se han convertido en aliados de los científicos en el proyecto de conservación del tiburón ballena. Aquí la investigadora Alejandra Mendoza con los gemelos Juan y Carlos Apolo Cornejo. Foto suministrada Alejandra Mendoza.

El miedo al tiburón ballena hacía que los pescadores se alejaran del mar cuando lo veían e, incluso, le arrojaran aceite para asustarlo. Algunos los cazaban para comercializar sus aletas, aunque sin mucho éxito porque al tener una piel muy gruesa se dificulta su extracción y comercialización. Eso no ha salvado a esta especie de estar, desde 2016, catalogada como En peligro de extinción en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La principal amenaza para este enorme pez es la pesca incidental.

El miedo de los pescadores cambió con la llegada de las investigadoras Alejandra Mendoza y Rossana Maguiño a Cancas, en Tumbes. “Vimos cómo Alejandra y Rossana nadaban cerca del tiburón y empezamos a tenerle confianza”, cuenta Antonio Apolo, quien fue el primer pescador en atreverse a entrar al mar a tomar datos del tiburón ballena en apoyo a las científicas.

“Nos explicaron que no era como otros tiburones, que no usaba sus dientes sino que comía fitoplancton. Ahora le damos su lugar al tiburón. Nos bañamos con él a un metro de distancia. La regla de oro era no tocar al tiburón y darle su espacio”, afirma el buzo Antonio Apolo.

Los pescadores de Cancas afirman que durante los meses de agosto y enero ven frecuentemente a tiburones ballenas en el mar. Incluso, en un mismo día pueden observar hasta 12 individuos de entre ocho y diez metros de largo. Ellos envían la hora y el lugar aproximado del encuentro con el tiburón ballena que vieron a las biólogas Mendoza y Maguiño.

A los pescadores, esta experiencia les permitió convivir en armonía con el tiburón ballena.

La labor de incidencia y el trabajo científico permitieron que, en julio de 2017, el Ministerio de la Producción emitiera la resolución ministerial que prohíbe la extracción de tiburón ballena en aguas marinas de la jurisdicción peruana, así como su desembarque, transporte, retención, transformación y comercialización.

La pesca del tiburón está prohibida y nosotros respetamos al animal. Vivimos con ellos y nos respetamos entre sí, aprendimos a vivir en armonía”, afirma el buzo Juan Antonio Apolo, quien lleva siete años colaborando con las científicas en la protección del inmenso pez.

Alejandra Mendoza dice que son varios los logros que han alcanzado en casi diez años de investigación del tiburón ballena en Perú.Sin embargo, aún tienen metas que alcanzar. Una de ellas es la creación de la Reserva Mar Tropical de Grau, que comprende la zona marina de isla Foca, cabo Blanco–El Ñuro, los arrecifes de Punta Sal y el banco de Máncora, ubicada frente a los litorales de Tumbes y Piura.

Durante varios días, los equipos de Ecoceánica y el Centro Sabin de la Universidad Wake Forest hicieron pruebas en mar abierto para mejorar el estudio de la especie. Foto: Instagram Ecoceánica Perú.
Durante varios días, los equipos de Ecoceánica y el Centro Sabin de la Universidad Wake Forest hicieron pruebas en mar abierto para mejorar el estudio de la especie. Foto: Instagram Ecoceánica Perú.

Este espacio alberga el 75 % de las especies marinas que existen en el mar peruano, entre ellos los tiburones ballena. “Es la zona donde se identificó al tiburón ballena, la creación de esta reserva nos permitirá incrementar la protección de la especie que muchas veces es cazada por la pesca incidental. Esa es la siguiente meta para la protección del tiburón ballena en Perú”.

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