Hace ya diez años un estudio global de diversos autores expertos en finanzas, costos y economía de la biodiversidad, liderado por Anthony Waldron, comparó el financiamiento disponible para la conservación, realizando una base de datos global del gasto anual en esta materia. Como resultado, Chile se ubicó entre los diez países que menos presupuesto destina a la conservación, junto a Irak, Yibuti, Angola, Kirguistán, entre otros.

Sabemos que la brecha de financiamiento para la conservación es grande, ¿pero de cuánto es? Un informe dado a conocer a fines del año pasado liderado por Eugenio Figueroa en el marco del Proyecto “Conservación, Institucionalidad y Filantropía” impulsado por el Centro de Estudios Públicos (CEP), actualizó las estimaciones de las brechas de financiamiento del sistema nacional de áreas protegidas de Chile (SNASPE), la que alcanza a 75 mil millones de pesos anuales para la conservación efectiva de las 15 millones de hectáreas que tienen alguna categoría de protección en el territorio nacional. Las áreas marinas protegidas, por su parte, tienen un déficit de financiamiento que alcanza al 96%.

El desafío es grande pero no inabordable y la urgencia de levantar financiamiento es mucho mayor. Resulta paradojal, dice el informe de Figueroa, que el estado de la gestión de la protección de la biodiversidad del país exhiba tales grados de deficiencia cuando “existe abundante evidencia internacional del valor que las áreas protegidas aportan a los países y sus poblaciones”. Como ejemplo, sólo los bosques nativos aportan a los chilenos anualmente bienes y servicios ecosistémicos por más de US$1.210 millones. Otros beneficios ecosistémicos evaluados son abastecimiento y purificación de agua, polinización, regulaciones atmosféricas, nutrientes, especies silvestres, entre muchos otros de los que vamos tomando conciencia a medida que se intensifican los efectos de la crisis climática y de diversidad biológica. Es, justamente, la degradación de la naturaleza, y la consecuente pérdida de sus contribuciones a la sociedad, la que paradojalmente se constata cuando se pierde la biodiversidad, poniendo en jaque la vida en el planeta.

Ante esta urgencia, los fondos ambientales surgen como las instituciones que pueden hacer transformaciones profundas, de largo plazo y consistentes con los objetivos y prioridades definidos por los Estados. Chile ya cuenta con su Fondo Nacional de Conservación Ambiental, el Fondo Naturaleza Chile. ¿Qué son los Fondos Nacionales de Conservación? Se trata de instituciones de derecho privado, legalmente independientes y sin fines de lucro, que movilizan, administran y asignan recursos de diverso origen con el objetivo de complementar el financiamiento de largo plazo para la conservación de la biodiversidad.

Créditos: Facultad de Ciencias Forestales UdeC
Créditos: Facultad de Ciencias Forestales UdeC

Estos cumplen un papel importante en la articulación público-privada, la creación de capacidades en conservación y el fortalecimiento de la sociedad civil. Una de los atributos fundamentales es que ayudan a atraer nuevos donantes y a desarrollar mecanismos financieros para aumentar la inversión total en conservación, entregando estabilidad y permanencia a la implementación de medidas de largo plazo, manteniendo su independencia ante los cambios de prioridad de los gobiernos. En suma, son parte esencial de una respuesta oportuna a los desafíos de la crisis ambiental, aportando estrategia de financiamiento diversa y resiliente para la conservación.

En América Latina abundan los ejemplos en que con medidas concretas se ha avanzado en relativamente poco tiempo en transformaciones profundas. Costa Rica, Perú y Ecuador son algunos de ellos, sumando esfuerzos de diversos sectores. Entre las temáticas que abordó el último congreso de la Red de Fondos Ambientales de América Latina y el Caribe, RedLAC, están las contribuciones e inversiones sostenibles para la implementación de proyectos; el rol del sector público y privado en la conservación, gobernanza, las finanzas verdes, el monitoreo y evaluación de impacto ambiental, la gestión de conocimiento y el rol de pueblos originarios y comunidades
locales; entre otros.

La biodiversidad es nuestro bien común más preciado y su conservación convoca a lo largo y ancho de nuestro país, tanto a las comunidades como a los sectores público y privado. Cumpliendo altos estándares internacionales, salvaguardas sociales y ambientales. Sin prejuicios, abriendo caminos y con capacidad de innovación. El Fondo Nacional de la Naturaleza, Fondo Naturaleza Chile, representa una oportunidad concreta de avanzar hacia una conservación efectiva de la biodiversidad y dar cumplimiento a los compromisos que como país hemos asumido.


*Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor.

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