Junio de 2023 fue el mes más caluroso de la historia del planeta, mientras que julio trajo olas de calor sin precedentes en Estados Unidos, México, Europa y China, con temperaturas que superan los 50 grados celcius. Los gobiernos de los países afectados emitieron alertas ante las devastadoras consecuencias de las olas de calor que han dejado cientos de muertes humanas, incendios forestales, y fallecimiento de ganado y cultivos afectados.  

Gráfico de temperaturas máximas promediadas para julio, y las mismas pero expresadas en anomalías con respecto a 1950-2023, World Weather Attribution
Gráfico de temperaturas máximas promediadas para julio, y las mismas pero expresadas en anomalías con respecto a 1950-2023, World Weather Attribution

Un estudio publicado el martes por la red World Weather Attribution (WWA), reveló que estas olas de calor habrían sido prácticamente imposibles sin la influencia del cambio climático producido por la humanidad. La investigación buscó determinar hasta qué punto el cambio climático inducido por el hombre ha determinado la probabilidad e intensidad de los eventos climatológicos extremos de este mes.  

Según el estudio, las olas de calor ya no pueden catalogarse como ocurrencias “raras”, siendo cada vez más frecuentes durante los últimos años en Estados Unidos (EE.UU.), China y Europa. Se determinó que este tipo de evento ocurrirá “aproximadamente una vez cada 15 años en la región de EE. UU./México, una vez cada 10 años en el sur de Europa y una vez cada 5 años para China”.  

Ola de calor en Phoenix, Estados Unidos, Brandon Bell, Getty Images
Ola de calor en Phoenix, Estados Unidos, Brandon Bell, Getty Images

Sin embargo, sin la influencia del cambio climático inducido por actividad humana, estos eventos habrían sido «extremadamente raros», según el trabajo, que establece que: “En China, habría sido un evento de 1 en 250 años, mientras que el calor máximo como el de julio de 2023 habría sido prácticamente imposible de ocurrir en la región de EE. UU./México y el sur de Europa si los humanos no hubieran calentado el planeta quemando combustibles fósiles”.  

Sin el efecto del cambio climático, estas olas de calor habrían sido significativamente menos cálidas. Específicamente, 2,5ºC menos en el sur de Europa, 2ºC menos en Estados Unidos, y 1ºC menos en China.  

Los investigadores advierten que, si no se deja de quemar combustibles fósiles, estos eventos serán más comunes, con olas de calor más calurosas y duraderas. Se determinó que “una ola de calor como las recientes ocurriría cada 2 a 5 años en un mundo 2°C más cálido que el clima preindustrial”.  

Ola de Calor en Murcia, España, Getty Images
Ola de Calor en Murcia, España, Getty Images

¿Qué tan responsables somos del cambio climático? 

Michelle Adam, meteoróloga de Canal 13, explica que “el problema es que, al aumentar la quema de los combustibles fósiles, se aumenta el CO2, se aumenta la contaminación. Nosotros ya la hemos aumentado a tales niveles que comenzamos a generar un cambio en el clima”.  

Roberto Rondanelli, académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia (CR2), concuerda con que este aumento de temperatura es atribuible en gran parte a la acción humana, ya que «la variabilidad natural del clima es mucho menor”. 

“El consenso es que la acción humana ha aumentado la temperatura del orden de 1,2 a 1,3 grados desde el año 1850 hasta ahora. Y que de continuar cierto emitiendo gases de efecto invernadero a la tasa en que lo estamos haciendo, el aumento de temperatura hacia fines de siglo podría llegar incluso a los 4 grados”, agrega Rondanelli.  

Aunque el cambio de temperatura de la Tierra es un fenómeno que se produce de manera natural, la magnitud y velocidad en que está ocurriendo se explica por causas antrópicas. Rondanelli explica que “puede aumentar la temperatura de la Tierra en un grado en miles de años, pero no en 150.  No hay registro de que la tierra haya cambiado un grado de temperatura en tan poco tiempo”.  

“Somos la primera generación que es testigo de un cambio climático, porque los cambios climáticos son producidos en cientos de años o en miles de años, pero resulta que nosotros, en menos de 100 años, estamos siendo testigos de un cambio en el clima”, asegura Adam. 

Este año se han juntado dos fenómenos. Uno antrópico, que es el calentamiento global, y uno natural, que es el fenómeno de El Niño. Este “es el aumento de la temperatura superficial del mar en la zona Ecuatorial”, explica la meteoróloga.  

Según Rondanelli, El Niño es modulado en cierto modo por el calentamiento global, determinando, por ejemplo, que sea más frecuente y más intenso. A su vez, “los años del Niño son los años en donde la Tierra alcanza su temperatura más alta, y eso es porque durante los años del Niño el calor que está guardado en el océano de alguna forma pasa a la atmósfera”, explica.  

Incendios en Isla Rhodes, Grecia, Spyros Bakalis, AFP, Getty Images
Incendios en Isla Rhodes, Grecia, Spyros Bakalis, AFP, Getty Images

El calentamiento global, sumado a este fenómeno, no solo causa olas de calor, sino que también desastres naturales, como inundaciones, que han ocurrido en las últimas semanas en países como India, España, Pakistán y Filipinas. Estos no ocurren necesariamente por intervención humana, sino que son fenómenos que ocurren naturalmente cada cierta cantidad de años. “La historia de Chile nos muestra que cada 10, 20 años, usualmente en años del Niño, ocurren salidas del río Mapocho y tremendas inundaciones”, asegura Rondanelli. Fenómenos como El Niño y el cambio climático aumentan la intensidad de estos eventos.  

“Un cambio en el clima significa que los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos. Uno piensa que el cambio climático es solamente el aumento de la temperatura, y no es así”, explica Michelle Adam. Este también implica lluvias intensas, olas de frío, huracanes, tifones o tornados.  

“Uno piensa que un grado no es tanto, pero un grado significa un 7% más de vapor de agua en la atmósfera y eso hace que la lluvia en la precipitación sea más intensa en un clima cálido», agrega. 

¿Qué esperar para el verano en nuestro país y en América Latina? 

Cuando la temporada cálida llegue al hemisferio sur, también llegarán las olas de calor. Al respecto, Adam asegura que “el pronóstico para Chile no es muy alentador, porque nosotros somos un país que, según la ONU, de los 9 puntos de criterios de vulnerabilidad, Chile tiene 7”. Algunos de los factores que determinan esto son las lluvias en la cordillera, que aumenta las probabilidades de aluviones y desbordes de ríos, la desertificación debido a la sequía que se vive hace 14 años, y el aumento en el nivel del mar.  

Respecto al verano, la meteoróloga asegura que se espera uno de los veranos más cálidos de la historia y lo que le preocupa son los incendios forestales, que bajo estas condiciones se propagan “mucho más rápido».  

Roberto Rondanelli, por su parte, asegura que, cuando se trata de olas de calor, somos un país relativamente privilegiado. “Tenemos temperaturas que son altas, pero que son relativamente soportables por los seres humanos, porque tenemos poca humedad, y tenemos la corriente de Humboldt, con un océano relativamente frío que modera la intensidad de esta ola de calor”, explica el académico.  

En cuanto a las proyecciones para el verano comenta que “con un niño bien desarrollado, las temperaturas que se esperan son altas y, por lo tanto, tenemos que tener ojo que cuando venga una ola de calor podría ser incluso más intensa que la ola de calor que tuvimos durante 2017 y 2023”.

Un estudio publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), determinó que los países ubicados al sur de Latinoamérica son especialmente vulnerables a las olas de calor. Esto debido al clima templado o mediterráneo de estos países.

Yasna Palmeiro-Silva, experta en salud pública y cambio climático del University College London, explica al medio DW que, aunque las olas de calor se concentrarán en Chile y Argentina, «Centroamérica es un caso muy particular, porque ahí también impactan mucho las lluvias, y si juntamos esas dos variables, los nichos ecológicos tienden a cambiar más y mucho más rápido, lo que se suma a vulnerabilidades sociales que hacen que, ante un evento como este, sus efectos sean mayores”. 

Esto explica por qué México ha sido uno de los países más afectados por este fenómeno climático, con temperaturas que superaron los 40 grados Celsius y que han dejado más de un centenar de muertes.  

Ante esto, la experta afirma que hay que enfrentarse a la situación bajo un enfoque transversal, abarcando sectores de energía, transporte, vivienda y urbanismo, dado que las olas de calor afectan a todo el sistema.  

«Hay una serie de medidas que se han estudiado, pero que no se han aplicado de forma masiva. Los sistemas de alerta temprana son una buena estrategia; la preparación de los sistemas de salud también son un aspecto importante, pero no son soluciones extendidas ni permanentes en la región porque, generalmente, se despiertan las alarmas cuando los fenómenos afectan a la población, y después quedan un poco en el olvido. Es decir, que hay una política de reacción más que de prevención, y eso nos resta eficacia para enfrentar este tipo de fenómenos”, comentó al medio antes mencionado Lisandro Roco, uno de los expertos que trabajó en el informe del IPCC.  

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