“Mañana van a despertar en Narnia”, nos había dicho Matías, uno de los guías que había porteado cerca de 20 kilos de carga con carpas, cocinillas, ollas y comida. Cada uno de los excursionistas llevábamos cerca de 8 kilos entre cosas personales y algunas de equipo común en la espalda.

Nos fuimos a acostar al interior de las carpas armadas junto a la laguna El Salto luego de comer un rico pescado con puré y una salsa de verduras que venía sellada al vacío desde Puerto Williams, preparada para “calentar y servir” por el personal del Errante Eco Lodge. Matías tenía razón, al despertar el paisaje había cambiado por completo, abrí la carpa y todo estaba blanco, un imán para las fotografías. Salí de inmediato con la cámara y algo de abrigo. “La nieve embellece el paisaje”, es una frase que suelo repetir y acá también aplica.

Crédito Felipe Howard
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Fuimos a probar los “Dientes”, una excursión de dos días, circular, con campamento en la laguna El Salto y regreso por el valle Roballos. Es una caminata larga y exigente para algunos. Caminamos ascendiendo el cerro Bandera con lindas vistas al canal Beagle. Luego de 15 minutos de lluvias y granizos quedamos completamente empapados, pero al pasar la nubada, el sol y el viento hicieron el trabajo de secarnos en un par de horas mientras nos maravillábamos del paisaje de los Dientes de Navarino con colores otoñales y una secuencia de lagunas que me llamaban a recorrerlas en packraft. Algún día volveré a eso.

Crédito Felipe Howard
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Más de una vez diferentes amigos me habían invitado a recorrer el circuito completo de los Dientes de Navarino, siempre me había negado, dudaba de mis rodillas sin meniscos y pocos cartílagos luego de 3 operaciones. NO sabía si aguantarían cargando mochilas pesadas durante 5 días.

Crédito Felipe Howard
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Para los amantes de las caminatas, para los que quieren algo nuevo, remoto, lejos de multitudes, está en su lista o en su sueño el trekking a Dientes de Navarino: 5 o 6 días alrededor de este icónico macizo conocido como el trekking más austral del mundo. Sin embargo, luego de una semana allá, nos dimos cuenta que Navarino es mucho más que esta soñada excursión. Lo mejor es no descartar el destino pensando que sólo existe el trekking más austral del mundo, ya que hay mucho más por hacer.

Crédito Felipe Howard
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Realizamos una larga y bellísima caminata de dos días, a la cual le agregué el llegar hasta la base misma de los “dientes” y asomarme por un portezuelo hacia el lado sur. Quería ver el lago Windhond y las islas Wollaston. Acampamos junto a una de las tantas lagunas en los alrededores de los Dientes de Navarino, navegamos en kayak por protegidas bahías del canal Beagle siguiendo rutas yámanas, cabalgamos al atardecer en mansos caballos junto al Beagle entre pampas y bosques de lengas, también navegamos hacia los glaciares en una segura embarcación y nos encontramos con fauna, mucha fauna: soplos de ballenas mientras remamos, lobos de mar, caiquenes, albatros, un pingüino rey, martines pescadores y diferentes especies patos. La naturaleza irradia e inunda todo acá muy muy al sur.

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Pinguino rey. Crédito Felipe Howard

Todo huele a aventura al sur del canal Beagle, desde que tomamos el avión de DAP en Punta Arenas y nos fascinamos mirando en un corto vuelo de 45 minutos los glaciares que se desprenden desde cordillera Darwin. Aventura no en el sentido de la adrenalina que provoca, sino el sentido real de aventurarse, de descubrir, de conocer, de ir más allá, de estar en un lugar que evoca historia de navegantes y pioneros que habitaron un territorio de clima hostil. Un lugar en donde actualmente se está volviendo a poner en valor a sus pueblos originarios, los canoeros yámanas quienes navegaban estos canales y sus costas, quienes evitaban ingresar a los bosques por temor a los espíritus que allí habitaban.

Crédito Felipe Howard
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Cuando realizamos una tranquila excursión en kayak de travesía, me llamaban la atención los soplos de 4 o 5 ballenas Sei que veíamos en la otra orilla del canal Onashaga, cómo los yámanas nombraron al que conocemos por el Beagle. Lo único que pensaba era en ir en esa dirección, pero David Alday -nuestro guía de Tanana Expediciones- me hacía señas para mantener el rumbo cerca de la costa. Para David es muy importante evocar en todo su relato que éste era el modo de vida de los yámanas, canoeros que durante 7 mil años recorrieron estas costas y pequeñas bahías. Luego desembarcamos para que nos muestre varios de los conchales, vestigio de sus antiguos campamentos y por eso su ruta incluye un breve porteo de los kayaks como también hacían los yámanas. En esos momentos nos habla con un respeto enorme acerca del patrimonio arqueológico de isla Navarino y de todo lo que se ha encontrado en los conchales.

Crédito Felipe Howard
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Hay una enorme revalorización de lo que fue la cultura yámana, la cual se puede entender muy bien en el fabuloso y rebautizado Museo Territorial Yagan Usi, originalmente llamado Museo Antopológico Martin Gusinde en reconocimiento al sacerdote y antropólogo austríaco quien contribuyó mucho en rescatar la memoria de estas etnias.

Crédito Felipe Howard
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Fuimos navegando a buscar ballenas en una sólida embarcación capitaneada por Jorge, el “alma mater” del Errante junto a su pareja Coni. Ambos están en todas. Coordinan los caballos, los kayaks, las visitas a locales de Puerto Williams, separan las carpas, bastones, polaina y manejan la embarcación, además son los dentistas desde hace años en Puerto Williams, la consulta con mejor vista del país seguramente.

El canal Murray no nos dejó entrar y nos desviamos a Kanasaka, justo frente a Yendegaia.

Crédito Felipe Howard
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“Llegó el poncho de los pobres”, nos cuenta Claudio Martínez luego de que sale el sol y deja de llover un rato en la estancia Kanasaka. Enciende un cigarrillo y sigue con sus frases: “Un clavo más para el ataúd”, dice con gracia, mientras mira cómo el cordero se asa lentamente junto al fuego de leños de lenga. Durante 4 horas el asado de cordero es una cuestión cultural, todo gira en torno a ese escenario, con calma, conversaciones de cómo se abastecen, cómo son las navegaciones alrededor de la isla Hoste, hacia las Wollaston y por qué lado se recomienda navegar el cabo de Hornos.

Fotos navarino crédito Felipe Howard
Crédito Felipe Howard

Las historias se suceden una tras otra, don Eugenio Martínez nos muestra orgulloso su invernadero con planchas para hidropónico. Luego me pide que le haga unos “retratos” con su teléfono para enviar a su hija, Nos muestra el invernadero, saca unas frambuesas para que probemos y espera paciente a que la carne esté a punto. En su acogedora casa con la cocina a leña prendida, la señora Ester prepara unas papas cocidas, ensaladas con lechugas de la huerta, pebre y pan amasado. No todo es carne para los visitantes, algunos son veganos o vegetarianos. Para ellos el cordero ha sido esencial en todos sus años de subsistencia, la única familia que habita en toda la isla Hoste.

Le pregunto por “El témpano de Kanasaka” de Francisco Coloane y nos cuenta que el escritor estuvo un par de meses instalado acá mismo en Kanasaka. También veo muchos libros en unas repisas junto a la estufa a leña. Destaca un ejemplar de Andes Patagónicos de Alberto de Agostini, “ese libro es una joya”, les digo. Y saben perfectamente que es un tesoro; ese libro también lo encuentro en la biblioteca del Errante.

crédito Felipe Howard
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En el Errante Eco Lodge nos podíamos topar al desayuno con dos activos viajeros caminantes suizos con su buenos años a cuestas y también con un par de investigadores que están registrando la acústica de las ballenas en el canal Murray, ballenas jorobadas (Megapteras novaengliae) y ballenas Sei (Baleanoptera borealis)….todo huele a aventura en Navarino.

Crédito Felipe Howard
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Cuando llegamos embarrados y mojados desde el trekking, nos esperaban las tinajas de agua caliente humeando con la mejor vista del lodge y una rica cerveza artesanal local, lo mejor para terminar la excursión; un baño de agua caliente al aire libre mientras caen copos de nieve.

Crédito Felipe Howard
Crédito Felipe Howard

Podemos ir hasta Puerto Williams sin ser un experto caminante y disfrutar de actividades en lo que llamé “el fin del fin del mundo”: disfrutar de unas ricas empanadas de centolla hechas por una pareja de colombianos, sorprenderse con el Club de Yates Micalvi y sus mil historias de navegantes en su interior y en los veleros que se atracan desde diferentes viajes por el mundo.

Crédito Felipe Howard
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Luego de estar una semana en isla Navarino logramos apreciar que hay mucho más que hacer que el exigente y soñado trekking: Navarino es mucho más que sus Dientes.

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