En todo el mundo, son varias las organizaciones y grupos de científicos que se dedican a denunciar los impactos de los delfinarios. Estos son complejos comúnmente llamados acuarios que se dedican a mantener, reproducir y exhibir animales marinos. Los delfines, por su sociabilidad y facilidad de aprendizaje, son los animales favoritos para exponer, lo que retorna grandes ganancias a los delfinarios, y una gran tragedia para estos mamíferos.

Delfines en cautiverio dentro de un delfinario. Es común que esta posición se adopte cuando esperan un premio de vuelta por haber logrado una maniobra. Créditos: Pixabay
Delfines en cautiverio dentro de un acuario. Es común que adopten esta posición cuando esperan un premio de vuelta por haber logrado una maniobra. Créditos: Pixabay

La especie de delfín más presente en este tipo de recintos son los delfines mulares, más conocidos como delfín nariz de botella (Tursiops truncatus). También podemos encontrar en menor cantidad los delfines beluga (Delphinapterus leucas), marsopas (Phocoenidae) con y sin aletas, y orcas (Orcinus orca). En la gran mayoría de los delfinarios, los animales nadan en piscinas. En pocas, son ubicados en piscinas de agua natural o directamente en aguas naturales cercadas para evitar que escapen. Las condiciones de vida de estos animales en cautividad pueden afectar gravemente a su bienestar tanto físico como psicológico.

México es la industria más grande de delfinarios en Latinoamérica. Cuenta con casi 30 delfinarios ubicados en Quintana Roo, Guerrero, Veracruz, Baja California Sur, Nayarit y Ciudad de México. Si bien existen muchas iniciativas y organizaciones que denuncian sus prácticas, esta industria sigue creciendo. 

Así lo explica Vanessa Prigollini, documentalista mexicana, educadora marina, guía de orcas en Canadá y activista de vida silvestre marina a través de las imágenes, mencionando que “se lucra con la idea de nadar con delfines y poder compartir con ellos, pero son centros de explotación que navegan con la bandera de conservación. La industria en México sigue creciendo y no estamos avanzando. En Argentina, por ejemplo, se han reunido muchos grupos de activistas para crear el frente de Derechos para Animales Marinos, y están muy cerca de prohibir el cautiverio de mamíferos marinos, pero en México no es lo mismo”.  

El boom de los delfinarios

En México, la existencia de los delfinarios es una problemática que ha sido denunciada por científicos y activistas hace varias décadas. Según el Centro de Investigación de Mamíferos Marinos (CMMR Leviathan), México es el tercer país con mayor número de mamíferos marinos cautivos, luego de Estados Unidos y todos los países de Europa Occidental. También es el primer importador y re-exportador de delfines cubanos. En este país existen delfines en cautiverio desde la década de los 70′, y en los últimos años la industria se ha desarrollado en forma explosiva, asociada al auge del turismo internacional.

Según las cifras de la Cámara de Diputados de México, actualmente existen 29 delfinarios registrados con alrededor de 240 especies. Con esos datos, México tiene el 8 % de los delfinarios de todo el mundo y la industria del cautiverio de delfines más grande de Latinoamérica.

Delfines realizando saltos como parte del entretenimiento de estos establecimientos. En el show que presentan los delfinarios, los delfines parecen ansiosos de complacer a los entrenadores y listos para ejecutar cualquier truco que les pidan. Esto generalmente ocurre debido a la hambruna y explotación a los que los someten. Créditos: Pixabay.
Delfines realizando saltos como parte del entretenimiento de estos establecimientos. En el show que presentan los delfinarios, los delfines parecen ansiosos de complacer a los entrenadores y listos para ejecutar cualquier truco que les pidan. Esto generalmente ocurre debido a la hambruna y explotación a los que los someten. Créditos: Pixabay.

Libertad vs cautiverio 

Organizaciones como SOS Delfines se dedican a exponer los problemas de los cetáceos que viven en cautividad alrededor del mundo, buscando soluciones que ofrezcan una mejor vida a esos animales.

Respecto a la diferencia de vivir en libertad y en los delfinarios, hacen las siguientes disimilitudes: 

En hábitat natural: En cautiverio
Los delfines pueden llegar a vivir 55 años mientras que las orcas hasta los 90. 53% de los delfines muere en los primeros 3 meses y rara vez llegan a los 20 años. El promedio de vida de las orcas es de 5,2 años.
En libertad forman sociedades complejas en la que mantienen lazos familiares de por vida.Viven en grupos artificiales y reducidos, sin ningún parentesco y a veces de distintas especies. En ocasiones se tornan agresivos entre ellos, por lo que se les administran hormonas y medicación para controlarlos.
En su hábitat natural cazan peces vivos en complejas estrategias grupales que mantienen su jerarquía y vínculos sociales.En los delfinarios solo comen pez muerto y congelado, por lo que necesitan suplementos de vitaminas. Debido a esta dieta, también es común la deshidratación, por ende les proveen agua artificialmente, ya sea inyectada en el pescado, en forma de gelatina o insertando un tubo por su boca hasta el estómago.
En libertad, pueden usar su ecolocación para “ver” en ambientes de poca visibilidad y cazar su comida. En las piscinas vacías no usan su ecolocación porque no hay nada nuevo que descubrir y a veces, en algunos tanques, las ondas rebotan en las paredes y les genera estrés. A menudo su entorno es tan ruidoso, a causa de la maquinaria o la música de los espectáculos, que afecta sus umbrales de percepción auditiva. Quedan inhabilitados de usar el sonar en forma normal.
En un día, los delfines nadan entre 95 y 160 kilómetros a velocidades de hasta 40 km/h y 55 km/h las orcas, y logrando hasta 500 metros de profundidad. Aunque en la naturaleza no disponen de sombra, pasan la mayor parte de su tiempo sumergidos a profundidades en que los rayos ultravioleta tienen pocos efectos sobre ellos.En los tanques de cemento, pequeños y poco profundos, solo pueden nadar en pequeños círculos y pueden caer en depresiones. También ,a muchas instalaciones les falta sombra. Esto les puede afectar la piel y los ojos, incluso provocándoles cataratas.
En su hábitat natural pueden reproducirse cada 2-3 años, comenzando su madurez reproductiva a la edad de 14 y 16 años. El promedio de las crías durante la vida es de 6 a 7.En cautividad, al menos 1/3 de los recién nacidos en cautiverio muere. La reproducción en cautiverio es muy baja, razón por la que persisten las capturas de delfines silvestres. El promedio de crías durante la vida es menos de 1.
Los delfines libres no saltan a través de aros para pedir alimento como recompensa y no llevan personas «de paseo» en sus aletas. Los saltos y golpes en el agua con las aletas, son parte de una comunicación corporal cuyo significado recién empezamos a comprender.En cautividad viven imposibilitados de desarrollar sus comportamientos naturales y son forzados a llevar a cabo maniobras y posturas inadecuadas en los espectáculos.
Los delfines llevan a cabo los trucos porque sólo en esas circunstancias son alimentados. Una de las primeras cosas que aprende un entrenador acerca de los delfines es que ellos no actúan inmediatamente a menos que tengan hambre. Por eso los delfines son alimentados durante el show. Cada vez que el delfín hace algo bien, el entrenador toca el pito y le lanza un pescado. Créditos: Pixabay
Los delfines llevan a cabo los trucos solo porque en esas circunstancias son alimentados. Una de las primeras cosas que aprende un entrenador acerca de los delfines es que ellos no actúan inmediatamente a menos que tengan hambre. Por eso los delfines son alimentados durante el show. Cada vez que el delfín hace algo bien, el entrenador toca el pito y le lanza un pescado. Créditos: Pixabay

Jorge Guerra, profesional de la Unidad de Biodiversidad y Patrimonio Acuático de la Subsecretaría de Pesca de Chile (Subpesca), menciona: “Pasa con los cetáceos que tienen ciertas características que los hacen únicos, siendo mucho más susceptibles y delicados a la restricción de la libertad. Ellos perciben su ambiente como prácticamente infinito en el mar y utilizan el ecosistema marino ampliamente. Sabemos que es importante que las personas conozcan y se acerquen a los cetáceos, pero tenemos la dualidad de que no podemos privarlos de libertad. Con estos animales marinos, los delfinarios no deberían existir”. 

Por su lado, Carlos Olavarría, biólogo marino y director ejecutivo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (Ceaza), comenta: “Observar animales en su hábitat natural y observarlos en cautiverios son experiencias completamente distintas. En los delfinarios perciben al animal aislado, mientras que en libertad uno llega a comprender todo ecosistema. Necesitamos que las personas aprecien el conjunto de las interacciones silvestres para así generar conciencia y proteger nuestros ecosistemas”.

Formas de captura

El informe “El caso contra los mamíferos marinos en cautiverio” de Animal Welfare Institute and World Animal Protection explica que la mayoría de los métodos de captura de cetáceos son sumamente traumáticos e incluyen persecuciones en lanchas y equipos de captura que someten a los animales con una eslinga y luego los arrojan a los tanques o corrales temporales de poca profundidad.

Todos los métodos de captura de cetáceos son invasivos, estresantes y pueden ser mortales. En las capturas con red de cerco, se persigue a los delfines con pequeñas embarcaciones, los agrupan y los rodean con la red. Esto ha provocado el declive de algunas poblaciones de delfines o dificultado su recuperación. 

Explican que “todo el proceso es tan traumático que las tasas de mortalidad de los delfines nariz de botella capturados en la naturaleza se multiplican por seis los primeros cinco días de confinamiento y tardan semanas en volver a los valores iniciales”. Los delfines que no son seleccionados y, por lo tanto, se los libera de la red pueden sufrir un riesgo similar de morir cuando los captores han dejado la zona. No se han hecho estudios, ya sea por parte de la industria u organismos de administración, de las tasas de supervivencia de los animales liberados. 

La especie de delfín Tursiops Truncatus del Atlántico se ha capturado fácilmente en aguas poco profundas del Golfo de México y Florida. Para ello se utiliza lanchas que acorralan al grupo. Una vez rodeados, se encierran en una red. Al cerrarse la red, los delfines comienzan a tirarla, aumentando el riesgo de quedar atrapados en ella y de ahogarse. Luego suben uno a uno a los animales al bote para medirlos, examinarlos y seleccionarlos según las necesidades de los delfinarios: Los más grandes se seleccionan con fines de reproducción y los jóvenes de 3 a 5 años para entrenamiento. Créditos: Pixabay
La especie de delfín Tursiops truncatus del Atlántico se ha capturado fácilmente en aguas poco profundas del Golfo de México y Florida. Para ello se utiliza lanchas que acorralan al grupo. Una vez rodeados, se encierran en una red. Al cerrarse la red, los delfines comienzan a tirarla, aumentando el riesgo de quedar atrapados en ella y de ahogarse. Luego suben uno a uno a los animales al bote para medirlos, examinarlos y seleccionarlos según las necesidades de los delfinarios: Los más grandes se seleccionan con fines de reproducción y los jóvenes de 3 a 5 años para entrenamiento. Créditos: Pixabay

“Sacar individuos de poblaciones que se encuentran en la naturaleza puede perjudicar en gran medida a los animales restantes de esas poblaciones. Los estudios sobre delfines nariz de botella y de orcas muestran que ciertos individuos desempeñan un papel crucial en mantener unidas a las comunidades. La dispersión podría tener implicaciones graves en la supervivencia de los animales restantes, ya que tener un grupo bien organizado es crucial cuando los delfines y las orcas buscan alimento o tienen que defenderse contra depredadores o competidores”, finaliza el informe. 

Impacto y consecuencias

“Ver delfines en cautiverio y realizar trucos antinaturales para divertir a los humanos, no enseña sobre ecología o conservación. En realidad, envía el mensaje opuesto, que es a la vez retrógrado y perjudicial, y afirma que el medio ambiente y su flora y fauna pertenecen a los humanos y existen para ser explotados para nuestro beneficio”, explica el informe “Delfines en cautiverio en México” de 2016 de la organización Dolphin Freedom. 

Foca marina vestida para el entretenimiento de los delfinarios. Si bien lo más común son los delfines, animales como orcas, focas marinas y belugas también son capturadas y entrenadas para generar los espectáculos de los acuarios. Créditos: Pixabay
Foca marina vestida para el entretenimiento de los delfinarios. Si bien lo más común son los delfines, animales como orcas, focas marinas y belugas también son capturadas y entrenadas para generar los espectáculos de los acuarios. Créditos: Pixabay

Mencionan también que México ve una expansión en el negocio del entretenimiento con delfines. Turistas de todo el mundo visitan México para nadar con delfines. Muchas de las personas que pagan por estas excursiones provienen de países que no tienen delfines en cautiverio por razones éticas, como el Reino Unido o Chile.

Por lo que “México debe adaptarse a los tiempos y reconocer la evidencia que apunta a los altos niveles de inteligencia de los cetáceos. Los delfines no solo son muy inteligentes, son muy sociales y emocionales y cualquier forma de cautiverio de estos animales es éticamente indefendible”. 

Vanessa expresa que “no solo es quitarle la libertad a un animal que es sumamente sociable, sino que es explotarlos, dejarlos con hambre y enseñarles trucos solo para el entretenimiento de humanos. Es una industria multimillonaria y mientras las personas sigan asistiendo, los delfinarios seguirán funcionando. Hay casos de delfines que han atentado contra su propia vida con tal de no sufrir, también de hembras que matan a sus crías para no dejarlas nacer, además de casos en que han matado personas. Es importante generar contenido, consciencia y educar a la población para que sepan lo que sucede en cautiverio”. 

Una orca en libertad puede llegar a vivir 90 años, pero en cautiverio, su promedio de vida es de tan solo 5,2 años. En la captura de orcas, el alejamiento de animales tan jóvenes de sus madres frecuentemente trae un estrés significativo para el juvenil. Créditos: Pixabay
Una orca en libertad puede llegar a vivir 90 años, pero en cautiverio, su promedio de vida es de tan solo 5,2 años. En la captura de orcas, el alejamiento de animales tan jóvenes de sus madres frecuentemente trae un estrés significativo para el juvenil. Créditos: Pixabay

La Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), que entre sus 33 asociados cuenta con 18 delfinarios, declara que la mortalidad de los delfines es alta y la población insostenible. “La mortalidad neonatal es un problema mayor que deja a la población total de delfines mulares lejos de ser sostenible. A falta de investigaciones patológicas, el problema no se ha resuelto”.

Dado que no hay obligación legal de computar las muertes de crías de menos de un año, y que no todos países establecen la obligación de registrar las muertes de sus animales, el índice de mortalidad de los cetáceos en cautividad se desconoce, pero es casi definitivamente más alto de en las poblaciones salvajes sanas. Tampoco existen datos claros de cuantos animales mueren durante las capturas. 

Los delfines en cautiverio viven en grupos artificiales y reducidos, sin ningún parentesco y a veces de distintas especies. En ocasiones se tornan agresivos entre ellos, por lo que se les administran hormonas y medicación para controlarlos. En libertad forman sociedades complejas en la que mantienen lazos familiares de por vida. Créditos: Loro Park
Los delfines en cautiverio viven en grupos artificiales y reducidos, sin ningún parentesco y a veces de distintas especies. En ocasiones se tornan agresivos entre ellos, por lo que se les administran hormonas y medicación para controlarlos. En libertad forman sociedades complejas en la que mantienen lazos familiares de por vida. Créditos: Loro Park

El informe de Dolphin Freedom finaliza explicando que lo que “beneficiaría a México y a la humanidad sería hacer un turismo que no explote el medio ambiente ni cause sufrimiento a otros seres. México tiene una rica diversidad natural con muchas formas de turismo acuático que no tendrían un impacto negativo en el océano ni en sus habitantes. Alternativas como snorkeling, buceo, kitesurf, paseos en lancha para ver animales marinos (de manera sostenible) y paseos en velero, son ejemplos de turismo acuático que se puede realizar en armonía con la naturaleza, en lugar de explotarla”.

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