En su libro Vanishing Trails Of Atacama, William E. Rudolph —ingeniero civil conocido por sus múltiples exploraciones en Sudamérica— hace una comparación del desierto de Atacama de su época (1963) con las descripciones entregadas por Isaiah Brown en su libro Desert trails of Atacama (1924).

Para dar contexto, justo antes de la Primera Guerra Mundial, Isaiah Bowman realizó tres viajes al desierto de Atacama. En base a esos recorridos escribió su obra, la cual fue la primera de lengua inglesa en describir una región que, tal como plantea Rudolph en su texto, «desde el punto de vista de las precipitaciones, es probablemente la más seca del mundo, una tierra que podría considerarse el extremo de la inhospitalidad para el hombre».

Un hombre junto a sus caballos en las tierras de las nieves penitentes. Créditos: Créditos: Archivo fotográfico de William Rudolph, facilitada por Enterreno Chile.
Un hombre junto a sus caballos en las tierras de las nieves penitentes. Créditos: Archivo fotográfico de William Rudolph, facilitada por Enterreno Chile.

En uno de los apartados de su libro, titulado «Water resources» (Recursos de agua), Rudolph menciona que, la industria minera, en su búsqueda por abastecerse de este tan importante recurso (agua), debió dedicar todos sus esfuerzos a encontrar de dónde procedía la mayor parte del suministro de agua del desierto. Esto, considerando que en la región de Antofagasta, por aquel entonces, las precipitaciones se limitaban principalmente a elevaciones superiores a los 11.000 pies. Por debajo de esta altitud, el promedio anual de lluvia era de solo de un milímetro.

Fue en esta travesía cuando los alpinistas comenzaron a notar que en los lugares altos del volcán Linzor, encima de los manantiales de Toconce, la mayor parte de la nieve que se acumulaba parecía evaporarse en lugar de derretirse y filtrarse en el suelo.

«Observaron ese curioso fenómeno conocido como “nieve penitente”, que ocurre en los secos Andes por encima de los 18.000 pies. La nieve adopta la forma de pináculos inclinados, que recuerdan a las monjas en un convento en oración. Algunos de los pináculos alcanzan los 15 o 20 pies de altura. Son causadas por la evaporación de la nieve, dejando seco el suelo debajo de la formación, incluso cuando se esperaría que el derretimiento ocurriera bajo un sol sin nubes. Sin embargo, vistos desde la distancia no parecen diferentes de la nieve normal», escribió William E. Rudolph (1963).

¿Qué es la nieve penitente?

Los penitentes, o nieves penitentes, son unas curiosas formaciones de nieve que se encuentran a una gran altitud, principalmente en la región de los Andes de Chile y Argentina, en alturas por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Se caracterizan por su forma alargada y delgada, similares a unas cuchillas de nieve o hielo endurecido. Estas estructuras están muy próximas entre sí, con puntas orientadas hacia el cielo y, tal como señala Rudolph en su texto, pueden ser tan altas como una persona.

Se les llama de ese modo porque se asemejan a los penitentes que, en España, aparecen en las procesiones de Semana Santa, con sus capirotes puestos; sombreros alargados y puntiagudos.

Los penitentes fueron descritos por primera vez en el libro Journal of researches into the geology and natural history of the various countries visited by H. M. S. Beagle, under the command of Captain Fitz Roy, de Charles Darwin en 1839.

Tiempo después, el glaciólogo chileno-francés Louis Lliboutry, en su obra The origin of penitents (1954), observó que la condición climática clave para la formación de penitentes es que el punto de rocío esté siempre por debajo de cero, lo que provoca que la nieve se sublime. En este proceso, los picos se originan debido a la pérdida de masa.

«Los penitentes son formas de ablación, de pérdida de masa que experimenta la nieve y que se da en la alta montaña, en ambientes muy secos, donde hay alta radiación y donde la sublimación, que es el paso de sólido a gaseoso, es importante», explica Andrés Rivera, académico del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile desde 1991. «La formación de los penitentes tiene un ciclo, que se da todos los años, si es que las condiciones lo permiten, pero tienden a desaparecer de un invierno a otro», agrega.

Asimismo, de acuerdo con Rivera, incluso en la actualidad no se comprende muy bien la formación y la evolución de estas estructuras, por lo que, al entenderlo como un fenómeno físico poco usual, es interesante su estudio. A esto se suma que los penitentes pueden cumplir con un rol crucial a la hora de determinar los recursos hídricos presentes en la zona. Los ingenieros pertenecientes a la industria minera, mencionados en el libro de William E. Rudolph, se mostraron tan intrigados por estas estructuras, en su búsqueda de abastecimiento de recursos hídricos, debido a esta razón.

«Incorporar la sublimación como un proceso de pérdida de masa de nieve es importante, porque eso permite precisar la cantidad de agua que genera la nieve. En la medida en que se forman penitentes, esto no contribuye a las escorrentías, sino que se pierde directamente como gas, como vapor de agua», comenta Rivera al respecto.

Nieve penitente. Créditos: Aljber (Getty Images).
Nieve penitente. Créditos: Aljber (Getty Images).

Último estudio: ¿hay vida en los penitentes?

Cerca del volcán Llullaillaco, el segundo más alto del mundo, en pleno desierto de Atacama en Chile, se erigen los penitentes que fueron objeto de estudio 180 años después de haber sido documentados por primera vez en la obra de Charles Darwin.

En aquella zona, un equipo de científicos, principalmente de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), notaron la presencia de parches rojizos en la superficie de los penitentes, algo que en otras zonas había sido un indicador de vida microbiana. Tomaron muestras y, al regresar al laboratorio, confirmaron que en medio de los penitentes habitaban algas y otros microorganismos.

«Las manchas de hielo rojo en los penitentes contenían una comunidad microbiana dominada por algas de los géneros Chlamydomonas y Chloromonas, ambos estrechamente relacionados con algas de nieve conocidas de ambientes alpinos y polares (…). En este entorno, los penitentes proporcionan agua y refugio contra los fuertes vientos, la alta radiación ultravioleta y las fluctuaciones térmicas, creando un oasis en un paisaje que de otro modo sería extremo», dice un extracto del estudio Nieves penitentes are a new habitat for snow algae in one of the most extreme high-elevation environments on Earth.

Asimismo, en el estudio se alude a investigaciones en las que se sugiere que, dentro de nuestro sistema solar, existen estructuras similares a los penitentes. Un ejemplo de esto sería el caso de Plutón, donde se han encontrado formaciones de este estilo. Se cree que también podrían existir en Europa, una de las lunas de Júpiter.

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