El ruido de las olas rompiendo contra las rocas de la costa. Las risas de los niños y familias que caminan por la arena. El calor del sol acariciando la superficie de la piel. Todo parece estar en orden, cuando de repente el veraneante siente una extraña molestia en un costado, luego en un brazo y más tarde en una pierna. Sin soportarlo más, interrumpe su descanso y levanta la toalla, dándose cuenta de que el pedazo de tela está repleto de unas bolitas espinosas. Este intruso no es otro que el clonqui, del que existen tres especies en Chile.

Clonqui es un nombre mapuche utilizado para designar varias plantas de frutos zoócoros. Esto es, frutos que se adhieren a la piel de los animales o a la superficie de cualquier objeto con que entran en contacto. Esta cualidad puede resultar molesta para los humanos porque los frutos son espinosos, pero se trata de un mecanismo de reproducción y sobrevivencia, ya que es la forma que tiene la planta de diseminar sus semillas.

Créditos: Ramón Vera / Ecoregistros.
Créditos: Ramón Vera / Ecoregistros.
Créditos: Ramón Vera / Ecoregistros.
Créditos: Ramón Vera / Ecoregistros.

El clonqui más conocido es aquel que pertenece a la especie Xanthium spinosum. Esta curiosa planta recibe también otros nombres, como cepa de caballo, abrojo, amores secos, cadillo, trun, entre otros. «Es una planta herbácea anual espinosa de la familia de las margaritas y girasoles. Puede crecer hasta un metro de altura. Las espinas del fruto facilitan la dispersión por animales. Es una especie bastante resistente, por lo que puede crecer en las playas. Probablemente la dispersan perros, humanos y aves al pegarse en el cuerpo», comenta Cristian Atala, botánico y profesor del instituto de biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Este ejemplar crece en la precordillera andina chilena, por lo mismo, se le puede encontrar desde la Región de Antofagasta hasta la de Los Lagos. También ha sido registrado en Juan Fernández y en algunas reservas nacionales de la Región de Aysén (Jeinimeni, Cerro Castillo y Lago Las Torres). Por su parte, en Argentina vegeta en el área andina de Mendoza y Neuquén.

Créditos: Hernán Tolosa / Ecoregistros.
Créditos: Hernán Tolosa / Ecoregistros.

En particular, se trata de una especie nativa de Sudamérica, pero es introducida en Chile. De acuerdo con Atala, «la especie no está considerada como invasora, solo como una maleza. Entonces, en general no es una especie que provoque daños al ecosistema».

Al ser catalogada como una maleza, explica el investigador, cuenta con una mayor resistencia, logrando sobrevivir en entornos con poca agua y alta radiación solar: «es una característica propia de la especie, por eso también su distribución es bien cosmopolita, es decir que está por todos lados».

Créditos: Javier Villamil / Ecoregistros.
Créditos: Javier Villamil / Ecoregistros.

En cuanto a su floración, esta ocurre entre octubre y noviembre. La planta se caracteriza por sus flores pequeñas, de un color entre amarillo y café, así como por sus tallos gruesos y espinosos en la base de las hojas, y por contar con un fruto elipsoídeo cubierto de espinas ganchudas.

Un dato curioso sobre esta especie es que en medicina popular se utilizan las hojas como diurético para el tratamiento de malestares renales y hepáticos. Sin embargo, los expertos no recomiendan su uso para aquellos fines. «El uso medicinal tradicional es para problemas urinarios principalmente, y también para tratar algunas veces problemas inflamatorios, como artritis por ejemplo. Incluso, en algunos casos se ha estudiado su efecto anticancerígeno, pero es muy tóxica y puede terminar produciendo daño renal», afirma Atala.

Flor de clonqui vista desde cerca. Créditos: Javier Pelayo.
Flores de clonqui vistas desde cerca. Créditos: Javier Pelayo.

Cabe destacar que la especie Xanthium spinosum es la más común en Chile, sin embargo, existen otras dos que cuentan con características similares y que también son llamadas clonqui. Son malezas, introducidas, resistentes y dispersan sus semillas de la misma forma: Xanthium strumarium (bardana) y Ambrosia chamissonis.

La bardana o abrojo generalmente crece sobre suelos degradados, como es el caso de las orillas de ríos, lagos, y playas. Es una especie de planta herbácea de la familia de las asteráceas, nativa de América del Norte, sin embargo, en nuestro país se distribuye entre las regiones de Atacama y Biobío. En cuanto a su floración, esta se produce en verano. Se trata de unas flores pequeñas y moradas.

Por otro lado, la Ambrosia chamissonis es una hierba perenne, también de la familia de las asteráceas. Sus tallos son ásperos con pelos y estrías longitudinales, mientras que sus hojas son abundantes y de unos pocos centímetros de largo, lanosas y plateadas. Es adaptable a una amplia variedad de texturas y calidad de suelos, por lo que tolera muy bien aguas y tierras altas en sales, creciendo en dunas costeras. La época de floración es primavera-verano. Sus flores son amarillas y crecen en «racimos». Es originaria de la costa oeste de América del Norte, pero se encuentra en Chile entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos.

Un dato a tener en cuenta de esta última especie es que su polen puede causar intoxicación, ya que este es muy alergénico. Los síntomas pueden ir desde una fiebre leve hasta dolencias más graves, por lo que se recomienda mantener cierta distancia al encontrarse con un ejemplar.

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