Recorrer la Gran Isla de Tierra del Fuego es como adentrarse a un mundo de antaño, que nos recuerda como debió haber sido nuestro planeta antes de la llegada de las grandes civilizaciones y de las sociedades modernas. Y es que esta isla subantártica es uno de los pocos territorios en el mundo que permanece alejada de la mano del hombre, albergando paisajes prístinos y una naturaleza indómita que maravilla a todo aquel que tiene la suerte de observarla.

Créditos: ©Tamara Núñez.
Montaña sin nombre, Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

Sin duda, visitar este lugar es como adentrarse en un viaje en el tiempo y regresar a la era glaciar. Y es que si se presta la debida atención al paisaje, a las formas de los fiordos, las montañas, los ríos y lagos, se pueden ver claramente los vestigios del paso de los grandes hielos milenarios, que con su avance y retroceso dieron forma al territorio como lo conocemos hoy.

Esta isla, la más austral del continente americano y la más grande de Sudamérica, es uno de los paisajes más extremos de Chile y Argentina, y destaca a nivel mundial por ser poseedora de varios ecosistemas interdependientes unos con otros, que viven bajo características ambientales y geográficas muy particulares. Esto, sumado al poco impacto que han recibido en el tiempo, convierte a estos ecosistemas en únicos en el mundo.

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Turberas en Parque Karukinka, zona centro-sur de Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

Vale decir que el clima en esta región, debido a su cercanía con la Antártica, es bastante inhóspito, con veranos cortos y frescos, y largos, húmedos y fríos inviernos. Por ello es que se ha mantenido durante tanto tiempo alejado de la mano del hombre y es considerado un territorio solo para valientes. Son pocos los días del año sin fuertes vientos, granizo, lluvia, aguanieve o nieve, y durante los inviernos las nevadas son continuas, la temperatura se sitúa bajo los 0°C y las horas de sol son escazas.  

En el norte de la isla, la puerta de entrada, destacan grandes explanadas de estepa patagónica donde a lo lejos se visualiza algún árbol solitario, siempre acompañado de alguna construcción, que permite apreciar la más vasta amplitud del paisaje. Aquí domina la presencia de una formación de tussok (coironales o espeta de coirón), cuya especie característica es la Festuca gracillima, y animales como el guanaco (Lama guanicoe), el zorro culpeo fueguino (Lycalopex culpaeus lycoides) y el tuco-tuco de Magallanes (Ctenomys magellanicus).

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Pingüinos rey (Aptenodytes patagonicus) en Bahía Inútil, Tierra del Fuego. La única colonia de pingúino rey en América del Sur. Créditos: ©Tamara Núñez.

Por otro lado, en la zona centro de la isla el paisaje cambia y nos encontramos mayoritariamente con turberas y humedales intactos, que se mantienen en condiciones prístinas y corresponden a los principales reservorios de agua dulce de la tierra fueguina.

Por otro lado, el lado sur de la isla se compone por glaciares, fiordos, lagos y maravillosos bosques subántarticos, que sobreviven a los embates de los fuertes vientos que llegan desde la antártica gracias a la presencia de los cordones montañosos, dentro de los que destaca la cordillera de Darwin, una de las cordilleras más antiguas del mundo, que decora el paisaje con sus picos elevados y sus hielos eternos.

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Laguna K’teto, que en selk’nam significa lechuza. Anteriormente llamada «laguna encantada». Parque Nacional Yendegaia. Créditos: ©Tamara Núñez.

Solo el 30% de la isla está cubierto por bosques, donde podemos encontrar especies como el canelo (Drimys winteri), leña dura (Maytenus magellanica), ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum) –la conífera más austral del mundo-, notro (Embothrium coccineum), y las emblemáticas ñirre (Nothofagus antárctica), lenga (Nothofagus pumilio) y coigüe de Magallanes (Nothofagus betuloides). Vale decir que los vientos son tan fuertes que en la áreas expuestas los arboles crecen torcidos y la gente local los denomina “arboles bandera”, por la forma que necesitan tomar en su lucha contra la fuerza del viento.  

Cabe destacar, igualmente, que la fauna fueguina es bastante sorprende. Aquí podemos encontrar una gran cantidad de especies subantárticas que conviven con especies patagónicas, una cualidad que solo se da en esta parte de Chile. Por ejemplo, ubicado en el sector Bahía Inútil se encuentra la única colonia de pingüino rey en Sudamérica, mientras que el Seno Almirantazgo alberga la única colonia reproductiva de elefantes marinos del sur (Mirounga leonina) en Chile. Por su parte, en el islote albatros, cerca de las costas del Parque Karukinka, se ha reportado la única colonia reproductiva de albatros de ceja negra (Thalassarche melanophris) en aguas interiores.

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Guanacos (Lama guanicoe) en Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

No es de extrañar que este territorio haya cautivado a decenas de científicos y naturalistas de todo el mundo, que encantados con su naturaleza indómita y sus paisajes de ensueño, han aportado de manera significativa a la exploración de los macizos cordilleranos de Tierra del Fuego y al conocimiento de la región en el mundo, a través de fotografías, libros, películas y relatos que se difundieron por el viejo continente.

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Fiordo Parry, Parque Nacional Alberto de Angostini, Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

Así como también cautiva a cientos de aventureros, que cada año recurren a este lugar remoto en busca de ese silencio y tranquilidad absoluta, donde el infinito se hace presente, que te permite  conectar de una forma distinta con la naturaleza y con la rica cultura local, ya que además de paisajes de ensueño, Tierra del Fuego es un lugar con mucha riqueza cultural y una gran cantidad de historias que van desde el Holoceno hasta los tiempos modernos.

Sus primeros habitantes, los Selk’nam, la llamaron Karukina “nuestra tierra”. Sin embargo, el nombre actual de la isla data de 1520, cuando Hernando de Magallanes le denominó “tierra de  los fuegos o de los humos”, por las fumarolas que se avistaban desde muy lejos en la ribera de la isla y que en esos tiempos, eran encendidos por los selk’nam. Más tarde, Carlos I, el rey de España, la denominó Tierra del Fuego.  

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Foca leopardo (Hydrurga leptonyx) en Fiordo Parry. Créditos: ©Tamara Núñez.

Sin duda, su naturaleza agreste y el clima extremo han hecho que este territorio sea cada vez más llamativo, tanto para turistas como para exploradores y científicos. Sin embargo, su lejanía y sus condiciones climáticas adversas lo han convertido en un destino exótico, alejado de la creciente globalización, que requiere de mucha preparación y equipamiento para poder ser visitado de forma segura y responsable.

“Una de las características más interesantes de Tierra del Fuego es su aislamiento. Si bien sabemos que es una isla que por el lado argentino está muy desarrollado, con mucha infraestructura, el lado chileno tiene la mayor cantidad de belleza prístina intocada y eso en estos tiempos donde todo es globalizado, donde casi todo está descubierto o recorrido, se valora mucho. Le otorga un valor gigante a Tierra del Fuego y a su gente. Su gente marca, esa gente que está criada en el frío, en la soledad. Estos elementos producen cambios de conducta, pero en el caso de Tierra del Fuego es para mejor. Creo que la gente tiene mucha buena onda y está dispuesta a recibir gente. Además hay mucho patrimonio, hay mucho patrimonio material y cultural, hay mucha historia y hay mucha naturaleza que todavía podríamos desarrollar de manera responsable”, agrega Marcelo Noria, guía de montaña y andinista de Tierra del Fuego.

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Parque Estromatolitos, una laguna natural donde es posible conocer la vida de las cianobacterias, el primer ser vivo del mundo y que se encuentra solamente en 11 partes del planeta (Chile tiene cinco). Créditos: ©Tamara Núñez.

Vale señalar, igualmente, que la principal amenaza para la biodiversidad de Tierra del Fuego son las especies introducidas. En la isla han sido introducidos conejos, zorros chilla (que no son nativos de este lugar, pero sí de otras partes de Chile), visones, castores, entre otros animales exóticos, que han generado grandes impactos a los ecosistemas. Siendo los castores los que más estragos han ido dejando en el último tiempo.

 La industria peletera introdujo castores y visones con el fin de impulsar su alicaído negocio debido a la aparición de las pieles sintéticas. Sin embargo, el negocio no próspero y estas especies invadieron los ecosistemas de la isla, representando una grave amenaza para la flora y fauna endémica de Tierra del Fuego. Vale decir que estas especies no tienen depredadores naturales en la isla, por lo que se reproducen descontroladamente.

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Parque Nacional Yendegaia. Este parque no esta abierto al público, se espera que este terminado dentro de 10 años. Créditos: ©Tamara Núñez.

La revalorización de una cultura que se creía extinta

La ocupación del territorio fueguino comenzó en la década de 1880, gracias al descubrimiento de oro en el cordón Baquedano y a la entrega de las primeras concesiones de tierras a compañías ganaderas. Sin embargo, antes de la llegada de los primeros colonos, esta tierra ya se encontrada habitada.

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Pesca en Lago Kami, lugar sagrado para los Selk’nam, bautizado como «Lago Fagnano», al sur de Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

El pueblo Selk’nam estaba compuesto por cazadores-recolectores llegados a la isla varios milenios antes de Cristo, hace alrededor de 11.000 años. A pesar de las difíciles condiciones que imponía el clima y de la escasez relativa de recursos naturales existentes en la isla, la sociedad Selk’nam desarrolló un complejo sistema de creencias y ritos religiosos que admiraron a los viajeros europeos y colonos que visitaron la isla.

La sociedad selk’nam estaba organizada en linajes o unidades de parentesco que habitaban territorios comunes de caza y recolección, denominados haruwen. La isla estaba dividida en un cierto número de ellos, que a su vez se agrupaban en siete «cielos». Dentro de su cosmovisión, los selk’nam creían que todo los elementos del paisaje eran la reencarnación de sus antepasados míticos, que habían habitado el mundo en sus inicios, por lo que cada uno de ellos estaba asociado al “cielo” de donde se creía que provenía ese antepasado.

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Glaciar sin nombre en Fiordo Parry, Parque Nacional Alberto de Angostini, Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

Vale decir que este sistema de clasificación que derivaba de la creencia de los “cielos” y en los antepasados míticos era tan complejo, que construía de esta manera una de las bases del ordenamiento social de los selk’nam, siendo un elemento principal en el desarrollo de su cosmovisión y de su identidad cultural.

“Son un pueblo que nos enseñó a ser sostenibles en el tiempo, pero no lo hemos sabido leer. Dentro de su cosmovisión ellos creían que cuando los antepasados pasaban a una mejor vida se convertían en parte del paisaje. Cuando visitamos las montañas, las lagunas, los bosques, la estepa, estamos visitando a los ancestros, según el pueblo selk’nam. Hay una hermosa poesía que es cantada por Lola Kiepja, que dice que cuando fallezca por favor le abran las puertas de la cordillera, de las montañas, porque ahí se va a encontrar con los antiguos ancestros. Entonces ahí podemos comprender como ellos se sentían parte del territorio y no se aprovechaban del territorio. Creo que eso es lo que nos podría ayudar a comprender un poco este vínculo entre el hombre de naturaleza, que ahora está tan cortado, pero seguimos siendo uno, y lo que hacemos le afecta y nos afecta a todos”, añade el guía de montaña.

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Cascada escondida a orillas del Lago Deseado, al sur de Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez

Lamentablemente, esta riqueza y complejidad de la cultura selk’nam no sobrevivió al empuje de la colonización de la isla a fines del siglo XIX, primero por la explotación de oro aluvial y luego por la explotación de pastizales para la ganadería ovina, lo que desencadeno una serie de encuentros, la mayoría violentos, entre los selk’nam y los europeos.

Los nativos fueron cruelmente perseguidos en cacerías organizadas por empresarios del oro o por asesinos profesionales. Capataces y peones ingleses, escoceses, irlandeses e italianos  a quienes se les pagaba una libra por cada testículo o seno, y media libra por cada oreja de niño. Uno de los más despiadados fue Julio Popper, quien tuvo varios enfrentamientos con los selk’nam, y se fotografió con los cuerpos de sus víctimas como reconocimiento de sus «piezas cobradas».

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Parque Karukinka, zona centro-sur de Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

De los 4000 selk’nam que había en la isla para la llegada de los primeros colonos en 1880, apenas quedaban 500 hacia 1905. Para entonces la matanza casi había cesado. Sin embargo, la escasa población sobreviviente -que se refugió en las regiones del sur, en las misiones salesianas y en las cercanías de la residencia de los misioneros Bridges sobre el canal Beagle-  fueron sucumbiendo posteriormente por las enfermedades introducidas y la desadaptibilidad.

“Como Estado hemos sido muy malagradecidos, creo que es la palabra, con una cultura que habitó Tierra del Fuego por casi 11.000 años antes del presente. Una raza hermosa de cazadores-recolectores que aprendieron a desplazarse detrás de su comida y que aprendieron a vivir en condiciones hostiles y duras”, puntualiza Marcelo Noria.

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Tonina overa (Cephalorhynchus commersonii) en el Estrecho de Magallanes. Créditos: ©Tamara Núñez.

Fue uno de los genocidios más espantosos de la historia contemporánea, instigado por las sociedades ganaderas, permitido por las autoridades y acelerado por unos misioneros que se convirtieron en colaboradores necesarios. Por suerte hubo supervivientes que, agrupados en comunidades originarias como la “Rafaela Ishton” de Río Grande en Argentina, se muestran tremendamente orgullosos del legado cultural de sus ancestros y en los últimos años han iniciado un proceso de visibilización, recuperación cultural y revitalización de la lengua.

En Chile fue fundada la Comunidad Covadonga Ona en 2015, reconocida legalmente como Corporación Selk’nam Chile ese mismo año, que busca reunir a los integrantes del pueblo selk’nam, revitalizar la cultura, fortalecer la lengua, costumbres, ceremonias y crear alianzas de colaboración con otros pueblos vulnerados. Asimismo, esta agrupación se encuentra en la lucha por el reconocimiento legal del pueblo por parte del Estado.

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Elefante marino del sur (Mirounga leonina) en Bahía Jackson, Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

 “Lo que hemos hecho estos últimos años, de la mano de los pocos historiadores que han tratado de acercarse al fondo de la historia, es rescatar la cultura de una raza que nos hablaba sobre la sustentabilidad, una raza que fue capaz de desarrollar tecnología como el arco y flecha, una raza que fue capaz de sobrevivir a un clima tan inhóspito en el que hoy nosotros tenemos que usar toda la tecnología con parcas de plumas, con buena ropa, para sobrevivir, mientras ellos andaban desnudos o cubiertos con cuero de guanaco, que era su principal base alimentación. Tenemos una deuda gigante. Tenemos que ser capaces de aprender de nuestros errores y reivindicarlos a través de las comunidades que se han generado. Los que habitamos el territorio, tenemos que tener esa altura de mira para comprender que la vida sigue siendo dura en Tierra del Fuego, pero hubo gente que marcó caminos y eso tenemos que ponerlo en el tapete”, indica el montañista de Tierra del Fuego.  

La difícil vida en Tierra del Fuego: los desafíos del desarrollo turístico

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Anfiteatro de glaciares en Fiordo Parry, Parque Nacional Alberto de Angostini, Tierra del Fuego. Créditos: ©Tamara Núñez.

Como mencionamos anteriormente, la vida en Tierra del Fuego no es nada fácil. Es uno de los lugares más remotos del planeta, donde la globalización aún no ha llegado con fuerza y donde sus habitantes han tenido que aprender a sobrevivir al aislamiento geográfico y a las inclemencias del clima.

Sin duda, los primeros habitantes de este territorio son personas sumamente valientes y dignas de admiración. Y es que quienes llegan a habitar este lugar deben afrontar un sinfín de dificultades para poder sobrevivir.

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Parque Karukinka, zona centro-sur de Tierra del Fuego. Karukinka es un lugar único en el mundo que ofrece la oportunidad de trabajar concretamente en el desarrollo de la conservación de paisajes y costas de Tierra del Fuego y Patagonia, mirando hacia el mundo y contribuyendo al cuidado general de la vida silvestre. Créditos: ©Tamara Núñez.

Un ejemplo de ello es Don Germán Genskowski, un pionero de la parte sur de Tierra del Fuego, que ha vivido más de 35 años a orillas del lago Fagnano, y que, siendo el único habitante del sector, logró adaptarse y convertir este entorno hostil en su hogar y el de su familia.

 “Personalmente creo que Don Germán Genskowsky que es un tesoro humano vivo. Su capacidad de haberse adaptado a la soledad, de haber generado y convertido su entorno en su hogar, en el sur de Tierra del Fuego, entre los cordones montañosos de la Paciencia y el lago Fagnano, mirando hacia la Cordillera de Darwin, lo convierten en una persona casi de leyenda. Y lo tenemos vivo. Creo que hay muchos aspectos más como las historias que él relata. El haber sido nacido y criado en esta forestal de Alejo Marcou en esos años. Las historias de su padre Lucio Genskowski. Sus historias, sus hazañas, el cruzar a caballo por la nieve, el construir sus casas con sus propias manos. Creo que es un personaje que marca un antes y un después en lo que es el poblamiento del sur de Tierra al fuego. El legado de Don Germán sin duda es el ser un pionero en nuestros días. Creo que nos hemos convertido en una sociedad bastante cómoda y frente a los obstáculos nos rendimos. Creo que ese es el legado, el seguir, el intentar. A veces los precios son altos, pero esos son los que marcan camino”, agrega Marcelo Noria.

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Don Germán Genskowsky. Créditos: ©Tamara Núñez.

Actualmente, la Provincia de Tierra del Fuego posee una población de 8.364 habitantes, según el último censo realizado en 2017, y es una de las provincias con la población más baja en Chile, con apenas el 9,2%  del total de la región. Mientras que por el lado argentino, la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur posee 190.641 habitantes, según el último censo realizado en 2022.

La mayor parte de la población vive en estancias y se dedica a la ganadería ovina. Hay cientos de medianas y pequeñas estancias repartidas por el paisaje. Siempre amables, los arrieros patagónicos caminan decenas de kilómetros, con un clima adverso e impredecible, llevando a las ovejas entre los diferentes campos.

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Lago Deseado, Tierra del Fuego. Foca leopardo (Hydrurga leptonyx) en Fiordo Parry. Créditos: ©Tamara Núñez.

Sin embargo, el desarrollo turístico en la provincia es escaso. Y quienes llegan a este territorio para aventurarse en sus recónditos parajes, deben enfrentarse a muchas dificultades. Lo cierto es que recorrer Tierra del Fuego es un desafío, ya que difícil encontrar servicios como hospedajes, supermercados e incluso gasolineras, más si vas de visita y no conoces la región.

La mayor cantidad de los servicios se encuentran en la capital provincial, Porvenir, mientras que a medida que te desplazas hacia el sur el panorama es cada vez más desolado. Por ello, se debe ir muy bien preparado al momento de visitar Tierra del Fuego, se debe contar con reservas de combustible, reservas de comida, cadenas y clavos para los neumáticos, entre otros.

Actualmente, distintos organismos del Estado, junto con las municipalidades de Tierra del Fuego, se encuentran elaborando distintas iniciativas para potenciar el turismo en el territorio, con el objetivo de promover el desarrollo de la región.

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Juan Bahamondes, alias Pechuga, capitán de la embarcación «Viejo lobo de mar», la unica embarcación que navega por el fiordo Parry. Créditos: ©Tamara Núñez.

“Es parte de la estrategia de Sernatur Magallanes diversificar la oferta turística de la región, y en este sentido, hemos estado trabajando fuertemente en las cuatro provincias para no sólo promover destinos consolidados, sino también aquellos emergentes y con potencial como es Tierra del Fuego. Ahora, el trabajo que hemos impulsado junto al destino debe responder también a los intereses del territorio. Hoy estamos poniendo en valor el paisaje natural extremo de la isla como un atractivo turístico, además de su riqueza histórica y patrimonial, lo que nos ha permitido ir articulando productos turísticos y una mejor oferta vinculada al turismo de intereses especiales”, agrega Stephano Cicarelli, Director (S) de Sernatur de la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

En ese sentido, como señala Stephano Cicarelli, la importancia de fomentar el turismo en este destino no sólo tiene que ver con agregar valor a su apuesta turística natural, cultural y patrimonial, sino también, acompañar el desarrollo de la comunidad en materia turística y propiciar el desarrollo de una actividad que se genere bajo criterios de sustentabilidad.

Pese a lo anterior, hay quienes no miran con buenos ojos el desarrollo del turismo en la zona, ya que muchas veces la llegada masiva de visitantes a un lugar genera diversos impactos en el territorio como microbasurales en áreas naturales, incendios forestales, daño patrimonial, entre otros.

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Pingüinos rey (Aptenodytes patagonicus) en Bahía Inútil, Tierra del Fuego. La única colonia de pingúino rey en América del Sur. Créditos: ©Tamara Núñez.

En ese sentido, el Director (S) de Sernatur de la Región de Magallanes y Antártica Chilena, puntualiza que “la clave es que se desarrolle bajo criterios de sustentabilidad e inclusión, y donde los actores locales convivan activamente en una planificación y gestión del destino responsable y equilibrado. Cada territorio es único y se articula de acuerdo con sus características y necesidades, por lo mismo, la gestión debe ser flexible y adaptarse, tanto a las circunstancias sociales, ambientales y económicas, como a las características productivas del territorio, con el fin de compatibilizar el turismo con otros sectores productivos presentes en el destino. Para ello, debemos hacerlo a partir de un enfoque y gestión territorial integrado, que promuevan la articulación de diversos actores, tanto locales como regionales, y una planificación estratégica enfocada en el desarrollo sustentable del territorio y que incorpore variables ambientales, la calidad de vida de los habitantes del destino, el profesionalismo y calidad de los servicios turísticos, el bienestar social y el rescate de la identidad local”.

Por su parte, el andinista Marcelo Noria señala: “Lo más importante es que el turismo puede ser una empresa que mitiga los impactos, que demora el proceso de devastación que ejerce el hombre. Si se trabaja de manera adecuada puede producir un beneficio para las comunidades que son adyacentes a los recursos. Entonces, sin lugar a dudas potenciar el turismo es potenciar a la gente y es darle las herramientas para desarrollar responsablemente y hacerse cargo de un territorio, eso es lo importante del turismo en Tierra del Fuego”.

Sin lugar a dudas, Tierra del Fuego es un territorio de hermosos contrastes, donde la naturaleza nos regala todo un espectáculo de paisajes y colores, y donde confluyen culturas ancestrales con culturas presentes, entregándonos un verdadero paraíso al fin del mundo. Por ello, es muy importante que este lugar sea valorado, protegido y potenciado responsablemente, con el fin de conservar toda la riqueza que alberga.

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