El pequeño gigante de los cielos es un ejemplar del playero de Baird (Calidris bairdii), un ave que no llega a pesar más de 50 gramos y mide 18 centímetros de altura. Este increíble animal alado ha completado un viaje migratorio de 11.100 kilómetros desde Puerto Williams, en el extremo austral de Chile, hasta Nebraska, en Estados Unidos.

Playero de Baird. Foto: Omar Barroso

Para rastrear sus movimientos, ha sido necesario desarrollar redes de cooperación, las que permiten compartir datos entre distintos investigadores y así cubrir mayores distancias. La estacion de monitoreo de ave mas austral del mundo comenzo hace 24 años con el Programa de Investigación Ornitológica a Largo Plazo (LTOR) en el Parque Omora de la Isla Navarino, que forma parte de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos.

Este programa estaba principalmente orientado a aves de bosque, pero desde este año 2024 se comenzó un esfuerzo para el estudio y monitoreo de aves playeras. Para esto, el Centro Internacional Cabo de Hornos en colaboración con el Centro de Ornitología y Biodiversidad CORBIDI de Perú, instalaron una de las redes más exitosas, la red internacional Motus. A partir de esto, se creó la estación más austral del mundo ubicada en Puerto Williams, sobre el techo del Centro Subantártico Cabo de Hornos.

Instalación estación. Foto: Matías Troncoso

Para que los movimientos de las aves sean rastreadas de forma exitosa existe la técnica de radio telemetría automatizada. Se trata de una instalación de transmisores que monitorean a los ejemplares mediante antenas y receptores de radio.

Cabe destacar, que esta red tiene alrededor de 1.955 estaciones receptoras en 34 países, lo que permite construir mapas de desplazamientos. Esto con el objetivo de entregarle a los científicos e investigadores un panorama más completo respecto de las aves.

El trabajo antes de su vuelo

En enero de este año se instalaron los primeros transmisores en aves en dos especies distintas: Playero de Baird y Playero de lomo blanco. Esto fue posible gracias al financiamiento de BNA y el apoyo de Audubon América y la Fundación Omora, organizaciones que ejecutan el proyecto de apoyo a la gestión al Parque Marino Diego Ramírez y Paso Drake.

Cada ejemplar llevaba un anillo con código, pero antes de que comenzaran su vuelo, el equipo siguió rigurosos pasos. El primero fue pesarlos, instalarles el anillo, tomarles todo tipo de medidas, como el largo del pico y alas, y tomarles las fotografías respectivas. El único dato que no registraron fue si eran machos o hembras, ya que, al no estar en su época reproductiva, es casi imposible diferenciarlos.

Posteriormente, luego de comprobar que los ejemplares estaban saludables, se les instaló el aparato (que es muy pequeño y liviano) que trasmite señales de radio. Este va ubicado en la espalda tipo mochila, por lo que no va en las alas, va cerca de sus patas con un hilo especial, que no interfiere en el vuelo del ave. El emisor emite una señal de radio cada diez segundos, que es captada por la red de antenas.

Playero de Baird con su rastreador. Foto: Rocío Jara

El viaje del playero de Baird

El pasado 04 de febrero de este año fue la última detección del playero de Baird. El 03 de mayo el ave llegó a Kansas donde estuvo brevemente, luego se dirigió al río Platte en Nebraska donde descansó 2 días y el 5 de ese mismo mes continuó su viaje a su zona reproductiva en el ártico, recorriendo un aproximado de 11.100 kilómetros.

«Nuestro objetivo es monitorear y estudiar el movimientos de las aves que visitan la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos. Uno de los posibles efectos del cambio climático y el  calentamiento global, es que las especies que normalmente se distribuyen hasta una cierta latitud, a medida que se va calentando el planeta pueden ampliar su distribución acercándose a los polos. Entonces, es muy importante tener el monitoreo en los extremos latitudinales para monitorear las especies clave» comenta Rocío Jara, doctora en biología de la Universidad del Norte de Texas e investigadora posdoctoral del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y de la Universidad Católica.

Este largo viaje consume mucha energía, por lo que antes de partir esta migración comen bastante. La mayoría son insectos, pero también se pueden alimentar de arañas y crustáceos. Su objetivo es generar mucha grasa para aumentar de peso, ya que esta les entrega la energía necesaria para volar. Cuando toda esta grasa es consumida, hacen diferentes escalas para recargarse, volver a generar grasa y continuar su viaje.

Playero de Baird. Foto: Luis Trinchan

Los investigadores, aseguran que aún le falta para llegar a su destino, por lo que esperan que realice un tramo de 15.000 kilómetros en total, sin embargo, en el ártico no existen muchas estaciones Motus por lo que es poco probable que lo vuelvan a detectar en ese sector. Estas aves buscan parejas en el área alrededor del Polo Norte, donde ponen sus huevos y esperan el nacimiento de sus crías, por lo que se espera volver a tener una señal en septiembre u octubre al regresar al sur de América.

Una de las interrogantes que tienen los investigadores es si las crías volarán con el ejemplar rastreado en su migración. Esto se debe a que las diferentes especies presentan distintas estrategias. Por ejemplo, son muchas aquellas en las que los polluelos se quedan en el lugar y vuelan después cuando están más preparados. Sin embargo, de lo que tienen seguridad es que en algún momentos ellos también llegarán al sur de Sudamérica en la etapa no reproductiva.

«Las aves playeras son un grupo de aves severamente amenazado cuyos poblaciones están disminuyendo en todo el mundo. En el caso del continente americano, muchas de sus especies se reproducen en el ártico y luego migran hacia el sur. Esta migración la hacen utilizando principalmente tres corredores migratorios: uno por el centro del continente, uno por la costa del Pacífico y otro a lo largo de la costa Atlántica. La Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos está ubicada entonces en el punto donde los corredores migratorios del Pacifico y Atlántico convergen», asegura Jara.  

Playeros de Baird. Foto: Brian Wulker
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