Entre los riscos de una quebrada se observan las raíces expuestas de un pequeño árbol, de no más de cuatro metros de largo, el cual está inclinado y, si no fuera por la ayuda de unas cuerdas que lo sostienen, ya se habría derrumbado hace bastante tiempo atrás. Esas son las condiciones en las que se encuentra el último ejemplar en estado silvestre de la especie Dendroseris neriifolia, endémica de Juan Fernández.

Para conocer más sobre esta especie, así como de su entorno, conversamos con Arón Cádiz, estudiante de Doctorado en Sistemática y Biodiversidad de la Universidad de Concepción; Ángela García, guardaparque y administradora del Parque Nacional Archipiélago de Juan Fernández; Carolina Bustamante, de la Fundación Endémica de Juan Fernández; y Javiera Meza, bióloga del Departamento de Áreas Silvestres Protegidas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) Valparaíso.

El endemismo único de Juan Fernández

El Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández se encuentra a 680 kilómetros de Chile continental, justo frente a la costa de San Antonio. Este archipiélago se compone por tres islas: Robinson Crusoe, Marinero Alejandro Selkirk y Santa Clara. Se trata de un ecosistema muy nutrido, al ser el hogar de 213 especies nativas, de las cuales 135 se pueden encontrar únicamente en dicho lugar (endémicas). Esto se traduce en una tasa de 63,4% de endemismo, siendo así la más alta del mundo.

«Las islas oceánicas son islas volcánicas, por lo que generan un ambiente nuevo, como una hoja en blanco en donde todo es posible. Entonces, cuando ocurren procesos de dispersión de larga distancia, desde el continente a las islas, las plantas tienden a generar una radiación adaptativa, que es un proceso de diversificación ecológico y de especies, en un periodo muy corto de tiempo. Al evolucionar de forma aislada, tienden a ser especies muy endémicas (…). Si consideramos las especies de plantas de las islas oceánicas del mundo, Robinson Crusoe es la que tiene el mayor número de especies endémicas por kilómetro cuadrado en el mundo, incluso más que las Galápagos», explica Arón Cádiz, estudiante de Doctorado en Sistemática y Biodiversidad de la Universidad de Concepción.

Por esta razón, en 1977 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró al parque una «Reserva Mundial de la Biósfera». Es así como se llega a reconocer a esta zona como un área geográfica representativa que debe ser conservada y protegida.

Lamentablemente, desde su descubrimiento entre 1563 y 1574, el archipiélago se ha enfrentado a diferentes acciones y presiones antrópicas que han ido deteriorando su estado inicial con el paso del tiempo. Esto se debe, principalmente, a la introducción de diferentes especies invasoras, tanto vegetales como animales, que han terminado por degradar los paisajes isleños.

Debido a esto, se han implementado distintos planes de protección de su biodiversidad. Por ejemplo, desde 2007 se comenzó a ejecutar el Plan de Conservación para las especies de flora, tanto de la isla Robinson Crusoe como de Santa Clara, el que consiste en un sistema de monitoreo centrado en un listado de especies pertenecientes a diferentes categorías de conservación. Esto se hace con la finalidad de determinar aquellas que se encuentran en «Peligro Crítico de Extinción», para así aplicar estrategias de recuperación.

En este sentido, la Dendroseris neriifolia fue catalogada en 2008 por el Reglamento de Clasificación de Especies (RCE) como especie «En Peligro y Rara», por lo que «se considera que se está enfrentando a un riesgo muy alto de extinción en estado silvestre».

La Dendroseris neriifolia es un árbol con las hojas caídas y alargadas, que tiene pequeñas flores de un color entre amarillo y blanco. Fue originalmente descrita en 1833, a partir del material que fue recolectado por Carlo Bertero, un botánico italiano que recorrió gran parte de Chile y otros lugares del mundo.

Cuando Bertero encontró esta planta, se supone que era relativamente abundante en las partes bajas de la isla de Robinson Crusoe, en el bosque de baja altura. Pese a esto, durante los años siguientes la población fue disminuyendo exponencialmente. En 1989 había cuatro ejemplares, y en 2006 quedaban dos. En la actualidad, solo queda un ejemplar en estado silvestre.

Las causas detrás de la disminución de ejemplares

La Dendroseris neriifolia enfrenta diversas amenazas que comprometen su hábitat y supervivencia, entre ellas, se destaca la erosión, que afecta al 75% de la isla Robinson Crusoe, y la degradación causada por la introducción de especies. En esta línea, Cádiz plantea que, con el proceso de colonización de la isla por parte de los españoles, se generó la introducción de ganado, caprino y bovino principalmente, el que contribuyó severamente en la degradación de las tierras.

Sin embargo, durante estos últimos años el problema más grande han sido los roedores, los que parecen ser insaciables. «El daño causado por los conejos ha sido especialmente problemático. Estos animales causaron daños graves en la población de Dendroseris neriifolia que había en el sector de Chifladores, llegando incluso a ocasionar la muerte de alrededor de 20 individuos en áreas parceladas», comenta Carolina Bustamante, de la Fundación Endémica de Juan Fernández.

Lamentablemente, la Dendroseris neriifolia es una planta que no cuenta con sistemas defensivos contra los animales herbívoros, por lo que, si uno introduce cualquier animal de este tipo, la flora se ve gravemente perjudicada, a diferencia de las especies que son típicas del continente, las que cuentan con espinas o son tóxicas, lo que impide que sean devoradas.

Es así como, en menos de 100 años, la población de esta especie se redujo hasta llegar a un solo individuo en estado silvestre, justamente por la acción antrópica, la destrucción del bosque y la ganadería.

Estado de conservación y protección

El estado en el que se encuentra el último ejemplar silvestre de la Dendroseris neriifolia es bastante deplorable. La planta madre, como la llaman, se encuentra prácticamente colgando desde un precipicio en la quebrada El lápiz.

«En este momento la planta está atada a cuerdas en un risco (…). No se ha podido realizar ninguna intervención extra, ya que se encuentra muy débil y vulnerable. Además, es un lugar muy complejo para realizar mayores acciones de resguardo. En enero debiese venir un equipo especializado a analizar formas de poder resguardar la especie de una forma más óptima», explica Ángela García, guardaparque y administradora del Parque Nacional Archipiélago de Juan Fernández.

En esta línea, la mantención de este último ejemplar que queda en estado natural va enfocada más que nada en la recuperación de su material genético, mediante la recolección y reproducción de sus semillas en viveros. Esta tarea se está ejecutando a partir de un proyecto llamado Neriifolia, que busca preservar las especies arbóreas de este tipo. Asimismo, Conaf se encuentra colaborando con los Jardines Botánicos de Chile continental, con el propósito de proteger el material genético de manera más amplia y efectiva, asegurando la preservación con el apoyo de instituciones dedicadas a la conservación botánica.

«En particular, para la Dendroseris neriifolia, se está llevando a cabo una recolección de semillas dos veces al año, las cuales presentan una notable tasa de germinación. Actualmente, se han reproducido exitosamente más de 1000 individuos con miras a su futura restauración en el Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández», señala García.

Un futuro esperanzador

De acuerdo con Arón Cádiz, la mejor manera de lograr un crecimiento sostenido en el tiempo en la población de esta especie, es a través de la plantación de especímenes en estado silvestre. «Lo importante es lograr plantar ejemplares en su ambiente natural, de tal manera que se vayan cruzando entre ellos, sobre todo con la planta madre, para así aumentar la variabilidad genética de la especie, cosa sumamente importante a la hora de conservarla en un largo plazo», afirma el experto.

Inflorescencia Dendroseris neriifolia. Crédito: ©Héctor Gutiérrez Guzmán | Oikonos

En esta línea, en 2010 la Conaf ya había hecho un intento de este tipo, el cual fue exitoso durante un tiempo, aunque este no logró prosperar debidamente con el pasar de los años. «En 2010 se hicieron una o dos parcelas donde se plantaron varias neriifolia, pero los cercos fueron destruidos por el ganado en algún minuto, lo que provocó que entraran los conejos, los que terminaron por acabar con estos ejemplares que tenían cerca de 7 años», señala Javiera Meza, bióloga del Departamento de Áreas Silvestres Protegidas de Conaf Valparaíso.

Ejemplar de Dendroseris neriifolia plantada por Conaf en una parcela. Créditos: Arón Cádiz.
Ejemplar de Dendroseris neriifolia plantada por Conaf en una parcela. Créditos: Arón Cádiz.

Sin embargo, de acuerdo con Ángela García, se tiene planeado volver a intentar la plantación de ejemplares en el Parque Nacional en un futuro cercano. De esta manera, Javiera plantea que, con lo aprendido de la experiencia anterior, el proyecto debería resultar exitoso. Cádiz, por su parte, se muestra más escéptico al respecto, ya que, desde su perspectiva, para que estos planes lleguen a buen puerto se debe «aumentar la dotación de personal, de gente que esté de forma más permanente monitoreando las parcelas», así como el financiamiento dedicado a la Conaf para estos fines.  

1 Comentario

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  1. Victor Bravo

    Emocionante y triste lo que sucede con la Dendroseris neriifolia, creo que falta un real compromiso de los habitantes de la Isla, comprometiéndose de forma real creo que esta especie puede sobrevivir y masificarse para volver a repoblar su hábitat original.

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