© Daniel Casado
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No soy un pesimista, para nada, pero de un tiempo a esta parte veo como el mar se muere delante de nosotros y parece no importarle a mucha gente.

Botamos basura, relaves mineros, antibióticos de las salmoneras, residuos de las plantas de celulosa, como si el océano fuera un basurero sin fondo, donde todo mágicamente desaparece sin dejar rastro. Para un país que tiene un borde costero de más de 6400 kilómetros de longitud, me parece increíble la falta de preocupación de todos nosotros.

El varamiento de sardinas que sucedió en Queule, fue solo otra noticia para los medios; dos días en el diario y en la tele, y ya está, pasemos a otras informaciones…

¿Y qué pasa con el mar? ¿Con las comunidades costeras que han subsistido por cientos de años de la pesca y su relación a escala humana con el agua? ¿Qué pasa con la cultura que ahí muere? ¿Con los pescadores que quedan sin peces ni trabajo?

Al varamiento de ballenas cerca del Golfo de Penas, que ya cuenta más de 360 ballenas Sei, le siguieron los 10.000 calamares gigantes en el litoral de isla Santa María, 9000 TONELADAS de salmones en las cercanías de Calbuco y el Reloncaví, y ahora 8000 TONELADAS de sardinas en Queule. Y esas son las cifras «oficiales»…

© Daniel Casado
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¿Es que nadie está uniendo los puntos?
Las autoridades atribuyen todo al «fenómeno del Niño» y tratan de justificar lo injustificable mareando a la gente con nombres técnicos: surgencias de agua, blooming de algas, mareas rojas…

Espero que tratemos de dar un paso atrás como país y podamos ver la foto completa, en vista de que la industria no va a parar si no nosotros no hacemos algo como sociedad.

Tenemos que ponernos a pensar, ¿queremos esto para nosotros y los que vienen?, ¿qué vamos a hacer al respecto?.

Ojalá todos nos motivemos a ser un aporte. Porque finalmente, el daño que hacemos a la naturaleza, nos lo hacemos a nosotros mismos.

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