La Navidad es una de las festividades más esperadas y celebradas en el mundo, y una costumbre arraigada y conocida la de decorar la casa, hacer galletas de navidad e ir comprando los regalos para la noche buena.

Entre las múltiples decoraciones, que van desde el antejardín y la puerta de la casa hasta la mesa familiar, con velas, servilletas y manteles que aluden a la festividad, hay una en particular que sobresalta tanto por su importancia en víspera de navidad como por su belleza: hablamos del árbol de Navidad. 

Créditos: GQ México.

Pero, ¿cuál es su historia? ¿Dónde surgió esta costumbre de colocar un árbol en el centro de la casa y decorarlo con adornos navideños, esferas de colores e incluso luces que cambian al ritmo de diferentes canciones? 

Si bien no existe consenso sobre una historia oficial que explique el origen del árbol de navidad, sí existen muchas teorías que explican su evolución y adopción hasta el día de hoy, algunas siendo más aceptadas que otras. 

Las diversas historias

Una de las leyendas sostiene que en la primera mitad del siglo VIII, en la región de Hesse, en Alemania, había un roble dedicado a una de las deidades germánicas más importantes: Thor. Los pueblos alemanes acostumbraban a ofrecerle algún tipo de sacrificio a este árbol sagrado cada solsticio de invierno con el fin de asegurar el regreso del sol y de la vegetación. Sin embargo, alrededor del año 723, el misionero inglés San Bonifacio, en rechazo de las tradiciones paganas, clavó un hacha y al no ser castigado por el dios nórdico, reemplazó el roble por un abeto, que para el apóstol era un árbol sagrado y representaba la vida eterna. 

Desde este momento, cuando se habla del árbol de navidad se trata de un árbol perennifolio o de hoja perenne, que es cuando la planta tiene un follaje que permanece verde y funcional durante más de una temporada de crecimiento. Por eso también son conocidos como siempre verdes. Existen 14 familias que pertenecen a este tipo de planta, entre ellos, las fagáceas (como por ejemplo el roble), las Araucariaceae (como las araucarias) y el Lauraceae (como el laurel y la planta de aguacate). 

Ramas de un abeto (Abies). Créditos: Freepik.

Otra versión relata que los germanos creían que tanto la Tierra como los Astros se sostenían de un colosal árbol conocido como Yggdrasil o Árbol del Universo. Los nórdicos creían que las raíces y las ramas de este fresno -que representaban el infierno- unían los diferentes mundos; mientras que la copa se encontraba en el cielo. 

Para celebrar el solsticio de invierno, decoraban un roble en honor a Frey, dios del sol y la fertilidad: en la copa se hallaba Asgard (el hogar de los principales dioses) y el Valhalla (el palacio de Odín); mientras que en las raíces más profundas estaba Helheim (el reino de los muertos). 

Cuando los pueblos germanos fueron evangelizados, los conversos tomaron la idea del árbol cambiando radicalmente su significado, ahora con el propósito de celebrar el nacimiento de Cristo. 

Letonia y Estonia, dos países al este de Europa, afirman haber sido la cuna del primer árbol de navidad. Letonia, por su parte, asegura que en 1510 un gremio de mercaderes conocido como “House of the Black Heads” o “Casa de las Cabezas Negras” decoró y acarreó un árbol por la ciudad para luego quemarlo. Por su parte, Estonia sostiene que tiene pruebas de un festival similar celebrado por el mismo gremio muchos años antes en su capital Tallín, en 1441.

Ahora bien, la teoría más aceptada plantea que el árbol de Navidad, tal y como se le conoce en la actualidad, tiene su origen en la Alemania del siglo XVI. 

La historia del origen alemán

La Enciclopedia Britannica, una editorial de artículos educacionales considerada como una de las enciclopedias más eruditas del mundo anglosajón, señala que en un principio el árbol se utilizó como una representación que hacía el pueblo del  “árbol del paraíso”, en recuerdo de Adán y Eva. Por lo mismo, se colgaban obleas, signo crisitiano de la redención y manzanas, que simbolizaban las tentaciones y el pecado original.

Además, se le colocaban velas, en representación de la luz del mundo y la gracia divina. Esta última práctica se le suele atribuir al protestante Martín Lutero, quien en su trayectoria de vuelta a casa, inspirado por las estrellas, decidió sumarle velas para emular la forma en que centellean en las noches invernales. 

Créditos: National Geographic.

Para el siglo XVIII el árbol de Navidad ya era una tradición bien extendida entre los luteranos alemanes. Sin embargo, lo que realmente expandió esta costumbre a nivel global fue su llegada a Inglaterra. Se cree que la reina Carlota, una duquesa alemana que se casó con el rey Jorge III fue quien introdujo el primer árbol de navidad en la casa real. 

Pero fue la reina Victoria junto al príncipe Alberto quienes realmente difundieron y establecieron los árboles de navidad como ícono de esta festividad. En 1848, The Illustrated London News publicó una ilustración de la familia real posando junto a un árbol navideño, lo que provocó que los monarcas británicos adoptaran rápidamente la costumbre.

La reina Victoria junto al Príncipe Alberto y sus hijos en la navidad de 1848. Créditos: Illustrated London News.

Con el tiempo, este fenómeno llegó a otros países como España y Estados Unidos, convirtiéndose en una tendencia a nivel mundial. Actualmente, la forma triangular del árbol de Navidad representa la Santísima trinidad (Padre, hijo y espíritu Santo). Con el paso del tiempo, las manzanas fueron reemplazadas por esferas, que simbolizan los dones de Dios a los hombres. Según el cristianismo, el azul representa el arrepentimiento, el rojo las peticiones, las doradas la alabanza y las plateadas el agradecimiento. 

Las velas, por su parte, fueron reemplazadas por luces, que representan la luz de Cristo, y la estrella colocada en la punta del árbol representa la fe que debe guiar la vida del cristiano. Por último, las cintas y los moños manifiestan la unión familiar y la presencia de las personas queridas alrededor de todos estos dones. 

Mercado navideño en la capital de Estonia, Tallín. Créditos: National Geographic.

En cuanto a los regalos, la leyenda más aceptada plantea que esta costumbre se adoptó de los reyes magos, quienes llegaron a visitar a Jesús con presentes para celebrar su nacimiento, idea que también se relaciona con el propósito mismo de la navidad para los religiosos: el nacimiento mismo de Jesús.

Sin embargo, la práctica de hacerse regalos data de la época romana, quienes se reunían para compartir e intercambiar presentes durante el solsticio de invierno, que en América Latina coincide con los meses de verano y la navidad.

Dilema medioambiental

La presencia y decoración del árbol navideño en la actualidad se ha vuelto un recurso esencial de la festividad. Todos podemos acordar que no sería lo mismo sin él. En países del norte como Estados Unidos, Canadá y gran parte de Europa, es más común utilizar árboles naturales debido a que en la antigüedad talaban los árboles directamente desde los bosques más próximos.

Hoy, esa práctica ha sido reemplazada por criaderos destinados específicamente a cultivar árboles para esta fecha del año. A esto se suma que en la década de 1930 se empezaron a fabricar árboles artificiales en Estados Unidos hechos de cerdas de cepillo. Ya en las décadas de 1950 y 1960 el árbol artificial con armazón de aluminio se producía en masa, siendo una alternativa más accesibles en países del hemisferio sur, donde es más difícil conseguir árboles naturales para la Navidad.

Sin embargo, en países donde se acostumbra a comprar árboles naturales para decorar, esta práctica se mantiene vigente, lo que se traduce en un impacto ambiental sin precedentes y que es poco estudiado. Según cifras de la Asociación Nacional de Árboles de Navidad (ACTA), en Estados Unidos se venden aproximadamente entre 25 y 30 millones de árboles naturales cada año.  

Créditos: CGTN Español.

Además, en 2018 ACTA publicó un informe donde concluye que los árboles artificiales tienen un efecto más favorable sobre el medio ambiente si se reutilizan durante al menos cinco años, añadiendo que los estudios han demostrado que la mayoría de los árboles de Navidad artificiales se utilizan durante un promedio de 10 años, por lo que se presenta como una mejor alternativa. 

En este sentido, para los países que ya se acostumbraron a utilizar árboles de verdad, la renta de árboles navideños naturales se presenta como una nueva alternativa que acabaría con el cultivo específico para esta festividad y la tala indiscriminada de árboles. Se trata de una nueva práctica que ha demostrado tener éxito en España, y que podría ser replicado en otras partes del mundo.

En el vivero Jardineria i Vivers Masferrer, en Girona, por ejemplo, se puede alquilar un árbol que viene plantado dentro de una maceta y luego se devuelve para asegurar que la planta no muera y siga su curso natural. En Murcia, en el vivero “El Valle”, se practica una operación similar: alquilas un abeto y una vez que la festividad termina el mismo ayuntamiento murciano se encarga de recoger y transplantar el árbol, protegiendo y respetando el ecosistema.

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