La desertificación y la sequía son procesos de degradación de suelos que representan una amenaza que cada día es más alarmante a nivel mundial. Esto debido a que el avance de estos fenómenos, en el largo plazo, afectan gravemente a la naturaleza y los servicios ecosistémicos, lo que, a su vez, afecta directamente nuestra capacidad de producir alimentos, retener aguas lluvias y prevenir incendios.

Zanjas de infiltración en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.
Zanjas de infiltración en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.

La erosión es un proceso en el que se va perdiendo la capa superficial del suelo, que proporciona a las plantas la mayoría de los nutrientes y el agua que necesitan. Cuando esta capa fértil se desplaza, la productividad de la tierra disminuye y los agricultores pierden un recurso vital para el cultivo de alimentos. Asimismo, se pierde la permeabilidad del terreno, lo que dificulta la infiltración de aguas lluvias y, a largo plazo, genera escasez hídrica.

En febrero de este año, el Secretario General de la Asamblea de las Naciones Unidas, Ibrahim Thiaw, declaró que “hasta el 40% de las tierras del mundo están degradadas, lo que afecta a más de la mitad de la humanidad”, en un comunicado.

Liman en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.
Liman. Créditos: ©Symbiotica.

En Chile el panorama no es muy diferente. Según un estudio llevado a cabo por Centro de Información de Recursos Naturales (CIREN), cerca del 50% de la superficie nacional posee algún grado de erosión, debido a procesos de deforestación, cambios en los usos del suelo y sobre explotación de recursos.

En ese sentido, los campesinos y campesinas son los más afectados por el problema de la sequía y desertificación que afecta el país desde hace años: ven que las norias y vertientes se secan en verano y que los riachuelos disminuyen su caudal o ya no traen agua. Muchas comunidades rurales dependen de los camiones aljibe de la municipalidad para tener agua en sus casas, regar sus cultivos o abastecer a sus animales, durante el verano. Según datos entregados por el Programa De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo (PNUD) en Chile, esta situación se presenta incluso en el sur del país, como en las regiones de La Araucanía y Los Lagos, donde nunca antes se había visto algo parecido.

Paisaje de retención de agua. Créditos: ©Symbiotica.
Paisaje de retención de agua. Créditos: ©Symbiotica.

Si bien durante las últimas semanas hemos tenido precipitaciones bastante abundantes, con grandes cantidades de agua caída (Según los datos de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), hasta la fecha al menos 13 de las 26 estaciones del Informe Climatológico Diario Nacional presentan un superávit de lluvias), expertos advierten que esto no compensa los más de 14 años de megasequía que ha afectado diversas zonas de nuestro país. Hasta la fecha, la Dirección General de Aguas (DGA), del Ministerio de Obras Públicas, mantiene vigentes siete Decretos de Escasez Hídrica, los cuales afectan a 49 comunas del país y repercuten en más 1.600.000 personas.

Para enfrentar este problema, por lo general se impulsa la construcción de embalses o desaladoras, así como se impulsan iniciativas de reforestación que buscan restaurar los ecosistemas naturales. Sin embargo, distintas investigaciones sobre crisis hídrica en el país han concluido que la solución más eficiente y con mayores beneficios, en el largo plazo, es la restauración de los suelos y su capacidad de retener e infiltrar agua. Así, ha crecido una tendencia en el país por la restauración de los ecosistemas a través de la regeneración de los suelos, con metodologías cada vez más estudiadas y financiadas por programas estatales.

“En general los proyectos de compensación o reforestación convencionales tienen muy mala sobrevivencia, por qué se están saltando muchos pasos de recuperación. Están plantando quillayes en donde no se están regenerando naturalmente quillayes, aun cuando es una especie nativa de la zona central que debiese estar pudiendo regenerarse en el lugar. si bien ahora llevamos unos tres inviernos buenos, llevamos una mega sequía de muchos años y no vemos una regeneración natural en muchos lugares. Y es porque no se dan cuenta del nivel de degradación, cuántos estadios atrás está el ecosistema en su recuperación natural, en su frustración ecológica”, enfatiza Gabriel Orrego, ingeniero forestal y cofundador de Symbiotica, una consultora ambiental que realiza acciones de restauración del suelo y cosecha de aguas en lugares como el cerro Chena, en San Bernardo, donde trabaja junto a la Fundación Chile y el Gobierno Regional Metropolitano.

Zanjas de infiltración en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.
Zanjas de infiltración en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.

En ese sentido, se han puesto sobre la mesa distintas técnicas de origen ancestral que surgen como nuevas alternativas para la restauración de los ecosistemas degradados. Como las Obras de Conservación de Agua y Suelo, mejor conocidas como OCAS, que pueden ser desde zanjas hasta medialunas de piedra, y tienen como objetivo retener el agua en la superficie y enlentecer su paso, para que no erosione el suelo.

Como indica Romina Fuentes, coordinadora y desarrolladora de proyectos en Fundación Cerros Isla, quienes también llevan a cabo labores de restauración de suelos y cosecha de aguas en diversos cerros de la Región Metropolitana: “Son medidas dirigidas a controlar el arrastre de los sedimentos y poder capturar el agua para su infiltración en el suelo. Entonces, en términos simples, la intención es que los sitios sean más permeables y las aguas no se deslicen por la pendiente, en el caso de los cerros, sino que el suelo tenga una mayor capacidad de absorción, lo que también se ha llamado cerro esponja, ya que los cerros se presentan como una oportunidad para gestionar ese recurso hídrico”.

Bancal en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.
Bancal. Créditos: ©Symbiotica.

Vale señalar que la utilización del agua lluvia para el uso humano es una práctica muy antigua, que fue ampliamente utilizada por los incas y los pueblos altiplánicos. Incluso, se han encontrado antecedentes de sistemas de captación de aguas lluvias en el desierto de Néguev, en Israel y Jordania, que datan de 4000 A.C. Sin embargo, su estudio y divulgación es bastante reciente, y todavía no han sido aprovechadas todas sus potencialidades en las sociedades actuales.

“La recuperación de suelo y cosecha de aguas apunta a ciertas capas que de pronto no podemos ver, que tienen que ver con la salud del suelo, para luego poder potenciar una vegetación existente, crear micrositios de regeneración natural y establecer también nuevos sitios de plantación. Entonces, es un proceso que tal vez no está a simple vista en un inicio, pero, de alguna manera, permite el crecimiento hacia arriba de las masas vegetacionales en el tiempo. Es algo bastante integral porque al final al regenerar un sitio también estás permitiendo que se vuelva a instalar la flora y fauna del lugar. Otro punto importante es que las OCAS también, al cosechar agua, permiten generar nuevas superficies de plantación que no necesariamente van a necesitar un riego asistido, sino que, al acumularse sedimento y aguas lluvias, esa vegetación puede crecer de forma independiente”, agrega la coordinadora y desarrolladora de proyectos de la Fundación Cerros Isla, una fundación que lleva más de 10 años investigando los cerros, dándolos a conocer y desarrollando proyectos, con el objetivo de que estos se consoliden como parques naturales urbanos. 

Liman en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.
Liman. Créditos: ©Symbiotica.

Por su parte, Gabriel Orrego añade: “A través de estas obras de conservación de aguas, de todo este diseño de paisaje de retención de aguas, nosotros queremos finalmente crear micrositios de regeneración. Cada OCAS es un sistema que permite retenciones, acumulaciones de agua de suelo, que, a futuro, a mediano largo plazo, son puntos de regeneración, en donde van a empezar a converger semillas, materia orgánica y agua. Con un par de litros más de agüita permaneciendo más en el sistema, cambia todo el cuento. Acá la zona central el problema no son los veranos terribles, sino que son los inviernos malos. Con un invierno bueno, en cualquier verano seco, la vegetación aguanta”.

Zanjas de infiltración en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.
Zanjas de infiltración en Cerro Chena, proyecto del Gobierno de Santiago y Fundación Chile, ejecutado por Symbiotica. Créditos: ©Symbiotica.

Se trata de una intervención planificada, que busca recuperar las funciones naturales de los ecosistemas que han sido degradados por la acción humana. Para estos proyectos, se estudian tanto el estado del ecosistema y del suelo, como la escorrentía de agua lluvia, para planear la forma de intervención.

“Se han implementado bastante en santuarios de la naturaleza, como en la Quebrada de La Plata y San Juan de Piche, que fueron los primeros lugares que nosotros comenzamos a tomar como referente, y actualmente hay cerros que también tienen OCAS implementadas como el Cerro del Medio, que cuenta con algunos sitios de fajinas en rama, justamente donde está más erosionado el terreno, el cerro Chena, donde está trabajando Symbiótica, implementando bancales y otros métodos de recuperación de suelo y cosecha de aguas; en el cerro Amapola, y en algunos otros lugares existen también iniciativas autogestionadas para implementar estas acciones, como en el cerro La Ballena, en Puente Alto”, añade Romina.

Las OCAS finalmente forman un paisaje de retención de aguas lluvias, cuyo objetivo final, no solo es restaurar los ecosistemas de forma efectiva y sostenible el tiempo, sino que también recargar los acuíferos, sobre todo en las ciudades, donde la superficie se encuentra, en gran parte, impermeabilizada por la urbanización, el pavimento y la infraestructura gris, que impide la infiltración del agua en el suelo.

En ese sentido, los cerros isla se alzan como áreas naturales con un gran potencial para la restauración de suelos y la cosecha de aguas. En la ciudad de Santiago específicamente, existen 26 cerros isla, que representan cerca de 5.000 hectáreas. Si estas áreas verdes se consolidan como parques naturales urbanos, no solo se contribuiría a aumentar el indice de áreas verdes por habitante, sino que también traería múltiples beneficios, tanto sociales como ambientales. 

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