Colombia es la nación con el mayor número de especies de aves con respecto a su superficie. Según estimaciones recientes, el país cuenta con 1 966 diferentes tipos de aves, de las cuales, al menos 84 sólo se encuentran dentro de su territorio y 131 están bajo alguna categoría de amenaza.

“Ser el país número uno en aves del mundo nos otorga una gran responsabilidad en la protección de esta inmensa riqueza”, aseguró la ministra de Ambiente Susana Muhamada a principios de junio, cuando se conoció la nueva Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves (ENCA) 2030, liderada por National Audubon Society, el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la Red Nacional de Observadores de Aves (RNOA) y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Este nuevo documento es una actualización de la ENCA construida en el año 2000, en la que, más de 20 años después, se evaluaron los logros obtenidos, los desafíos pendientes y se plantearon nuevas metas ajustadas a la realidad nacional.

“Esta estrategia nos permite trazar la ruta para potenciar el desarrollo local de la mano de las comunidades, a través del aviturismo. Además, se une con nuestros propósitos de gobierno para contener la deforestación y promover la restauración de diferentes ecosistemas en el país, especialmente en la Amazonía”, comentó Muhamad.

Asio flammeus. Foto: John Bernal-Instituto Humboldt.
Asio flammeus. Foto: John Bernal-Instituto Humboldt.

Las amenazas que enfrentan las aves en Colombia

“Una de las mayores amenazas que tienen las aves es la deforestación y la pérdida de hábitats que han sufrido muchas especies, lo que ha llevado a la disminución de las poblaciones. Hemos identificado otras amenazas que han venido apareciendo en el tiempo: el tema de los cultivos ilícitos y la tenencia de las tierras. El cambio climático también viene afectando, sobre todo a especies que viven en unos hábitats extremos, lo que ha hecho que tengan una distribución mucho más pequeña en Colombia”, comenta Noemí Moreno, de Audubon Society y coordinadora de la Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves (ENCA) 2030.

Moreno también menciona a la cacería, el tráfico ilegal de fauna silvestre y el mercado de las mascotas como otras de las amenazas que enfrentan las aves en el país. A la especialista, le preocupa especialmente la situación de las especies que habitan en los bosques secos tropicales del país, las sabanas de zonas inundables y regiones de grandes endemismos como el Chocó biogeográfico.

“Las aves de los bosques secos preocupan porque su hábitat se ha reducido en gran manera en Colombia. También tenemos las especies de sabanas de zonas inundables, ecosistemas que se han venido secando por la agricultura mal manejada, la minería y otro tipo de presiones que están haciendo que las poblaciones de estas aves, que se suelen ver siempre en un gran número, también vean disminuidas las zonas donde pueden habitar. Por otro lado, el Chocó biogeográfico es una región con altos endemismos y sus especies son sensibles”, dice Moreno.

Podilymbus podiceps. Foto: John Bernal-Instituto Humboldt.
Podilymbus podiceps. Foto: John Bernal-Instituto Humboldt.

Diego Ochoa, director de Relacionamiento del Instituto Humboldt, coincide con Moreno y considera que entre las principales amenazas se encuentran el avance de la frontera agrícola, ganadera y acuícola, que no están bien planificadas y las prácticas incompatibles con la conservación, como la transformación del bosque por tala. A esto se suma también el drenaje de sistemas acuáticos, especialmente de humedales, y el uso de herbicidas y plaguicidas de amplio espectro, ya que las aves son muy sensibles a este tipo de químicos.

“Otras amenazas son la infraestructura vial y de transporte, el desarrollo comercial y residencial, la intrusión humana en áreas silvestres y las sequías extremas. La acidificación y aumento de la temperatura marina también afecta a especies playeras y pelágicas”, agrega Ochoa.

Para el director de Relacionamiento del Instituto Humboldt, Colombia es un país megadiverso en aves, lo que representa una gran oportunidad para conservar, restaurar y gestionar adecuadamente la biodiversidad de avifauna en el país. “Contar con una ENCA actualizada le permite a Colombia contar con una hoja de ruta a 2030 para alinear los procesos de conservación de las aves hacia procesos de desarrollo económico, de fortalecimiento de temas culturales y hacia el uso sostenible de la biodiversidad colombiana”, señala.

Pyrilia pulchra. Foto: Francisco Piedrahita-RNOA.
Pyrilia pulchra. Foto: Francisco Piedrahita-RNOA.

Las metas del país de las aves

La ENCA 2030 propone cinco ejes estratégicos para trabajar en la conservación de las aves en esta nación. El primero de ellos es consolidar el mensaje: Colombia, país de las aves. “Esta estrategia persigue poner en relieve la riqueza avifaunística de Colombia en la psique de todos sus habitantes, de tal forma que cada uno de ellos valore esa riqueza, se sienta orgulloso de ella y actúe en consecuencia”, dice el documento. La meta propuesta por los expertos es incrementar la valoración de las aves como elemento de orgullo nacional en al menos 50 % de la población colombiana.

El segundo eje estratégico es incidir en sectores productivos y de servicios estratégicos, ya que entre las principales amenazas a la avifauna se encuentran tanto el cambio de uso del suelo, por actividades agrícolas y pecuarias, así como el uso de prácticas incompatibles en estas actividades. Entre las metas trazadas para este objetivo están incidir en al menos tres sectores productivos para la adopción de mejores prácticas, fomentar la conservación de las aves y sus hábitats, así como fortalecer las actuales cuatro rutas de aviturismo en el país y crear tres nuevas.

La tercera estrategia busca fortalecer los mecanismos de incidencia a nivel local a través del fortalecimiento de la Red Nacional de Observadores de Aves (RNOA) y de otras organizaciones no gubernamentales y comunitarias, incluyendo comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas que trabajan con aves en el país.

Colibri coruscans. Foto: Dorian Anderson.
Colibri coruscans. Foto: Dorian Anderson.

El cuarto objetivo estratégico es contribuir al ordenamiento territorial. Entre las metas a 2030 está el incremento de, al menos, 10 % de áreas protegidas y Otras Medidas Efectivas de Conservación (OMEC) en áreas estratégicas para las aves. Además, se buscará mejorar la representatividad de este grupo en el sistema nacional de áreas protegidas.

El quinto eje estratégico busca la generación, gestión y difusión del conocimiento para la conservación de las aves. Para ello, la ENCA propone “el aumento de las publicaciones científicas y conocimiento tradicional; el crecimiento en el número de registros en bases de datos abiertas; el aumento en el número de evaluaciones de especies amenazadas, y el aumento de participantes y sectores en la generación de conocimiento sobre las aves”.

Diego Ochoa, del Instituto Humboldt, asegura que el país ha avanzado en la base de conocimiento de la avifauna colombiana: “Hemos incrementado el conocimiento de las aves del país, especialmente de aquellas que tienen por hábitat zonas que estaban vedadas antes del Acuerdo de Paz. Ha habido un aumento significativo en el número de registros y en los rangos de distribución. Desde el año 2001 se ha visto un aumento considerable en el número de observadores de aves; personas que encuentran en las aves un objeto de interés”.  Ese renovado interés, asegura, ha llevado al aumento de procesos de monitoreo y ciencia participativa.

Forpus conspicillatus. Foto: Dorian Anderson.
Forpus conspicillatus. Foto: Dorian Anderson.

La ENCA 2000 había propuesto cuatro objetivos estratégicos: desarrollar un sistema de información para el estudio y seguimiento del estado poblacional de las aves, establecer un programa de educación ambiental para incrementar la conciencia ciudadana, conservar la avifauna a través de la protección y manejo in situ y ex situ (dentro y fuera de los hábitats naturales) y fortalecer la capacidad institucional para desarrollar la estrategia. Tras dos años de trabajo en el que participaron comunidades locales y étnicas, representantes de los diferentes sectores productivos del país, jóvenes, mujeres líderes y la comunidad científica, la nueva ENCA determinó que el primer objetivo se había cumplido en un 50 %, el segundo en un 58 %, el tercero en un 46 % y el cuarto en un 44 %.

Noemí Moreno considera que en la primera ENCA faltaron indicadores que permitieran tener “algo mucho más tangible en términos de números y estadísticas para saber, 20 años después, qué estaba pasando”, y agrega que hace dos décadas no se pensaba en el turismo de aves, que hoy en día se ha convertido en una oportunidad para promover su conservación.

“En la anterior ENCA se buscaba involucrar a la academia con las comunidades locales y el sector público. Para la estrategia a 2030 fueron más de 2000 personas participando, pero también se involucró mucho al sector socioeconómico. Ese es un plus muy grande porque al sector socioeconómico siempre se le ha visto como una amenaza, pero podemos verlo como una oportunidad, sentarnos con ese sector y tratar de llegar a unos acuerdos para que los ecosistemas de las aves mejoren y también lo hagan sus sistemas productivos”, comenta Moreno.

Anas andium. Foto: John Bernal-Instituto Humboldt.
Anas andium. Foto: John Bernal-Instituto Humboldt.

Los retos de una ambiciosa estrategia de conservación

La ENCA 2030 engloba a las aves en siete categorías que son objeto de conservación: aves marinas, insulares, costeras y de manglar; aves de humedales interiores de agua dulce; aves de sabanas y pastizales; aves de bosques y matorrales secos; aves de bosques húmedos de tierras bajas; aves de bosques premontanos y montanos, y aves de ecosistemas de alta montaña.

“Escogimos los objetos de conservación con el fin de tener representadas todas las especies de aves que en algún momento tenemos en Colombia, ya sean residentes o migratorias, y esto se hizo a través de los ecosistemas que habitan. Creamos una especie de binomio especies-ecosistema”, dice Noemí Moreno.

En el documento se hace un análisis de cómo están actualmente estos siete objetos de conservación, ubicándolos en diferentes categorías: Muy bueno, Bueno, Regular y Pobre.

Objetos de conservación de la Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves 2030. Cartografía: Daniela Linero, Audubon.
Objetos de conservación de la Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves 2030. Cartografía: Daniela Linero, Audubon.

Las aves marinas, insulares, costeras y de manglar; las aves de bosques montanos y premontanos; las aves de ecosistemas de alta montaña; las aves de humedales interiores y las aves de bosques húmedos de tierras bajas se encuentran en un estado Bueno. Las aves de sabanas y pastizales están en la categoría Muy bueno y las aves de bosques y matorrales secos están en estado Pobre.

“El análisis de viabilidad de los objetos de conservación biológicos mostró que, en general, todos están en buen estado, a excepción del bosque seco del cual solo queda el 8 % del hábitat histórico. Viendo más en detalle, algunos objetos de conservación calificados de Bueno o Muy bueno tienen problemas a nivel local en algunas porciones, como las áreas de bosques húmedos de tierras bajas en los valles interandinos del Cauca, Magdalena y Patía, los humedales del río Magdalena o las áreas de manglar del Caribe”, precisa la ENCA 2030.

Los expertos aseguran que, en los poco más de 20 años que han pasado desde la primera estrategia de conservación hasta esta actualización, Colombia ha avanzado, pero aún quedan retos que esperan se conviertan en metas cumplidas cuando se haga la evaluación de la estrategia nacional de conservación que se planteó para el 2030.

Objetos focales no biológicos de la Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves 2030. Cartografía: Daniela Linero, Audubon.
Objetos focales no biológicos de la Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves 2030. Cartografía: Daniela Linero, Audubon.

Diego Ochoa considera que aún falta incrementar la investigación en aspectos de taxonomía y genética, y en la conservación efectiva de las áreas de interés para las aves en los bosques andinos y en bosque seco tropical, ecosistemas que han sufrido grandes pérdidas en los últimos 20 años. “Para dar un ejemplo, están las aves migratorias que llegan al país y utilizan un rango altitudinal de entre los 1300 y los 2000 metros de altura, es decir, zonas cafeteras o de montaña media que han sido deforestadas. Eso tiene un enorme impacto para ellas, porque ya no encuentran esas áreas”, comenta.

Para Noemí Moreno, de Audubon Society, hay varios retos importantes, el primero es que la ENCA 2030, en la que ha participado el Ministerio de Ambiente, sea adoptada como política pública. Otro de los retos es poder implementar una plataforma de seguimiento en donde la gente empiece a poner información de lo que está haciendo en temas de monitoreo, de investigación y de aviturismo, para que dentro de unos años se puedan tener datos cuantitativos de qué ha pasado.

“Un reto gigante es que esto no quede como un documento escrito en un papel o en una plataforma, sino que de verdad le demos toda una implementación y que fortalezca a las poblaciones de aves en el país: que podamos decir que aves que se encontraban en un riesgo gigante cambiaron su estado de conservación en el tiempo”, concluye Moreno.

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