En diciembre se cumplen diez años desde el nacimiento del Parque Escuela Kaikén, ubicado en Lago Verde, Región de Aysén, conformado por 3.500 hectáreas destinadas a la educación, conservación, uso y goce.

Se trata de la realización de un sueño, el cual consiste en acercar a los jóvenes de Chile los conocimientos y aprendizajes que solo pueden ser adquiridos en la naturaleza. Por lo mismo, busca promover una inmersión en ecosistemas prístinos, es decir, en espacios naturales con mínimas intervenciones humanas.

Uno de los soñadores que fundó este innovador proyecto es Cristián Fernández, quien es arquitecto de profesión, pero naturalista de corazón. Para él, los Parques Escuela son reservas naturales acondicionadas para el encuentro significativo de los estudiantes con la naturaleza, la que abre nuevas formas de pensar, de mirar y de reconocernos los unos con los otros.

Cristián Fernández junto con algunos alumnos en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Cristián Fernández junto con algunos alumnos en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

«Yo soy arquitecto de profesión. Nací en la Comunidad Ecológica de Peñalolén el año 93, y me formé desde ese entonces en entornos naturales. Mis padres fundaron el Pequeño Lolén, que fue un colegio chiquitito, hecho de adobe. Mi mamá después fundó el colegio en el cual yo me eduqué hasta la media, también en contacto con la naturaleza. Al final de mi etapa escolar yo me fui a vivir a Santiago. Ahí fue cuando tuve por primera vez la intuición de que los colegios, las urbes en sí mismas, tenían mucho efecto negativo en la vida de las personas, porque lo experimenté en carne propia. Sentí el cambio entre la educación que tuve hasta primero medio y la de los otros años que vinieron después», relata Cristián.

«En ese momento se produjo un quiebre en mi vida, lo que me hizo darme cuenta de la diferencia que había. Después me formé durante un semestre en la escuela NOLS, que es una escuela de alta montaña en la Patagonia. Esto se sumó a lo anterior y decidí estudiar arquitectura, y ahí me empecé a dedicar al concepto de Parques Escuela, buscando justamente resolver la problemática de la distancia que existe entre la educación actual y los entornos naturales. Pareciera que son dos espacios totalmente distintos, y la verdad es que para un desarrollo integral es fundamental la educación en la naturaleza», agrega.

Cristián Fernández en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Cristián Fernández en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

En esta línea, en el proceso de creación de los Parques Escuela se realizó un diagnóstico multidimensional, el que les permitió comprender la actual crisis que vive la educación chilena. Es así como se registraron cuatro dimensiones importantes: Desnaturalización, TDN, Quiebre, y Obsolescencia.

La primera se refiere al proceso por el cual una persona pierde paulatina o abruptamente la relación esencial que todo ser vivo tiene con la naturaleza, lo que deriva en un comportamiento mimético respecto al ambiente urbano. La segunda se trata del Trastorno por Déficit de Naturaleza, el cual afecta la estructura biológica de los seres humanos, al provocar la pérdida de habilidades socioemocionales y la degradación de la salud física y mental.

«Yo creo que la educación tradicional en el fondo está propuesta de una manera que pareciera que tenemos que almacenar contenido y que tenemos que poder memorizar y poder repetir este contenido. Se entiende eso como aprendizaje, saber o no saber, pero con el desarrollo de la ciudad y de la modernidad, cada vez nos fuimos dando cuenta de que existen muchos problemas que están antes de saber o no saber cosas, sino que son problemas de habilidades socioemocionales, de cómo somos, cómo convivimos, cómo nos relacionamos con los otros», explica Cristián.

Joven tocando un árbol en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Joven tocando un árbol en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

La tercera consiste en el quiebre educativo que hoy viven los estudiantes y los profesores de nuestro país, lo que ha diezmado la salud mental, la convivencia escolar, los hábitos saludables, y con ello el proceso de aprendizaje en su integridad. Finalmente, la cuarta dimensión abarca los métodos educativos tradicionales, los que ya no provocan en los estudiantes el entusiasmo por aprender y la curiosidad ética que se espera de ellos.

A partir de esta información recabada, desde Fundación Nativos se propusieron crear una experiencia de aprendizaje que permitiera repensar las maneras de educar. Por lo mismo, el grupo liderado por Cristián se dio cuenta de que, para impulsar una nueva escuela, primero debían entender qué es lo que querían enseñar. En ese momento un concepto llegó para iluminar el panorama: la convivencia ética.

«Hoy tenemos niveles de violencia superaltos, de polarización, de malos hábitos saludables, etcétera. Sin embargo, la educación tradicional permanece tratando de enseñar contenidos, cosas más prácticas en el fondo, dejando de lado lo más fundamental, que es educar a los alumnos como personas. Respecto a esto, creo que los Parques Escuela tienen esta mirada de que necesitamos una educación para aprender a convivir bien. Son un complemento, no buscan entregar contenidos que están en las mallas curriculares, sino que buscan educar a los jóvenes, principalmente al sector público, a convivir de manera ética», señala Cristián.

De acuerdo con la Fundación, el aprendizaje del cultivo de la convivencia ética se logra poniendo en práctica un pulso de vida distinto a la impulsividad urbana, que permite la armonización con uno mismo, la comunidad y el territorio. En este sentido, a partir de las más de treinta experiencias pedagógicas vividas en Kaikén, con más de seiscientos participantes, han logrado probar que esta armonización se logra a través de la aventurada inmersión que requieren las reservas naturales.

Video de Cristián Fernández. Créditos: Fundación Nativos.

Siete pilares de los Parques Escuela

Todos los ecosistemas naturales deben ser resguardados y ser utilizados con cuidado para que el aprendizaje educativo se produzca de la mejor manera. Estos espacios los podemos encontrar tanto en reservas públicas como privadas. Por lo mismo, otra de las interrogantes que debieron responder en la ejecución de este proyecto fue la siguiente: ¿cómo hacer de una reserva un Parque Escuela?

Desde que se cuestionaron aquello es que han estado desarrollando una manera alternativa de estructurar el espacio educativo en torno al ecosistema prístino, la cual se sustenta en siete pilares fundamentales, los que exploraremos a continuación.

Un Parque Escuela definitivamente debe ser un territorio natural que aún mantenga su condición primigenia. Se trata de lugares donde el pulso de la naturaleza es todavía más relevante que el de los visitantes. Son los elementos que conforman el paisaje los que deben predominar en las sensaciones del explorador.

Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

«Siempre tuve la mirada de que las reservas, tanto privadas y ojalá en el futuro públicas, tengan el sello de escuela. Ojalá que los Parques Nacionales sean escuelas. Hay un tema superinteresante, en el fondo los Parques Nacionales son hoy día más museográficos. Te muestran el nombre del árbol, caminas por un sendero muy construido, muy seguro, etcétera. Es como un museo donde nada puede pasar. Se mira, pero no se toca», explica Cristián.

«La mirada de los Parques Escuela, que yo tuve en mente desde el principio, es justamente lo contrario. Nos propusimos desarrollar reservas que permitieran educarnos con el paisaje, con el frío, el clima, el cansancio, el barro, con todo lo que nos enseña de verdad, porque es eso lo que nos pone al límite. Eso es lo que nos hace conocernos a nosotros mismos, y lo que nos hace ponernos frente a situaciones complejas de trabajar en equipo», agrega.

Asimismo, los Parques Escuela deben alojar a una comunidad que se encargue de cuidarlos y hacerlos florecer, así como de aprender de sus sendas y parajes, para desarrollar las experiencias y la metodología que son trabajadas con los estudiantes.

El Viaje de los Guardianes en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
El Viaje de los Guardianes en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

Es más, es la comunidad la que se encarga de abrir estas sendas en los ecosistemas prístinos, las que son cuidadosamente trazadas, en función de la inmersión educativa en el espacio natural. Es a través de estas sendas que los estudiantes podrán lograr adentrarse y explorar el paisaje pedagógico. Por lo mismo, es crucial no excederse en el acondicionamiento de estos caminos, ya que la idea es que el explorador experimente la activación sensorial necesaria que exigen los senderos del ecosistema prístino.

Además, estas sendas deben contemplar estaciones educativas, monumentos prístinos que inviten al explorador a interactuar significativamente con el pulso natural. En este sentido, en la base de estas sendas debe existir un refugio-escuela, donde la inmersión en el ecosistema prístino pueda comenzar y terminar. Este espacio está específicamente dispuesto para la experiencia educativa en la naturaleza y la reflexión.

«Diego Vilches fue el primer becado, que fue el año 2014. Él nunca había conocido la naturaleza prístina. Después de esta experiencia de 15 días, dijo una frase que recuerdo hasta el día de hoy, en la que decía que por primera vez se había dado cuenta de lo lindo que era él como persona. Ahí es cuando nos damos cuenta de que la naturaleza funciona como un espejo, nos permite vernos, aunque de manera distinta», comenta Cristián.

Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

El destino de las exploraciones siempre es la base, donde los grupos se reúnen y acampan. Aquí podrán concluir un día de exploración para abrigarse, alimentarse y descansar. Sirve como punto de enlace a travesías aún más desafiantes, según la edad y grupo de estudiantes.

«Las reflexiones que ahí surgen son muy profundas, hay jóvenes que se emocionan, que se ponen a llorar incluso, porque se dan cuenta de que no tienen raíces. También hay jóvenes que se dan cuenta de que el otoño es valioso, de que se caigan las hojas es valioso, de que no es algo malo, entonces entienden que no siempre tienen que estar en verano», agrega el experto.

Finalmente, en todo este proceso educativo se cuenta con la presencia de facilitadores, quienes son los encargados de guiar a los estudiantes. Ellos forman parte de la comunidad del Parque Escuela, y su función es facilitar la exploración del territorio, el registro, el anclaje y la expresión de lo vivido.

Refugio en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Refugio en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Actividades en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Actividades en el Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

«Las experiencias son muy lindas. A nivel personal, uno se da cuenta de que es necesario también para uno como adulto, como facilitador y educador, porque cada vez que uno está en una experiencia está aprendiendo también. Es muy emotivo también ver a los niños y niñas con los ojos tan ávidos. Hay mucha expectación, mucha fascinación con lo que se propone y se contrasta demasiado con lo que se observa en las salas de clases, porque van viendo cómo funcionan los ecosistemas, cómo sale el sol, cómo se calienta la tierra, cómo se evapora el frío en la mañana, y todo eso es pura creatividad y aprendizaje», afirma Cristián.

Proyecciones a futuro

Desde los inicios del proyecto Fundación Nativos tenía claro que no querían que los Parques Escuela se transformaran en turismo educativo asociado a salidas extraprogramáticas, sino que se entendieran como lo que realmente son: una forma de enseñar la convivencia ética mediante la naturaleza. Esto se traduce en una alternativa que debe complementar la educación tradicional e integrarse en la formación escolar de los estudiantes.

«El Parque Escuela nosotros lo vemos hoy día como una nueva institución educativa, que permite complementar la educación tradicional para poder apoyar en la formación de los jóvenes, y que estos aprendan a convivir bien con ellos mismos, con los otros, y con el entorno. Queremos que los Parques Escuelas atiendan en primera instancia al sector público, obviamente también a los colegios particulares, pero que tengan esa base de atender al sector público», explica el arquitecto.

Testimonio de Mariana, una de las escolares que han logrado vivir esta experiencia. Créditos: Fundación Nativos.

De esta forma, los Parques Escuela no pueden llevarse a cabo sin la ayuda de las comunidades escolares de Chile. Por lo mismo, para concretar estas colaboraciones, desde Fundación Nativos crearon el Plan Integral de Naturaleza Educativa (PINE), el cual se propone complementar de manera pertinente, eficiente y democrática, el esfuerzo que hacen las comunidades escolares por la formación de los niños y de los jóvenes de nuestro país. Se trata de desplegar una acción multidimensional que aporte sustantivamente al crecimiento personal de los estudiantes.

«Este plan integral de naturaleza educativa que hemos desarrollado, que es un conjunto de experiencias pedagógicas, se implementa desde cuarto básico hasta tercero medio, o sea, abarca toda la gama escolar, y permite mejorar la convivencia, la relación de esos estudiantes con ellos mismos, con el entorno y con su establecimiento. Permite también mejorar la relación con sus pares y con los profesores. Entonces, ese impacto nosotros lo vemos y estamos muy abocados a expandir este sello. Soñamos con que existan muchos Parques Escuela», relata Cristián.

Dado lo anterior, el modelo de un Parque Escuela tiene una mirada de política pública, por lo cual busca llegar a los establecimientos que más lo necesitan. Por este motivo, cada parque debe atender a su contexto territorial.

Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.
Parque Escuela Kaikén. Créditos: Fundación Nativos.

En consecuencia, Fundación Nativos se encuentra trabajando para lograr una alianza público-privada entre el Gobierno Regional de Aysén, el Servicio Local de Educación Pública de Aysén, la Seremi de educación, el Instituto Nacional de la Juventud, la Seremi del medio ambiente y las comunidades escolares, para que, de esta forma, se pueda ejecutar una complementación real de la pedagogía de la naturaleza con la educación tradicional en los liceos públicos.

«Hoy, con una perspectiva de cinco años, estamos implementando un piloto más regional en Aysén. Estamos buscando llegar a trabajar con cinco establecimientos públicos distintos, que nos permitan medir y demostrar más tangiblemente, con datos y mediciones, los impactos que genera este plan. Estamos abocados a eso en los próximos cinco años. Después de ese piloto, queremos llegar a todos los colegios de la Región de Aysén», señala Cristián.

«La Fundación espera poder exportar este aprendizaje, esta metodología, esta manera de aproximarse a los establecimientos desde una reserva en conservación. Nosotros esperamos entregar los lineamientos, poder asesorar, acompañar, y lograr que en el futuro existan muchos Parques Escuela. La meta es lograr que todos los jóvenes escolares de Chile puedan conocer la naturaleza prístina durante su etapa escolar», agrega.

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