Durante julio, el pueblo de La Tirana se transforma. Este pequeño poblado se convierte en el epicentro de una de las manifestaciones religiosas y culturales más importantes de Chile y América. Sus cerca de 1.000 habitantes permanentes reciben con los brazos abiertos a más de 200.000 personas que durante algunos días y de forma efímera, habitaran en el medio de la Pampa del Tamarugal para presenciar durante el día 16 de julio, el momento en el que la Reina del Tamarugal, la Virgen de la Tirana abandona su Santuario y recorre las calles llenas de fieles, peregrinos y visitantes.

Los días previos y posteriores, cientos de bailes religiosos llenan las calles en una constante procesión esperando su turno para presentarse frente al altar de la Virgen, en una de las demostraciones más increíbles del sincretismo religioso americano. El Santuario de La Tirana actúa como espacio central del paisaje devocional. Sin embargo, más allá de su valor patrimonial como edificio, es su activación durante la fiesta lo que resignifica el espacio construido. Se convierte en contenedor de una memoria, revelando cómo el patrimonio inmaterial dialoga con el soporte físico para su manifestación, mostrando como los espacios se transforman a partir de los usos y significados que las comunidades les asignan.

Los bailes Chinos, Chunchos, Morenos, Diabladas, Cuyacas, Gitanos, Caporales e Indios inundan el poblado con su música, generando a través de la danza un proceso relevante de cohesión y pertenencia en distintas comunidades, urbanas, rurales e indígenas, las que hallan en la Tirana un espacio de encuentro y reencuentro. Este carácter translocal convierte esta festividad en una red viva de vínculos culturales y patrimoniales, que trascienden el espacio físico del santuario, proyectándose a ciudades como Iquique, Arica, Calama o Antofagasta, donde habitan muchos de los fieles danzantes, pero, además, superando las barreras del norte grande de Chile y convocando peregrinos de otras regiones del país.

Fiesta de la Tirana, Baile indio de don Arturo Barahona. Créditos: Archivo Patrimonial Fundación Enterreno en colaboración Carrera Arte y Conservación del Patrimonio USS
Fiesta de la Tirana, baile indio de don Arturo Barahona. Créditos: Archivo Patrimonial Fundación Enterreno en colaboración Carrera Arte y Conservación del Patrimonio USS

La relación entre arquitectura y patrimonio inmaterial se vuelve especialmente visible en la configuración del poblado durante la fiesta: calles convertidas en escenarios, casas que se abren a los peregrinos, plazas y espacios otrora baldíos convertidos en escenarios de danza y devoción, pero también el surgimiento de espacios comerciales informales que en los márgenes del área consolidada del pueblo aparecen creando una periferia momentánea. La apropiación colectiva del espacio construye una ciudad efímera, donde lo material y lo inmaterial se mezclan de manera constante. De este modo, La Tirana no solo preserva una herencia cultural viva, sino que ofrece claves para pensar una arquitectura sensible al rito y a las sensibilidades contemporáneas, a la identidad y a las dinámicas sociales de las comunidades.

«Reconocida como una de las expresiones más vigorosas del patrimonio inmaterial del país, la Fiesta de La Tirana representa una oportunidad única para observar cómo las tradiciones vivas dan forma al territorio y cohesionan comunidades. Esta festividad es de gran interés para el estudio del vínculo entre cultura, espacio y memoria, así como para formar arquitectos y diseñadores con una mirada sensible a los contextos sociales y culturales de los territorios donde intervienen», comenta Loreto Lyon, decana de la Facultad de Arquitectura Arte y Diseño de la Universidad San Sebastián.

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