Es arquitecta, y la identidad de su trabajo se ve particularmente relacionada a las variaciones de nuestro territorio y la materialidad que ofrece la madera. Cazú Zegers ejerce libremente su profesión, desde la planificación urbana, la gestión cultural y territorial, proyectos arquitectónicos y el diseño de mobiliario. A través de la contemplación de Chile y su naturaleza, ha desarrollado un trabajo único premiado en el mundo, como por ejemplo, el Hotel Tierra Patagonia a orillas del lago Sarmiento, en las cercanías del Parque Nacional Torres del Paine. Actualmente desarrolla un proyecto inmobiliario costero en la región de Coquimbo llamado Las Mostazas, que nos explica en profundidad.

Estudiaste en la Católica de Valparaíso ¿Cómo influyó la escuela en ti?

Entré el 79, en la última edad de oro de la universidad e hice una profunda amistad con Godofredo Iommi, gurú de la poesía y la arquitectura. Él fue mi padre espiritual y gran parte de mi inspiración viene de esa relación, y de cómo me enseñó a concebir la arquitectura desde la palabra poética. El nombrar siempre trae la forma. La palabra verdadera tiene el germen y la semilla de la forma, por eso todos mis proyectos tienen nombre.

En esa época se creía que las mujeres no podíamos hacer arquitectura, ya que no teníamos capacidad de abstracción. Poco a poco se fueron rompiendo esos mitos y se nos fue creando un espacio. A través de los actos poéticos organizados, las mujeres pudimos construir nuestra identidad en la escuela y ser valoradas.

Tu trabajo tiene que mucho que con la esencia del territorio, la naturaleza y la madera…

Todavía estudiando arquitectura recorrí chile en moto con mi pololo de esa época. Un Chile vernáculo, en pre desarrollo. Esta profunda experiencia con el territorio y el lugar se me metió en el cuerpo. Crucé la carretera austral que era un lugar de unas salvajes aguas, árboles, naturalezas indómitas. Me conmovíeron profundamente los procesos locales, la madera, la humedad. Ese espíritu me llevó a ser una arquitecta con vocación maderera.

Hotel Tierra Patagonia diseñado por Cazú Zegers © Cazú Zegers
Hotel Tierra Patagonia diseñado por Cazú Zegers © Cazú Zegers

¿Casa Cala tiene que ver con eso?

Casa Cala fue la primera casa que ganó el Premio Latinoamericano de Arquitectura. Lo que hice ahí fue muy intuitivo. Tomé los galpones vernáculos del territorio (lago Ranco, región de los Ríos), re-construyéndolos y volviendolos a armar, con la palabra poética de la Cala y en un lenguaje contamporáneo en madera, identitario para Chile. La flor, me enseñó lo de las curvas. Me di cuenta que era una línea recta por excelencia. Sin embargo, había una tensión en la curva del tallo. No se trata de algo pesante o sólido, sino de una situación etérea. No me llama la atención la arquitectura estática, gravitacional. Me atrae la velocidad, la levedad y eso se ve reflejado en todo mi trabajo

Hotel Tierra Patagonia diseñado por Cazú Zegers © Cazú Zegers
Hotel Tierra Patagonia diseñado por Cazú Zegers © Cazú Zegers

Las mujeres somos ondulantes y eso es un sello irrevocable en tu obra. ¿Cuál es el aporte de las arquitectas en Chile en un mundo aún muy regido por lo masculino?

Aportamos en muchas dimensiones. Las mujeres somos capaces de integrar todo como un gran puzzle. Es una característica nuestra generar redes, ser inclusivas, no interesarnos en la mega carrera profesional sino vivir los procesos.

Para las mujeres hay un gran camino abierto en la arquitectura, porque son responsables, abiertas y comprometidas. Sin embargo, hay desconfianzas en nuestra capacidad de llevar a cabo un proceso proyectual. Soy capaz de ponerme en el lugar de un hombre, de un inversionista que pone mucha plata para un proyecto, que ancestralmente está acostumbrado a un rol/mujer muchas veces relacionado con solo gastar plata con la tarjeta de crédito.

Nuevos Proyectos: Las Mostazas

© Cazú Zegers
© Cazú Zegers

Hoy estás desarrollando el proyecto inmobiliario Las Mostazas en la Cuarta Región ¿Qué es lo que más te llama la atención de ese territorio?

Es una mezcla de desierto y agua de mar, una interesante relación campo-mar, muy cerca de La Serena. Para muchos podrá servir como primera vivienda.

© Cazú Zegers
© Cazú Zegers

¿En qué se diferencia de otros proyectos de la zona?

El proyecto tiene una relación muy sensible con el paisaje. Armaremos un paseo por la quebrada que cruza el terreno para unir la carretera y el mar, donde se plantarán ejemplares de flora endémica del lugar. Se trata de un proyecto sustentable desde diversas ópticas: Existe un huerto comunitario donde todos los vecinos podrán tener su porción de tierra e intentaremos que todos los techos de las casas sean jardín. Se incentiva el concepto Pasive House, una casa autosuficiente que no necesita de sistemas mecánicos para enfriar o calentar. Estamos pensando en paneles solares y en generar corrientes naturalmente para tener ventilación cruzada en verano.

Visualmente ¿cómo estás concibiendo el proyecto?

Generaremos un tema suave hacia el mar. Los sitios tienen una geometría especial para evitar que las casas se traslapen y nadie se tape la vista. No estará permitido marcar el deslinde del sitio, tal como se conoce. Se proponen casas con muros vernaculares que pueden ser curvos en barro o madera que armarán la privacidad de la casa y el resto quedará libre para poder circular por el parque y así los que están atrás no queden rezagados.

Aquí todos serán parte de la playa ya que a través de los paseos que confluyen por las quebradas todos podrán experimentar el beneficio del lugar.

© Cazú Zegers
© Cazú Zegers

¿Cómo será la materialidad del proyecto Las Mostazas?

Se proponen piedra, barro y madera, la paleta de colores del desierto. No hay arquitectura de estilo, es arquitectura chilena en relación con el territorio. La inspiración: lo que sucede ahí mismo, los procesos locales. Las papayas, las añañucas, los guayacanes, las lúcumas, las chirimoyas, la flora, el desierto, todo.

Además de dedicarte full a la arquitectura, eres parte de la fundación +1000 que busca hacer de Santiago la capital oudoor de Latinoamérica ¿Cómo va el proyecto?

Se trata de entender a Santiago, no de su espacio construido, sino del espacio natural. Dejar que la cordillera sea un muro aterrador e incorporarla a través de un gran parque. Es cambiar de narrativa, de paradigma, acercar la montaña y hacerla parte de nuestra vida como santiaguinos. Entender que tenemos 99 glaciares que nos rodean y que nos entregan el agua con la que nos duchamos a diario.

Queremos implementar varias rutas, una es la gran ruta Santiago, un sendero de más de 100 kilómetros que bordeará la cota mil, uniendo a 10 municipios. Un trayecto universal que permitirá acercar la montaña a todos y que invitará a los turistas a que se acerquen a la montaña sin tener que viajar miles de kilómetros a Torres del Paine.

Todos los detalles de este proyecto lo puedes encontrar aquí

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