Dentro de la Fundación Patio Vivo nos hemos concentrado en convertir los patios escolares de Chile en paisajes del aprendizaje, espacios que fomenten la educación a partir del contacto con la naturaleza, el juego libre y el aprendizaje a partir de la experiencia.

El Colegio Jorge Huneeus es un establecimiento educacional ubicado en la comuna de La Pintana que acoge a alrededor de 3.600 alumnos, varios con un alto índice de vulnerabilidad. A mediados del 2016 nos contactaron con la intención de potenciar el uso recreacional y educativo de sus patios.

Algo que nos llamó positivamente la atención de este establecimiento era la denominación de uno de sus patios, al cual llamaban Patio Cordillera, por estar emplazado hacia el Este. A pesar de que la vacía explanada de maicillo no hacía mucha alusión a su nombre, denotaba un interés por vincular, a partir de su denominación, el espacio del patio con su contexto geográfico. De ahí que la propuesta de intervención del Patio Cordillera surge del rescate y reconocimiento de dos espacios geográficos de gran valor natural y cultural: La Cordillera de los Andes Central y la Comuna de La Pintana.

Patio cordillera antes de la intervención de Patio Vivo. ©Elisa Izquierdo
Patio cordillera antes de la intervención de Patio Vivo. ©Elisa Izquierdo

En primer lugar quisimos hacer que el patio expresara realmente el entorno de ese lugar hacia donde está orientado, es decir, que se reconociera en él una geografía y una flora propia de la cordillera. Para esto se trabajó principalmente con material vegetal nativo y árboles presentes en el característico bosque esclerófilo de los Andes Centrales.

Patio cordillera después de la intervención. ©Elisa Izquierdo
Patio cordillera después de la intervención. ©Elisa Izquierdo

Al mismo tiempo, se buscó traer la presencia de las quebradas de cordillera como afluentes que irrigan los suelos y nos recuerdan la importancia de cuidar de sus aguas. Es por esto que frente a la necesidad de reconstruir unos bebederos (los originales no estaba en buen estado ni bien emplazados), se decidió que el agua usada en ellos, en vez de ir a parar a un desagüe donde se perdieran, se aprovechara inmediatamente para el riego de árboles, tal como sucede con el bosque nativo, el cual encuentra su supervivencia en el agua que baja por las quebradas y de las napas subterráneas.

En segundo lugar, quisimos rescatar la esencia de la comuna de La Pintana, la cual deslinda con el río Maipo por el sur, y se caracteriza por tener orígenes agrícolas. Esto hace que las piedras rodadas por las aguas del Maipo y los canales de regadío de predios agrícolas sean elementos representativos y presentes en la comuna. Estas características propias de La Pintana nos llevaron a trabajar con piedras del Maipo como materialidad principal del proyecto, y a tomar la idea de las «quebradas de la cordillera» como afluentes que luego se convierten en canales de regadío.

©Elisa Izquierdo
©Elisa Izquierdo

También quisimos que el diseño propiciara una cercanía al suelo y a la tierra, y ofreciera otras posturas, maneras de sentarse y/o jugar, en este caso, sobre piedras, tal como uno lo hace en los paseos a la montaña. De este modo, la postura también nos lleva a sentirnos más en la cordillera.

En cuanto a un desnivel presente en el sitio, quisimos sacar provecho de él para contener un pequeño anfiteatro o aula abierta que promoviera, por una parte, hacer clases al exterior, y por otra, funcionar como un lugar de encuentro y reunión de los propios estudiantes.

©Elisa Izquierdo
©Elisa Izquierdo

Todas estas intervenciones buscan potenciar a su vez el proyecto educativo del colegio, haciendo del patio un lugar más inclusivo, con el cual los jóvenes se puedan identificar y apropiar; generar una buena convivencia a partir del compartir y del encuentro; y fomentar la vida saludable trayendo hechos de la naturaleza al propio patio en donde día a día conviven miles de alumnos.

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