Como si la superficie del océano se hubiera convertido en tierra, pero no. No es tierra sino una masiva capa flotante de piedra pómez del porte de Manhattan lo que figura a la deriva en el océano Pacífico y que hoy se dirige a Australia.

Fueron el navegante Michel Hoult junto a su pareja los primeros en notificar la presencia de esta enorme isla de roca volcánica que abarca cerca de 150 kilómetros cuadrados y que está conformada por piedras de pequeño tamaño o incluso del porte de una pelota de básquetbol.

©NASA
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Según expertos y de acuerdo a las imágenes satelitales, estos materiales provendrían de un volcán submarino que hizo erupción el 7 de agosto, ubicado cerca de Tonga, un país insular de Polinesia.

Conocida por sus propiedades exfoliantes, la piedra pómez es una piedra volcánica vítrea porosa, porque se constituye de vidrio espumoso y que se forma durante un rápido enfriamiento del magma. Pese a las complicaciones que esta isla trajo a la pareja australiana en su navegación, esta isla flotante podría traer consecuencias positivas para los corales que se encuentran en Australia, los cuales en el último tiempo han demostrado un blanqueamiento sin precedentes.

El vulcanólogo Erik Klemetti de la Universidad de Denison escribió en la revista Discover: “Las balsas de piedra pómez pueden desplazarse durante semanas o años, dispersándose lentamente en las corrientes oceánicas. Estos trozos de piedra pómez terminan siendo excelentes casas a la deriva para los organismos marinos, ayudándolos a extenderse”, comenta.

Asimismo, de llegar a Australia, podría significar un mecanismo potencial para reabastecer a la gran barrera de corales del sector, ya que –según lo observado anteriormente con fenómenos similares– va a atraer corales saludables y habitantes nuevos a los arrecifes.

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