Hace unos años, en 2015 y a pocos meses de celebrarse la COP21, el Papa Francisco sorprendió a muchos con su encíclica «Laudato Si«(«Alabado seas», en latín), en la que se refirió al medio ambiente y el cambio climático, haciendo un llamado a todo el mundo a comunicarse y unirse para contribuir a detener la degradación de «la casa común que Dios nos ha confiado» e ir en busca de un desarrollo sostenible e integral.

Una postura que lejos de cambiar en el tiempo, ha seguido acentuando y donde ha señalado por ejemplo que «El hombre es un estúpido un testarudo que no ve. El único animal que tropieza dos veces con la misma piedra», criticando la falta de medidas rápidas –y necesarias– para enfrentar el problema ambiental que hoy estamos viviendo; o que tal como decía el mensaje que envió a la COP23: «Tenemos que evitar caer en estas cuatro actitudes perversas, que no ayudan a la búsqueda honesta y al diálogo sincero y productivo sobre la construcción del futuro de nuestro planeta: Negación, indiferencia, resignación y confianza en soluciones inadecuadas».

Dentro de las principales ideas que Francisco destacó en su encíclica sobre el medio ambiente, estaba el hecho que los efectos negativos que hoy estamos viendo sobre el medio ambiente provocados en gran medida por la acción humana, son un problema que nos atañe a todos. “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura”, se lee en la encíclica escrita por Jorge Bergoglio.

En ella el Pontífice además se refiere a que existe un consenso científico sobre la existencia del cambio climático y que éste es un asunto moral para la iglesia católica. «El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad», señala Francisco y añade que «La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan».

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