Las autoridades panameñas cerraron la isla al turismo en marzo de 2020, cuando la pandemia aún no llegaba a su cúspide. Crédito: © VisitPanamá
Las autoridades panameñas cerraron la isla al turismo en marzo de 2020, cuando la pandemia aún no llegaba a su cúspide. Crédito: © VisitPanamá
En esta noche callada
en mi tormento ahoga
quiero cantarte Taboga
viendo tu luna plateada.
Taboga, reina de las flores eres mi inspiración
porque sentir una pasión que me lleno de amores
Taboga eres tu tan bella
que no te puedo olvidar
bajo tu manto de estrellas y te quiero vivir y soñar.

Esta es la primera estrofa de una canción dedicada a la isla de Taboga, en Panamá, compuesta por el poeta panameño Ricardo  Fábrega, y que fue popularizada luego por la banda Dimensión Latina en 1975. Es, a todas luces, un ícono de la música latina. Pero es, también, una oda a esta isla del Pacífico, que pertenece a Panamá y que recientemente ha acaparado titulares, principalmente porque esta isla representa un oasis, un descanso —si se quiere— de los avatares de una pandemia que ha sacudido al mundo entero. Y es también la apuesta para la recuperación económica del sector turismo en Panamá, o al menos eso se intuye de los pronunciamientos recientes sobre la isla, que ha sido declarada por las autoridades como libre de Covid-19 y se prepara para recibir a miles de turistas que buscan recrearse y despejarse después de meses de confinamiento.

Esta isla, de 5.9 kilómetros cuadrados y alrededor de un millar de habitantes, es la más grande del pequeño archipiélago de Las Perlas, situado en el Golfo de Panamá. Las aguas cristalinas de las playas de Taboga, azules y verdes, son su principal atractivo, aunque también lo son su verdor y la riqueza de su flora. “En este momento nos encontramos con cero casos de la COVID-19 en la isla de Taboga”, ha dicho Ana Lorena Chang, jefa de Salud Pública del Ministerio de Salud en entrevista a la agencia EFE. Chang dirigió el pasado jueves en Taboga una jornada para administrar la segunda dosis de la vacuna contra la Covid-19 a toda la población mayor de 16 años que reside en esta y las otras islas habitadas del archipiélago.

Las autoridades panameñas cerraron la isla al turismo en marzo de 2020, cuando la pandemia aún no llegaba a su cúspide. La isla se mantuvo con casos muy por debajo del promedio en este país. Por tanto, al ser el archipiélago un área de difícil acceso, las autoridades han privilegiado la vacunación de su población, como un método que les ha permitido alcanzar altas tasas de éxito en términos de número de casos y, en definitiva, declarar a la isla como libre de Covid-19 y decretar la reapertura al turismo el pasado mes de marzo. El resultado ha sido un bálsamo para los habitantes de la isla, que viven principalmente del turismo.

La apertura de Taboga ha sido un bálsamo para sus habitantes, que viven principalmente del turismo. Crédito: © Gabriel Rodríguez / La Prensa
La apertura de Taboga ha sido un bálsamo para sus habitantes, que viven principalmente del turismo. Crédito: © Gabriel Rodríguez / La Prensa

La isla de Taboga cuenta con hermosas playas ideal para bañistas y practicar deportes acuáticos. Ofrece varios senderos y miradores, siendo el principal el Sendero Tres Cruces, un camino que tradicionalmente han utilizado los productores del lugar para dirigirse a sus parcelas y fincas; en su recorrido se observa una rica diversidad biológica y una belleza escénica incomparable.

Un refugio de biodiversidad 

Las islas de Taboga y Urabá son el hábitat natural de una de las colonias reproductoras de pelícanos pardos más grandes del mundo. Crédito: © Jongleur
Las islas de Taboga y Urabá son el hábitat natural de una de las colonias reproductoras de pelícanos pardos más grandes del mundo. Crédito: © Jongleur

La isla posee una vegetación muy variada, en sus partes altas cuenta con bosques tropicales secos en la que podemos encontrar gran cantidad de ficus y especies maderables como el laurel y el cedro espino, también hay árboles de Guácimo, Jobo, Guayacán, Corotú, Roble Algarrobo, Almendro, Caimito, Cocotero entre otros.

Una de las principales atracciones de esta isla para quienes buscan un encuentro con la naturaleza es el Refugio de Vida Silvestre Taboga y Urabá, una reserva de biodiversidad creada en 1984 para proteger principalmente la vida silvestre y el hábitat de las aves. La reserva cubre aproximadamente un tercio de Taboga, así como toda la isla de Urabá, cerca de la costa sureste de Taboga. 

Taboga y Urabá constituyen un lugar de gran importancia ecológica por ser un paso obligado para las aves migratorias que la utilizan como sitio de albergue y alimentación. Además, son el hábitat natural de una de las colonias reproductoras de pelícanos pardos (Pelecanus occidentalis occidentalis) más grandes del mundo. Se estima que la población anual de pelícanos en el área es de alrededor de 75 mil aves. En este refugio, pelícanos, garzas y gaviotas llegan entre los meses de diciembre a julio para su reproducción. Además del pelícano marrón, que es el más notorio en la zona, también hay gran cantidad de reptiles, anfibios, insectos, y otras especies de aves que se alimentan tanto de frutas como de insectos.

Dentro del Refugio de Vida Silvestre está el sendero ecológico Las Tres Cruces, recientemente habilitado y que consta de un kilómetro y medio de longitud, trayecto que comienza desde el poblado y que asciende hasta el mirador El Vigía. La isla de Taboga también es refugio de numerosas especies marinas en el Océano Pacífico. En sus aguas se pueden encontrar tortugas, peces tropicales, moluscos y en el fondo del mar existen bancos de corales.

 

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