Esta semana, nubes de ácido tóxico y finos fragmentos de vidrio se elevaron por los cielos de Hawaii, tras dos semanas de intensas erupciones del volcán Kilauea. El Servicio Geológico Estadounidense (USGS) explicó: “Dos flujos de lava llegaron al océano en la costa sureste de Puna. Sin embargo, una grieta se abrió en el suelo desviando lava a cavidades subterráneas”.

Esta grieta, que permite que la lava se encuentre con el agua del mar, produce humos ácidos que los estadounidenses llaman “laze”, una mezcla entre “lava” y “haze” (neblina). “La nube de humo es una mezcla irritante de ácido clorhídrico, vapor y pequeñas partículas de vidrio volcánico”, dijo el USGS. En caso de entrar en contacto con las personas, este humo puede causar problemas respiratorios y alergia en la piel y ojos.

El volcán Kilauea es uno de los cinco volcanes de Hawaii y uno de los más activos de todo el mundo. Su erupción comenzó el 3 de mayo, forzando a 2.000 personas a abandonar sus hogares. El enorme flujo de lava llegó a ser de hasta 6 metros y bloqueó una autopista. Los científicos creen que esta erupción podría ser precursora de una mayor, similar a la que ocurrió en la isla en la década de 1920.

Además, existe el riesgo de que la lava llegue a una de las plantas de energía de la isla: la Empresa Geotérmica de Puna, una planta de 38 megavatios que depende del gobierno. Como precaución, los químicos inflamables fueron retirados del lugar. “El peor escenario sería la liberación de vapor, muchos químicos, pero el factor más crítico sería el sulfuro de hidrógeno, un gas muy mortífero”, explicó Tom Travis, el jefe de la Agencia de Manejo de Emergencias.

La lava ya ha destruido al menos 44 hogares en el área de Leilani Estates y Laipuna Gardens del distrito de Puna. A la fecha, la erupción del volcán ya ha producido más de 24 grietas, por lo que el fenómeno podría seguir por varios días más.

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