Marshall Pass, Westside, American Colorado © William Henry Jackson
Marshall Pass, Westside, American Colorado © William Henry Jackson

Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en algunos países de América como Chile, Argentina, Estados Unidos o Canadá, por nombrar solo algunos, hubo una fuerte producción de fotografías que retrataron y publicitaron los avances en la tecnología de cada país. Ríos u otros cursos de agua, por ejemplo, comenzaron a aparecer en algunas fotografías no sólo por su belleza rural, sino como potenciales reservas de energía. En los mismos términos fueron empleadas líneas férreas, túneles, caminos y otros íconos del adelanto tecnológico. La fotografía atestiguó con su innegable presencia en los lugares representados, un espacio de poder y progreso en la economía, moral y política del país.

Puente Maule en 1899. ©Wikipedia
Puente Maule en 1899. ©Wikipedia

Tomando esto en cuenta, podríamos inferir que a través de la fotografía se puede ejercer un control, en este caso, de la imagen de una nación. Es así como en el transcurso del tiempo hemos atestiguado que la fotografía es una herramienta comunicativa de gran poder. Hoy no sirve sólo para publicitar el progreso de una nación, sino también para denunciar sus excesos y/o ambigüedades éticas y/o políticas. De esta forma hemos visto cómo la sociedad ejerce un control sobre el paisaje a través de, por ejemplo, la extracción de sus recursos, la canalización de diversos fenómenos naturales y el uso sostenido de la tierra. Sin embargo, esto no sólo demuestra el control de las personas sobre el territorio, sino también expone el control que puede ejercer el fotógrafo por sobre el sujeto retratado con el fin de encontrar y revelar nuevas tipologías de paisaje (1).

Un ejemplo de esto es lo que sucede con el políptico Cascadas de la serie Paisaje Doméstico del fotógrafo peruano Philippe Gruenberg, quien da a conocer cómo el ideal de un paisaje agreste, pero perfectamente seguro y natural, hoy se replica en centros comerciales de la capital Limeña, como un modo de proyectar seguridad y orden y un poder y control heredados del siglo XIX.

Cascadas © Philippe Gruenberg
Cascadas © Philippe Gruenberg

Pyongyang IV del alemán Andreas Gursky es una fotografía de un espectáculo gimnástico en Corea del Norte que representa el poder y la dominación del omnipotente líder, quien comandó a sus súbditos componer una grilla humana hecha por 90.000 obedientes atletas y escolares: un heroico mosaico que incide en el imaginario nacionalista. Aquí el panorama político toma un sentido literal: la imagen de un globo terráqueo muestra a este país oriental al centro del mundo, el color rojo ciertamente representa el comunismo, salvo por el borde negro superior que sugiere que más allá de este “mundo perfecto” y aquellas blancas montañas que se observan, no existe nada (2).

Aquel inolvidable momento histórico compuesto casi como una pintura puntillista, se relaciona visualmente con la serie Almost Nature del fotógrafo holandés Gerco de Ruijter, quien no en vano muestra enigmáticas vistas aéreas de campos hechas por medio de una cámara fotográfica sobre un volantín. Su mirada abstracta no alude tan sólo a De Stijl, aquel movimiento artístico creado en Holanda en 1917, donde participaron renombrados artistas como Piet Mondrian, sino que también hace eco a una de las naciones que ejerce más control sobre su territorio en ámbitos agrarios, infraestructurales e industriales (Ewing).

Almost Nature © Gerco de Ruijter
Almost Nature © Gerco de Ruijter

Desde otro punto de vista los registros del fotógrafo Nicolas Faure de una autopista suiza en diferentes épocas del año revela cómo el paisaje se adapta para integrar la circulación de automóviles sin dejar de lado a la vegetación en su diseño, como un modo de “preservar” el ambiente y mitigar el impacto causado por la obra de infraestructura.

Autoland © Nicolas Faure
Autoland © Nicolas Faure

Sin embargo, el perfectamente podado pasto que se observa a través de su fotografía alude a un tipo de dominación, tal como el autor Michael Pollan expresa: “un césped es naturaleza bajo reglas totalitarias” (3). A una escala más cercana esta idea es igualmente sugerida por el fotógrafo local Sebastián Mejía en Espécimen 010 de la serie Retratos, donde se observan árboles y arbustos de diversos hogares geométricamente podados y, por tanto, controlados.

Especimen 10 © Sebastian Mejia
Especimen 10 © Sebastian Mejia

A partir de estas fotografías vale la pena reevaluar de qué modo pensamos el paisaje, si lo hacemos como desarrolladores o naturalistas, con un ímpetu de dominación o de consentimiento, tal como expresa Pollan (4). Mal que mal un buen acercamiento debiera, en mi opinión, integrar un encuentro lógico, equilibrado y planificado entre naturaleza y habitante, entre ecología y ciudad.

Notas:
(1) W.A. Ewing, Landmark: The Fields of Landscape Photography (Londres: Thames and Hudson, 2014).
(2 ) Idem.
(3) Michael Pollan, “Gardening Means War”, The New York Times Magazine (19 Jun. 1988). En este artículo Pollan escribió: “Domination, in suburban or rural terms, means lawn, a demilitarized zone patrolled weekly with a rotary blade. The lawn holds great appeal; it looks sort of natural — it’s green, it grows. But, in fact, it represents a subjugation of the forest as utter as a parking lot. Every species is forcibly excluded from the landscape but one, and this is forbidden to grow longer than the owner’s little finger. A lawn is nature under totalitarian rule”.
(4) Ver Pollan.

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