El antiguo Parque del Salitre, hoy Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar, es tal vez uno de los secretos mejor guardados como lugar natural o templo de la naturaleza y del ocio, dentro de la quinta región en nuestro país. Llama la atención -y de ahí lo de secreto- que sí bien es uno de los tres jardines botánicos principales a nivel nacional (se suman el de la Universidad Austral en Valdivia y el Chagüal de Santiago), esta importante área verde es bastante poco conocida por todos los chilenos y específicamente por los santiaguinos, que estamos al mismo tiempo muy cerca para aprovecharlo.

El millonario de origen Croata, Pascual Baburizza, que debió su gran fortuna al desarrollo de la industria salitrera y naviera en Chile, creó el Parque del Salitre en 1918. Ubicado a unos 7 kilómetros de la plaza de Viña (Pza. José Fco. Vergara) y siguiendo el río Marga Marga hacia el oriente, se encontraba el fundo “El Olivar” en donde Baburizza construyó el parque. En 1931 lo donó a la Compañía de Salitre de Chile que posteriormente lo transfirió, en 1935, a la Corporación de Ventas del Salitre y Yodo, que lo mantuvo abierto al público por casi dos décadas, razón por lo que es conocido como “Parque del Salitre”. Sin embargo, esta Corporación, no pudo cumplir con la voluntad testamentaria del donante (destinar el fundo a área de experimentación agrícola), lo traspasa al Fisco de Chile en el año 1951. En sus últimos años de historia, a partir de 1998, se creó la Fundación Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar, lo que sin duda ha ayudado a darle mayor autonomía y dinamismo a sus actividades y misiones.

Hoy el Jardín Botánico cuenta con 395 ha, incluyendo cerros de matorral y bosque esclerófilo. Dentro de esta superficie hay 22 ha correspondientes al parque diseñado en 1918 por el paisajista francés George Dubois -quien diseñó el Parque Forestal de Santiago. Junto con los jardines, existe un sistema de manejo de las aguas del estero -base para el establecimiento del sistema de regadío- conformado por dos pretiles construidos en piedra los que dan origen a pequeños embalses. El primero de ellos es destinado a regadío y desde él se instala la tubería que recorrerá todo el parque. El segundo, es destinado a la recreación por lo que se ambienta con senderos, puentes, piscina, cabaña y terrazas. Se cree que a partir de los años 30, en el sector sur del parque se construyó un pequeño edificio moderno que funcionó como salón de té durante algún tiempo y que hoy aún se conserva pero para uso administrativo.

Cabe destacar su colección botánica, con plantas de la Isla de Pascua y la Isla Juan Fernández, un cactarium y un inventario de palmas o palmetarium, un pantano, un vivero, una colección de plantas valdivianas, entre otras maravillas endémicas. Justo al frente del área del Jardín Botánico, al otro lado del estero y por donde sube la conocida “Vía Las Palmas”, existen tres quebradas que conforman el importante palmar silvestre El Salto, área de 328 ha protegida como Santuario de la Naturaleza y con más de 6000 ejemplares de la ancestral Palma Chilena.

Conversando sobre Viña del Mar y su paisaje, en la emblemática y mítica librería Altazor en el centro de la ciudad, tuve la suerte de conocer a Enrique López, un amante de las letras y un viñamarino muy documentado. Enrique me contó algunas anécdotas que sin duda hablan de la vida que ha tenido el parque a lo largo de sus años de existencia. “…en los años 1980s, los ramos de Botánica de la UCV (carreras de Biología y Agronomía) tenían sus primeras salidas a terreno en el Jardín Botánico con don Otto, un profesor que era una institución en la carrera de Biología de la UCV. Luego hacían salidas más largas al cerro La Campana. Esto lo sé por mi hermano que estudiaba Agronomía. Según contaba mi hermano, don Otto a esas alturas (1985) ya era un caballero de edad y usaba anteojos gruesos que se sacaba para distinguir la forma de las hojas y pastos que mostraba a sus alumnos”. Al interior del jardín francés, hacia el sur del parque, el año 2013 se inauguró un invernadero muy bonito que lleva el nombre del profesor, don Otto Zöllner.

Enrique continúa; “…también en esos años los alumnos de escultura de la Escuela de Bellas Artes de Viña (que funciona en el Palacio Vergara, pero desde el terremoto 2010 como el Palacio quedó inhabilitado, están alojados en distintos lugares). El profesor de escultura Juan Caballero fue con sus alumnos al Jardín Botánico a desarrollar algunos proyectos con árboles que habían caído seguramente en los temporales de esas fechas. Aún se pueden ver algunos de sus trabajos cerca del prado más cercano a la laguna de los patos”. Enrique recuerda la última anécdota: “…a comienzos de los 1980 y solo por poco tiempo, hubo un pequeño zoológico en el Jardín Botánico. En uno de los prados centrales se instalaron unos grandes cercos en donde pusieron llamas y alpacas, y también había algunos guanacos. Fue como un primer intento de zoológico en la zona, después vino el proyecto del zoológico de Quilpué que en ese sentido era mucho más ambicioso y tenía mucho más espacio disponible”.

Ha sido muy polémico el tema de las “fiestas mechonas” que se han realizado en el parque durante los últimos años y que definitivamente han desperfilado el uso que se le había dado tradicionalmente al parque. Afortunadamente este año no se permitió la realización de estas fiestas universitarias y el lugar pudo permanecer tranquilo como siempre. Por supuesto se realizan actividades culturales que no se convierten en el desastre y contaminación de aquellas fiestas universitarias. Es así como se realizan agradables conciertos musicales al aire libre cuando la estación lo permite y también distintas actividades que relacionan la cultura y la vida al aire libre. Una muy destacable es la celebración primaveral de las Sakuras o cerezos japoneses en flor, que convoca a japoneses y chilenos para apreciar las espectaculares flores y compartir aspectos de la cultura japonesa , este domingo 27 de septiembre de 11 a 17 hrs. A principios de este año la Corporación Nikkei de Valparaíso (institución que difunde la cultura japonesa en la región) y la Fundación Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar, firmaron un convenio que da inicio a una estrecha colaboración entre el parque y distintos actores japoneses ligados a la botánica.

Para 2017 se espera inaugurar un jardín japonés de unos cincuenta cerezos japoneses que de seguro harán más espectacular la celebración de las Sakuras, siendo también un punto de partida para la primavera-verano y todas las actividades que se realizan al aire libre y que ya sitúan al parque como uno de los lugares preferidos para los habitantes de la quinta región y todos quienes año a año lo descubren.

Toda la información tratada y mucho más: “PLAN MAESTRO DE PROYECCIÓN Y DESARROLLO ESTRATÉGICOS DEL PARQUE JARDÍN BOTÁNICO NACIONAL DE VIÑA DEL MAR”Vía Biblioteca del Congreso Nacional.

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