Zarpamos desde Cabo San Lucas, en el Estado de Baja California Sur, México, a las 9pm del 6 de febrero. Nuestro destino era la isla Socorro en el Archipiélago de Revillagigedo, la más grande de las cuatro islas que lo componen. En orden descendiente, las restantes son Clarión, San Benedicto, y Roca Partida, la más pequeña.

A este grupo de empinadas y profundas cumbres volcánicas sólo se puede llegar mediante un Live Aboard, o Vive Abordo. Usualmente son yates de tres o cuatro pisos acondicionados para el buceo, snorkel y, en algunos casos, avistamiento de cetáceos en lugares remotos. Tal como sucede con otras embarcaciones que se aventuran al “Triángulo de los Tiburones” del Pacífico -Wolf y Darwin en Galápagos, Isla del Coco en Costa Rica y Malpelo en Colombia-, la travesía definitivamente no es para los débiles de estómago. Durante cerca de treinta horas nos trasladamos unas 250 millas náuticas por un mar abierto muy “picado”.

ATARDECER EN ROCA PARTIDA ©Eduardo Carrasco
ATARDECER EN ROCA PARTIDA ©Eduardo Carrasco

Nos encontramos junto a un grupo de diez austriacos y alemanes mayores, ocho chinos bastante jóvenes, una familia de cuatro franceses, dos chicas de Hong Kong, un par de norteamericanos, un Dive Master italiano, un japonés y yo. La tripulación es principalmente mexicana y hay un variopinto de instructores de distintas nacionalidades. Estamos todos reunidos, principalmente, para bucear con las “famosas” mantas de Socorro.

Las mantas oceánicas (Manta Birostris) pueden crecer hasta los siete metros de ancho y se alimentan únicamente de plankton. Las que frecuentan este lugar han sido catalogadas como las más amigables del mundo por los buzos. La teoría más aceptada plantea que les gusta la sensación de las burbujas de aire en su torso.

Este viaje fue mi primer encuentro con esta especie en particular, y ellas no fueron las únicas que experimentaron un cosquilleo. Pero no me refiero a un síntoma de ataque de pánico o de angustia provocado por medios de comunicación sensacionalistas, sino todo lo contrario.

MANTA OCEÁNICA Y UN ALEMÁN EN EL BOILER, SAN BENEDICTO ©Eduardo Carrasco
MANTA OCEÁNICA Y UN ALEMÁN EN EL BOILER, SAN BENEDICTO ©Eduardo Carrasco

Hay catorce familias dentro de la categoría de peces llamados Rajiformes. Más allá de las circunstancias que pudieran haberlo provocado, la especie que dio fin a la vida del presentador televisivo Australiano, Steve “Cazador de Cocodrilos” Irwin, es una de sólo dos familias que son venenosas. Las Mantas Oceánicas, tal como la mayoría de sus parientes, no poseen un aguijón, por ende bucear con ellas y masajearlas al exhalar es una experiencia absolutamente segura y transformativa.

Revillagigedo se ha convertido en el santuario más importante del territorio mexicano para estos dóciles y elegantes animales. Es uno de los lugares con más avistamientos del océano Pacífico y compartir un momento con ellos está prácticamente garantizado; de los cinco días que nos sumergimos, los vimos en cuatro de ellos y el último, en todas las inmersiones. Consecuentemente, no es de extrañarse que el elemento fundamental del marketing para el buceo en el archipiélago es esta especie. Pero, como comprobamos, no es la única que vive o migra por ahí.

Las Galápagos Mexicanas

PARTE DEL CARDUMEN RESIDENTE DE TIBURONES PUNTA BLANCA DE ARRECIFE EN ROCA PARTIDA ©Eduardo Carrasco
PARTE DEL CARDUMEN RESIDENTE DE TIBURONES PUNTA BLANCA DE ARRECIFE EN ROCA PARTIDA ©Eduardo Carrasco

El Archipiélago de Revillagigedo abarca un área total de 157,81 Km2 y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en julio del 2016 dado que “contiene valores excepcionales en su riqueza terrestre y submarina”. Luego, en el 2017, también como parque nacional, convirtiéndose así en la mayor Área Protegida Marina (APM) de Norteamérica. La cantidad y diversidad de vida que se congrega en las islas es tan impresionante que incluso han sido apodadas como “Las Galápagos Mexicanas”, y con justa razón.

Sólo tomando en cuenta la megafauna marina, además de mantas gigantes es posible encontrar mamíferos como delfines nariz de botella, ballenas jorobadas, grises, y orcas falsas –también conocidas como ballenas piloto–. Nosotros vimos ejemplares de todos ellos excepto las ballenas grises, porque no era la época. La lista de tiburones es incluso más alucinante –o escalofriante, dependiendo del lector–: cabezas de martillo escalopadas, puntas plateadas, galápagos, punta blanca de arrecife, oscuros, sedosos, tiburón ballena, tigres, azules, blancos, punta negra oceánico y a veces, el temido punta blanca oceánico. Todo esto, sin mencionar la plétora de atunes de aleta amarilla, crustáceos, anguilas, morenas y otros peces más pequeños que merodean las imponentes y rugosas paredes volcánicas.

Delfin nariz de botella ©Eduardo Carrasco
Delfin nariz de botella ©Eduardo Carrasco

Desafortunadamente, varias de las especies enumeradas –si no todas las pelágicas– están catalogadas con algún grado de vulnerabilidad, amenazada, o derechamente en peligro de extinción. Ya es de conocimiento público que las principales causas son la contaminación, la sobrepesca para algunas especies, y la incidental de arrastre para otras –sobre todo para los escualos–. Por eso, la protección que proveen los marcos regulatorios de las AMP es vital para intentar mitigar el daño ya hecho. Prohibir la pesca en estos lugares contribuye a restaurar el equilibrio de la delicada pirámide alimenticia marina; una tarea urgente y monumental.

Entonces, ¿cómo se puede monitorear que se cumplan dichas normativas en un área tan extensa? Con más de treinta años como instructor y Dive Master en todo el mundo, el guía Sten “El Vikingo” es enfático: “El crecimiento del buceo como actividad turística es la manera más eficaz de controlar que no se vulneren las Áreas Marinas Protegidas a través de la pesca ilegal.” Los Live Aboards actúan, efectivamente, como un barco patrulla con pasajeros.

EL GUÍA SUECO, STEN “EL VIKINGO” ©Eduardo Carrasco
EL GUÍA SUECO, STEN “EL VIKINGO” ©Eduardo Carrasco

¿Eso significa que las autoridades debiesen darle acceso a todos y cada uno de los tour operadores que quiera realizar expediciones a Socorro? De ninguna manera. A diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en el Mar Rojo de Egipto, donde la competencia de Live Aboards es acérrima –me han comentado que pueden haber hasta 20 o 30 barcos en un mismo lugar a determinada hora–, en Ecuador, México, Costa Rica y Colombia, la cantidad de compañías autorizadas está estrictamente controlada por sus respectivos gobiernos. Los he enumerado en orden descendiente y en los dos primeros, ni siquiera pueden haber más de dos anclados en el mismo lugar al mismo tiempo. En Colombia, sólo hay una compañía que visita Malpelo, luego que se revocara el permiso a otras que zarpaban desde Panamá, haciendo de las excursiones un negocio completamente local.

Este control reduce la contaminación sonora de baja frecuencia que producen las embarcaciones. Además, acota la cantidad de buzos, mitigando así el impacto de la intervención humana en el comportamiento de los animales. Y económicamente hablando, maximiza las utilidades que cada uno de ellos genera por la escasez de plazas disponibles y su respectiva alza de precios.

Impacto económico del ecoturismo en Baja California

©Eduardo Carrasco
©Eduardo Carrasco

¿Pero entonces, si estamos coartando el libre mercado, cómo vamos a lograr “el goteo” hacia abajo? El buceo en Live Aboards no sólo deleita a quienes amamos el mundo submarino, a los dueños de las empresas tour operadoras y a las autoridades marítimas, sino también provee otros beneficios para el país en el que se desarrolla. El ecoturismo, o en otras palabras todas las actividades recreativas relacionadas con seres vivientes, tiene una tendencia al alza exponencial en el mundo entero. Existen diversos estudios que plantean cómo su vertiente marina provee una alternativa a la extracción industrial, constituyéndose como una fuente sustentable de ingresos tanto para la comunidad local como para sus respectivas arcas fiscales.

Uno de ellos, publicado el 2013, examina los beneficios socioeconómicos de la observación de mantas en comparación a la pesca de la misma especie, tanto deliberada como accidental. Éste sitúa a México en el séptimo lugar a nivel mundial en cuanto a recaudación por concepto de buceo específicamente enfocado en ellas. Hasta ese momento sólo se conocían cuatro puntos de avistamiento frecuente y aún así, el estudio estima que el impacto económico anual sobrepasaba los USD$ 5M de manera directa (es decir como utilidades para los tour operadores), e indirectamente (para comercios asociados como hoteles, restaurantes, etc.) por sobre los USD$ 10M, o 7 mil millones de pesos chilenos. Aunque suene majadero, lo repito: anuales y enfocado sólo en mantas.

Otro realizado por The Nature Conservancy, considera todas las ramas del ecoturismo de megafauna marina, es decir pesca deportiva, buceo, avistamiento de ballenas en bote, etc. En él se hace hincapié en la relevancia que el estado de Baja California Sur tiene en el Golfo de California; BCS contribuye con más del 50% del empleo total de la región (136 operadores con 2.088 puestos de trabajo) y con el 60% de ingresos directos e indirectos, ascendientes a USD$ 314 millones anuales. Cabe resaltar que al año 2013, según Cisneros et al. esa misma cifra era el total de gastos en el mundo entero, sólo por concepto de buceo con tiburones.

Y hablando de los últimos, un estudio publicado en enero del 2018, que encontró que el turista promedio está dispuesto a pagar más de cuatro veces el valor por tener experiencias con tiburones que con ballenas y que hasta el año 2015 las actividades relacionadas con el avistamiento de las últimas era el doble más rentable que la pesca deliberada de escualos.

¿Qué podemos aprender de Revillagigedo en Chile?

BALLENA JOROBADA SALTANDO CERCA DE CABO SAN LUCAS, BAJA CALIFORNIA SUR ©Eduardo Carrasco
BALLENA JOROBADA SALTANDO CERCA DE CABO SAN LUCAS, BAJA CALIFORNIA SUR ©Eduardo Carrasco

Hoy en Chile podría hacerse un paralelo con lo que ocurre en Revillagigedo y lo que podría ocurrir en el archipiélago de Humboldt, en el norte de Chile. Ambos archipiélagos comparten ciertas características geológicas, los dos son reservas naturales, y más importante todavía, son epicentros de biodiversidad que cuentan con especies endémicas.

De sur a norte en la costa de Chile, la corriente que bautiza a nuestro archipiélago provee un pasadizo migratorio para una gran cantidad de mamíferos como delfines, numerosos tipos de cetáceos, e incluso orcas –muchos de ellos, de hecho, migran hacia “El Triángulo” del Pacífico desde nuestras costas–. Otros, hacen la trayectoria inversa hacia Revillagigedo y el anterior desde el norte. No olvidemos, además, que ambos enfrentan amenazas similares como la contaminación, la pesca ilegal, el calentamiento global y la intervención humana.

Más allá de las similitudes evidentes, hay dos aspectos fundamentales en que se diferencian: primero, que Revillagigedo no posee yacimientos mineros explotables en ninguna de sus islas o cercano a ellas. Y segundo, que las islas que componen el de Humboldt están considerablemente más cerca del continente que Socorro, lo que las hace más propensas a la polución que proviene de la costa.

En los alrededores del archipiélago chileno, cerca de Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, se busca emplazar dos proyectos mineros como son Dominga y Cruz Grande.  Independiente de cuán acuciosos o ceñidos a la ley imperante sean los informes de impacto ambiental de Andes Iron resulta evidente que, de ser aprobados por la Corte Suprema, tendrían consecuencias desastrosas para la biodiversidad y el ecosistema de la región, comenzando por el sólo hecho de su proximidad geográfica.

Después de revisar el caso de Revillagigedo y evidenciar los beneficios del ecoturismo en la zona, y considerando que en diciembre el Gobierno de Chile será el anfitrión de la COP25, podríamos preguntarle a las autoridades en un lenguaje estrictamente económico: ¿acaso es justificable que el costo de oportunidad de la extracción de minerales por un período de 26 años sea el destruir un ecosistema único, irreparable, y potencialmente muchísimo más lucrativo para todas las partes en el largo plazo?

Todos nuestros vecinos, los soberanos del “Triángulo de los Tiburones”: Ecuador con las Galápagos, Costa Rica con la Isla del Coco, Colombia con Malpelo, además de México con Revillagidedo han sido capaces de tener una visión a futuro, sustentable con el medio ambiente, y a la vez altamente rentable. El que, hasta ahora, no hayamos encontrado puntos de congregación constante de especies como mantas y tiburones en Isla Damas o Chañaral para competir con ellos no significa que no existan. Y aunque eso fuese así, ¿qué nos detiene, por ejemplo, de ser el nuevo destino de categoría mundial de avistamiento de ballenas? ¿Qué es lo que nos falta: inversión, una mejor disposición gubernamental, consenso en las comunidades locales, o todas las anteriores?

A diferencia de la mentalidad extractiva del siglo XX, como hemos visto el turismo regulado en las AMP beneficia el estudio, la conservación y fiscalización de las mismas sin desmedro del tan preciado desarrollo económico. Por lo tanto, ¿no sería más lógico promover el ecoturismo de megafauna marina mediante la expansión de zonas protegidas, subsidios al emprendimiento y fomento de la inversión extranjera? Si el Tribunal Supremo no lo decide antes, quizás esta sea nuestra última oportunidad.

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